sábado, 23 de julio de 2016

Mal, pero sincerados Por Rudy

¿Cómo le va lector, cómo está? ¿Todo bien con estas vacaciones de invierno? ¿No quiere salir a pasear con los chicos, porque afuera está todo muy caro? ¿Tampoco se quiere quedar en su casa, porque adentro también está todo muy caro?
Bueno, lector, no se ahogue en un vaso de agua, que el agua también está por las nubes. Piense que, al precio que está el aceite, si las Invasiones Inglesas fueran ahora, les tendríamos que tirar con soda. Pero no se amargue, que después para endulzarse se tiene que agregar azúcar, y ¡barata no está!
Bueno, nosotros seguimos intentando entender “el relato M”. Y para ayudarlo con el tema de los chicos, y hacerlos “entrar en calor” sin necesidad de encender la estufa, le preparamos estas…
“Versiones macristas de los cuentos clásicos infantiles”.
Ahí van:
Caperucita amarilla
En una casa de clase media vivía una familia normal ( padre, madre, hija) . La niña se protegía del frio usando un abrigo con capucha amarilla, y por eso la llamaban “caperucita amarilla”. También había una abuelita que era pensionada / con la mínima) y vivía lejos, por lo que la nena le cobraba la pensión y se la llevaba hasta su casa.
Eso estaba haciendo un día cuando se cruzó en su camino un lobo que tenía un gran y brillante globo amarillo
–¡A dónde vas, nena?
–A llevarle la pensión a mi abuelita.
–¡Me parece bien que hagas méritos con tu abuelita, nena, esta es una meritocracia, pero si me das la plata a mí, yo te regalo este globo amarillo que hace juego con tu abrigo.
–Pero mi abuelita vive de esa pensión.
–NO hay problema, le mando la plata a la abuelita por un correo privado.
–¿Se la mandás ahora mismo?
–No, primero le descuento una comisión y los gastos de envío. Y después se la voy administrando. Así se termina esa mentira populista de que a los jubilados no les alcanza para vivir.
– ¡A la abuela no le alcanza, lobo!
–Bueno, si no le alcanza, que consuma menos; el problema no es lo que cobra, sino lo que consume. ¡No todo es para todos!
–Ay, lobo, ¡qué ideas tan liberales tenés!
–¡Para robarte mejor!
Caperucita dudó, pero después dijo “cambiemos” y le dio la plata. El lobo no le firmó ningún recibo para que no lo acusen de corrupto, y se fue con la pensión de la abuelita.
Y nunca más vieron un peso.
Cenicienta
En una casa vivía una chica muy pobre, que tenía dos hermanastras “normales”. Un día, todos se enteraron de que el príncipe iba a bailar en el balcón del palacio de Gobierno. Las hermanastras de la pobre chica se compraron un vestido importado, rentaron un Uber y se fueron a verlo.
La pobre Cenicienta quería ir, pero no tenía cómo vestirse fashion, y no quería que la discriminaran por pobre.
Entonces apareció “el hada Cristina” y le hizo creer que ella, por más pobre que fuera, también tenía derecho de ir al baile.
¡Qué mal que estuvo! ¡Le tendría que haber dicho que el baile no era para ella! Y en cambio le compró un vestido en Ahora/12, unos zapatos en precios cuidados” y le dijo “andá, pero tenés que volver antes de los 12 años”.
Cenicenta fue al baile, y por un tiempo sintió como si estuviera en la clase alta, como si “formara parte”. Pero se quiso quedar más tiempo. El príncipe la vio, le puso una valla para que no se le pudiera acercar, y ella, mientras se trataba de escapar, perdió todo. Lo único que le quedó fue una alpargata.
Después le contaba a una amiga: “Ay, no sabes qué lindo que era sentirse con derecho al baile!” “Bueno, ya va a haber otro baile, y vamos a volver!” “No creo, nos están sacando todo, tendría que aparecer otra vez el hada Cristina y su varita mágica!”
“No… no fue magia!”
Blanca nieves y los 7 enanitos
Una bella y rubia joven vivia en un lugar pudiente, cuando un día, por error, se perdió y fue a parar a un barrio del conurbano donde nadie trabajaba y todos vivian de la seguridad social.
De hecho, ella se quedó dormida en una casa donde había 7 enanos que se hacían pasar por niños para cobrar la asignación universal.
–Ustedes deberían conseguirse un trabajo digno –les decía la joven, pero ellos ¡nada!, solamente querían sus planes. Hasta la hicieron pasar por enferma, para ver si conseguían alguna subvencion. Para eso la recostaron en un lugar y decían que estaba durmiendo un sueño compartido.
Pero un día llegó “el príncipe amarillo”, la rescató, y la llevó a vivir a una Meritocracia.
La tortuga Margarita
Margarita viva en su sillón, pero un día se marchó.
Nadie supo bien por qué, al macrismo ella se fue.
Un poquito denunciando y otro poquito también.
Margarita, Margarita, Margarita ¿dónde vas?
Con tu traje de progresista, y tu discurso liberal...
Y también podríamos sumar
  • Los cuentos de Jaimito Durán Barba.
  • Pinocho, que era un muñeco, pero se creía que era persona de verdad, aunque era de madera, y cada vez que mentía, le crecía la deuda.
  • Los tres cerditos, que querían tener una casa, se metieron en el plan Procrear, pero vino el lobo, sopló y se cayó todo.
Felices vacaciones de invierno, lector.Hasta el sábado que viene.

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