Por Tomás Lukin
El diagnóstico del economista estadounidense Jan Kregel es contundente: ni las exportaciones ni la inversión extranjera ni el endeudamiento, la única forma sustentable para que la Argentina vuelva a crecer en el actual contexto global es a través de la expansión de su mercado interno. El director de investigaciones del Levy Economics Institute of Bard College, una de las usinas heterodoxas más prestigiosas del mundo, advierte que “las políticas del nuevo gobierno están produciendo un escenario más o menos estable de estancamiento con inflación elevada donde se sostenga la caída del salario real y el incremento del desempleo”. Kregel fue discípulo de dos próceres del pensamiento económico como Joan Robinson y Nicholas Kaldor en la Universidad de Cambridge, y trabajó codo a codo con Hyman Minsky. Este último es un académico indispensable para comprender la inestabilidad inherente en el sistema económico así como el rol de la reducción del desempleo y una mejora en la distribución del ingreso como condición necesaria para estabilizar las economías.
Con esa formación, Kregel ha sido un crítico de los procesos de sobreendeudamiento y desregulación financiera en la región y, más recientemente, se involucró activamente en iniciativas como el Plan Jefes y Jefas de Hogar. Desde la perspectiva del economista y sus colegas en el Levy Institute, la creación directa de empleo desde el Estado es fundamental para lograr una reactivación sostenida de la economía ya sea en Grecia, Estados Unidos, España o Argentina. “La única forma de que políticas como los regímenes de metas de inflación funcionen es a través de un incremento en las importaciones y la apreciación del tipo de cambio que genera el ingreso de capitales atraído por las altas tasas de interés”, advirtió el economista durante la entrevista con Cash al cuestionar la receta para controlar los precios elegida por el Banco Central.
El gobierno de Mauricio Macri afirma que el ajuste fiscal, cambiario y monetario en marcha y el proceso de desregulación permitirán que el país crezca a través de las exportaciones y la inversión extranjera, ¿considera que esa apuesta puede ser exitosa?
–Los ingresos de capitales solo tienen impactos positivos si producen un incremento en la inversión. En Brasil la inversión extranjera directa y la inversión local son sustitutivas, no complementarias. En Argentina la pregunta es a dónde van a ir las nuevas inversiones. Lo que nos imaginamos es que van a comenzar a llegar inversiones para el sector agropecuario que significa vender tierras. Eso no genera demanda doméstica. La inversión extranjera buscada debería crear más empleos y salarios. La economía argentina está estancada, por lo tanto no hay incentivos para que lleguen esas inversiones. Además, tienen un problema vinculado a la recesión de Brasil que desestimula la llegada de inversiones en sectores como el automotor que se complementen con ese mercado. Las exportaciones industriales de Argentina están condicionadas al desempeño macroeconómico de su principal socio comercial. Los inversores extranjeros que quieren instalarse en Argentina tienen un mercado doméstico en caída y un mercado externo que se les desploma. Entonces, para qué invertirían en expandir la demanda doméstica. En el mejor de los casos lo que van a hacer los inversores es comprar empresas porque son baratas. Eso no genera ninguna recuperación ni demanda interna. Es un swap de dueños locales por extranjeros. Como muestra la historia de la Argentina, los dueños locales va a terminar fugando esos fondos. Todo lo que llegue se va a terminar yendo. Mientras tanto, no es improbable que los inversores extranjeros decidan cerrar las unidades que compitan con sus instalaciones en otros países.
Ante la ausencia de una lluvia de inversiones y de boom de las exportaciones, la política que le viene dando buenos resultados al Ministerio de Hacienda y Finanzas es la colocación de deuda externa apalancada por los bajos niveles de endeudamiento heredados.
–El problema con la demanda doméstica que ni siquiera genera una desaceleración en la inflación no se va a resolver con ingresos de capitales. Pensar que la solución proviene del mercado financiero, para lo cual hace falta liberalizar el mercado, es absolutamente falsa. Si las tasas de interés globales son negativas y Argentina ofrece pagarte 8 por ciento van a comprar los bonos. Pueden llamarse “Bonos Evita” y los comprarían igual. La capacidad de colocación de los bonos no tiene nada que ver con las políticas que está implementando el Gobierno excepto por el hecho de que pagan elevadas tasas de interés. Es imposible conseguir esa rentabilidad en otros lugares. Mientras el diferencial con las tasas de interés globales sea lo suficientemente elevado siempre van a poder emitir deuda.
¿Cuál es el límite?
–Si el balance externo y fiscal siguen deteriorándose eventualmente los inversores externos se van a “preguntar” sobre la capacidad de repago del país. Cuando el endeudamiento sea el mecanismo utilizado para cancelar los vencimientos de deuda entonces la caída esperada en las tasas de interés que podría observarse en los próximos años va a revertirse. Puede poner en riesgo la sustentabilidad de la deuda. Es una película que ya vimos.
Uno de los objetivos declarados de las autoridades es la reducción del déficit fiscal ya que consideran al gasto como una de las raíces de los aumentos de precios.
–Es imposible reducir el déficit reduciendo el gasto público, eliminando impuestos al sector agropecuario y aumentando las tarifas. A menos que la gente genere ingresos es imposible aumentar los ingresos fiscales. Sin una reactivación económica no hay posibilidad de reducir el déficit fiscal como pretende el Gobierno. Por el lado del sector externo, la cuenta corriente se está deteriorando, hay algunas importaciones que crecen muy rápido y las exportaciones no. Si se logra, el superávit no va a provenir de la expansión de las exportaciones. Brasil no va a volver a un sendero de crecimiento en los próximos años y, a pesar de la celebrada salida del “cepo”, la política cambiaria tampoco permitió que los productores argentinos se beneficien del aumento en el precio del dólar. Además, sabemos que en Argentina la depreciación del tipo de cambio se traduce en un alza de la tasa de inflación que afecta la demanda y activa mayores reclamos salariales.
Para controlar los elevados niveles de inflación que se aceleraron con las políticas implementadas desde diciembre, el Banco Central pretende instalar un régimen de metas de inflación, ¿ese esquema puede controlar los aumentos de precios?
–Para entender el resultado de las políticas del nuevo Gobierno podemos compararlas con las políticas implementadas durante la administración de Ronald Reagan en Estados Unidos. Por un lado la política incentivaba la oferta para impulsar el crecimiento y, por otro, se aplicaba el monetarismo restringiendo la cantidad de dinero para controlar la inflación. Eran objetivos contradictorios y la política fracasó, fue un desastre. En Argentina las políticas del gobierno están produciendo un escenario más o menos estable de estancamiento con inflación elevada. Con este rumbo van seguir subiendo los precios con caída del salario real, aumento del desempleo y sostenida caída en el nivel de actividad. Quienes están al frente del Banco Central son los nuevos monetaristas. Si es que siquiera funcionan los esquemas de metas de inflación proponen controlar los aumentos de precios operando sobre las expectativas. La tasa de inflación hoy no tiene nada que ver con la expansión de la oferta de dinero sino con las políticas de ajuste. Entonces si uno cree en la teoría de las expectativas, los agentes ajustan cuando escuchan que el ministro de Energía dice que van a seguir subiendo las tarifas. Sabemos que uno de los principales costos de la economía es la energía. Entonces, por definición, si uno aumenta las tarifas de gas, electricidad y transporte obviamente vas a generar más inflación. Así, la política del Banco Central para bajar la inflación no puede funcionar, se generan expectativas de inflación por todos lados.
En algunos países como Brasil, Colombia, Chile y Perú las metas de inflación están asociadas a una reducción y baja de la inflación.
–Insisto, de acuerdo a su propia teoría esos esquemas solo funcionan si producen una expectativa de reducción en la inflación. Las políticas que hoy está utilizando Argentina generan lo opuesto. Pero para nosotros las metas de inflación no funcionan. Todos los banqueros centrales que ahora creen que tienen la capacidad de controlar la inflación a través de las metas no entienden el impacto que 400 mil trabajadores adicionales desde China tienen sobre la oferta y los precios. La estabilidad de precios a nivel global viene de transferir producción a China. Eso ofreció una gran moderación y no las metas de inflación. La única forma que tiene esas políticas de funcionar es a través de un incremento en las importaciones y la apreciación del tipo de cambio que genera el ingreso de capitales.
La política económica de Ronald Reagan, ejemplo para Macri.
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