Por Julián Blejmar
Corría el 2002 y manifestarse neoliberal era poco menos que formar parte del club del fracaso. Así, muchos economistas con esta formación se reconvirtieron rápidamente en “neokeynesianos”. Fue el caso de Alfonso Prat Gay, que en la tarjeta de su consultora APL incluía el logo con los bigotes de John Maynard Keynes. Como otros pares, Prat Gay hizo su carrera política mostrándose crítico no solo del kirchnerismo sino también del macrismo y de las agendas económicas ortodoxas para convocar al electorado progresista. Los planetas finalmente se alinearon y el actual ministro de Hacienda, como su antiguo socio en APL Martín Lousteau, forma hoy parte de un gobierno que, en medio de un contexto local e internacional recesivo, aplica las recetas opuestas a las sugeridas por Keynes, congelando la obra pública y la construcción.
Los datos del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, al 23 de mayo, revelan que solo se había ejecutado el 18 por ciento de su presupuesto anual. El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) señalaba que en los primeros tres meses del año, el gobierno giró a las provincias en concepto de transferencias para obras públicas un 32,6 por ciento menos que en el mismo trimestre de 2015.
No es casualidad, entonces, que el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) haya señalado que uno de los golpes a la actividad económica “fue generado por la literal parálisis de la obra pública acontecida desde el cambio de gestión”, añadiendo que “en el acumulado de los primeros tres meses del año, el desembolso en obra pública fue solo un 6,3 por ciento más que el acumulado en el mismo período de 2015”, con lo que “se destaca una contracción nominal de la inversión real directa del Estado Nacional del 4,5 por ciento”.
Todo ello en un contexto donde la recesión local, fuertemente traccionada por la parálisis brasileña, exhibe la importancia de recurrir a los manuales keynesianos para estimular medidas contracíclicas que revierten el círculo vicioso de la recesión.
Luego de formular su Teoría General de la Ocupación , el Interés y el Dinero, que se convirtió en la base del modelo de Estado de Bienestar, el popular economista británico afirmó que, frente a las crisis, un gobierno debía “contratar una cuadrilla para cavar hoyos, y otra cuadrilla para taparlos”, señalando así que los Estados debían tener un rol activo en la reactivación de la actividad frente al retiro de los privados ante la incertidumbre de las turbulencias económicas.
Fue, de hecho, la receta que tomó el año pasado el gobierno para amortiguar la crisis de los principales socios comerciales, especialmente Brasil, que luego de adoptar un programa neoliberal a comienzos de 2015 disminuyó sus compras a la Argentina en un 28 por ciento.
La apuesta por la construcción tenía que ver en gran medida con que se trata de un sector mano de obra intensiva que arrastra en sí mismo a diversos rubros, como el de cemento, cal, ladrillos, cerámicos, pinturas, acero o aluminio, entre otros, cuya dinámica depende directamente de la generación de obras. Frente a este panorama, antes que cavar y tapar hoyos, el anterior gobierno puso en marcha un ambicioso plan de viviendas e infraestructura, con el objetivo de suplir la caída en la actividad económica producto del estancamiento global y la retracción inversora de los privados ante el contexto de incertidumbre mundial y local.
Así, en 2015 el gobierno aumentó un 20 por ciento interanual real las partidas para obras públicas, totalizando cerca de 25.000 millones de pesos de inversión, a los cuales –por fuera de los desvíos que deberían implicar un castigo para los culpables–, se le añadieron 20.000 millones de créditos del plan de construcción de viviendas Procrear, lo cual permitió batir records de demanda en los rubros ligados a la construcción. De hecho, el actual titular de la Cámara Argentina de la Construcción, Juan Chediak, elogió en su momento el Procrear al señalar que este sistema de subsidio a la demanda les había permitido sumar contratos por más de 18.000 millones de pesos. Y para todo el 2015, el índice Construya, elaborado por una entidad que agrupa a las once empresas líderes de la construcción, señaló que el sector había experimentado un crecimiento anual acumulado del 8,5 por ciento. En tanto, la Asociación de Fábricas del Cemento Pórtland informó que los despachos acumulados durante ese año llegaron a las 12,2 millones de toneladas, con un incremento de 6,8 por ciento con respecto al 2014 y marcando un record absoluto de la historia argentina.
De acuerdo a las últimas cifras del Estimador Mensual (EMI) del Indec, previas al apagón informativo macrista que se extendió hasta el mes pasado, en diez meses de 2015 el sector de la construcción había acumulado un avance de 7,1 por ciento, aunque la industria en general cayó en ese mismo lapso un 0,1 por ciento, traccionada por las caídas de más del 20 por ciento en autos y acero.
Una radiografía de lo sucedido en los primeros meses de este año, donde según el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) del Indec, la construcción cayó en el primer cuatrimestre del año un 10,3 por ciento en relación a enero-abril del 2015, mientras que en términos interanuales, en abril se redujo un 24,1 por ciento, contabilizando la peor caída en 14 años (aunque desde este organismo se le adjudicó la culpa al mal clima), al tiempo que el EMI del Indec informó una pérdida de los puestos de trabajo del 11 por ciento de la totalidad de la fuerza laboral en el sector, constituido por una franja que se encuentra en la base de la pirámide, con un 64 por ciento en condición de informalidad y sin ningún tipo de cobertura frente al desempleo.
Se trató, justamente, del sector laboral al que apuntó gran parte de las políticas del anterior gobierno, que permitieron de acuerdo al Ministerio de Trabajo llegar al mayor dinamismo en la creación de empleos formales entre todos los rubros, pues entre 2003 y el año anterior se registró una suba del 242 por ciento y cerca de 314.000 puestos creados, seguido a gran distancia por la minería, que registró una suba del 139,5 por ciento con 46.545 puestos de trabajo creados.
La paradoja es que frente a este oscuro presente, quienes se declaraban keynesianos luego de 2001, para aplicar un clásico ajuste ortodoxo al llegar al poder este año, parecen recurrir a los programas keynesianos de gasto público impulsados durante el kirchnerismo. Así, lejos de la lluvia de dólares por inversiones privadas, en mayo se incrementaron en un 53 por ciento los gastos en obra pública luego de argumentar una constante falta de fondos, y durante la última semana se anunció el regreso del Procrear.
El interrogante ahora cuándo empezará la reactivación luego de haber sumido a la economía argentina en el primer ciclo recesivo tras 12 años.
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