8. Consideramos que existen algunas situaciones en el Continente particularmente importantes para nuestras preocupaciones. Una es la del proceso de pensamientos políticos propios de la conducción del MST brasileño, que tiene una determinante influencia en toda la vía campesina de Latinoamérica. Se evidencia en esas conducciones, una fuerte presencia del pensamiento de la Teología de la Liberación de los años setenta, mixturada con un marxismo ortodoxo bastante rígido, reacio a intentar relecturas de Marx, y además con tendencias al desarrollismo y a una agricultura en escala. En algunos destacados intelectuales brasileños se evidencian, asimismo, ciertas regresiones a manifestar que esta sería la gran hora del Socialismo o a incomprender la urgencia de la cuestión Ecológica. Actualmente en algunas de estas bases campesinas, parecieran irse imponiendo criterios favorables a los cultivos de Soja RR y a la producción de Agrocombustibles en los propios asentamientos, en un sentido absolutamente opuesto a la línea que hace más de un año abrieron sus propias mujeres al destruir el vivero de eucaliptos de Syngenta en Porto Alegre.
9. La otra situación destacable es la de la escuela de Agroecología que se organiza en Venezuela para todo el continente y donde también participa institucionalmente la Vía Campesina. En esa escuela y hasta donde sabemos, pareciera que se imponen los criterios propios de la corriente neomarxista chayanoviana de Altieri, Sevilla Guzmán y de Rosset, corriente bastante abierta a comprender los fenómenos propios de la presencia de los campesinos en nuestras sociedades globalizadas y de sus nuevas demandas de participación en las políticas del desarrollo. No obstante, razones que desconocemos pero suponemos, han hecho que la escuela no cumplimentara hasta el momento las expectativas que en ella se depositaban. Creemos que si bien sus organizadores han logrado cooptar para su implementación a pensadores idóneos sobre el tema campesino, la escuela carece de los cuadros capaces para llevar adelante una práctica agroecológica concreta. Tal vez, la primacía de los estudios sobre Marx, ha conducido a que la escuela de agricultura sea en verdad hasta el momento, una nueva escuela de formación política de cuadros y no, como supuestamente se propone, una escuela que pueda formar lideres en las prácticas agrícolas y en pensar los modelos de un desarrollo a la escala de lo humano y en la herencia que le es propia a un Continente rico en biodiversidad y en una historia milenaria de adaptación y desarrollo de cultivos.
10. Que ingenieros agrónomos y pensadores que no participan de los debates propios de la izquierda marxista, pero que desde hace muchos años llevan la delantera en todos los grandes debates habidos sobre los modelos de la agricultura industrial y que han dedicado su vida a la capacitación y a la transmisión de conocimientos, no hayan sido convocados a participar de aquella experiencia, nos ayuda a entender las prioridades y también los límites de quienes la organizaron, así como la necesidad imperiosa de avanzar nosotros en un proyecto de diferente tipo, un proyecto capaz de recobrar otras miradas, de pensar tanto lo global cuanto lo local, de dar primacía a una visión ecológica y a una agricultura con capacidad de reparar los ecosistemas y de incluir la conservación de la Biodiversidad como tema prioritario. En definitiva, que lo que deberíamos proponernos es buscar modelos agrícolas que sean capaces de generar desarrollos locales, que arraiguen familias en la tierra, y que posibiliten la recuperación de patrimonios genéticos y culturales.
11. Tal vez el buscar y relevar esos proyectos a lo largo del continente y destacar sus líneas comunes a fin de transformarlos en paradigmas de una agricultura mejor, no sea lo más difícil ni importante. Quizá lo más delicado sea fundamentar las razones por las que se justifica el esfuerzo de innovar y de buscar la originalidad del desarrollo propio, basado a su vez en las tradiciones y en los modos de pensar en América. Esto nos conducirá a una revalorización de la Cultura como manifestación de la identidad en el marco de los horizontes simbólicos dados. Rodolfo Kusch, un pensador americano ineludible para repensar lo americano, decía que lo europeo y en especial su filosofía, y al decirlo incluía lo norteamericano que es un transplante de Europa en América; decía entonces que, “la filosofía europea, es un indagar constante por el Ser, a la vez que una enorme incapacidad por reconocer el propio Estar, extraviado a lo largo del desarrollo de su historia”. También decía que: “lo americano en cambio, era un prolongado permanecer en el Estar sin que se nos permita alcanzar el propio Ser”. Lograr definir el propio Ser en el estar siendo del Estar de América, sería para nosotros lograr desentrañar esos modelos originales y definirlos. Esos modelos deben surgir desde el estar del campesino y del indio americano y desde su instalación existencial en el suelo de América, y el trabajo de indagación que nos debemos es tan solo para encontrarlos, destacarlos y a lo sumo explicarlos.
Prof GB
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