Hace seis décadas, la tenista argentina Mary Terán de Weiss era una figura mundial. Debido a su acercamiento al primer gobierno peronista, y como consecuencia del golpe de Estado del ’55, la deportista se tuvo que ir a vivir a España, ya viuda. Hasta los´80 residió en Madrid.
Por José Luís Ponsico Cayó en desgracia y el gobierno de la llamada Revolución Libertadora fue impiadoso con ella. No pudo, en pleno apogeo, representar a la Argentina cuando era una de las diez mejores tenistas del mundo. Algo que nunca se difundió demasiado.
En 1953, y por su admiración a Perón y el gobierno nacional, apoyó la creación de escuelas de tenis. Lo pagó muy caro.Nacida en Rosario el 29 de enero de 1918, María Luisa Beatriz Terán, llegó a imponerse en más de 800 juegos sobre 1.100 de los que participó entre singles, dobles damas y dobles mixtos, desde los años´40, según estudio de la periodista y escritora Liiliana Morelli, recopilación publicada en el libro “Mujeres Deportistas”, de 1990.
En los´70, Perón le contó a su biógrafo Enrique Pavón Pereyra, como parte de un tema donde la prensa había tratado con ligereza, que “después de la muerte de Evita, me inventaron un romance con la deportista de fama mundial, notable tenista Mary Terán de Weiss, señora ejemplar –dentro y fuera de la cancha- e integrante de una familia ilustre”.
“Cuando nos conocimos, nada hacía presagiar la cuota de sufrimientos morales que la Providencia tenía reservada a esta mujer indefensa. Quizás Mary Terán se había mostrado ambiciosa en lo que la enorgullecía; ser la primera raqueta del equipo femenino mundial. Obviamente, no era figura del montón” aclaró.
“Poseía desde el vamos nombre propio; pero el único que la alentaba sin egoísmos era su marido, Heraldo Weiss, quién empezaba a padecer el trance amargo de la enfermedad incurable que concluyó con él”, señaló.
“El problema que ella padeció, consistía en una rivalidad mal entendida, que aprovecharon nuestros enemigos como vulgar pretexto, como un disparo por elevación contra el presidente”, enfatizó Perón en esas declaraciones.
“Yo diría que las dificultades que ella sufrió, estaban en relación inversa al prestigio que había adquirido fuera del país: la gente observaba que si ella subía en el ranking, bajaba en concepto de la guaranguería local, pues no especulaba con los valores de Weiss, que era también un deportista fuera de serie”, explicitó.
“Sin nuestra ayuda, no le hubiera sido posible a Mary Terán participar en los torneos ingleses y hacer en Wimbledon un papel decoroso. Y esta deportista nada tuvo que ver conmigo. Son cosas que inventa la gente con fines denigratorios, sin tener en cuenta que se puede decir una mentira, pero no se puede hacer una mentira”, aclaraba entonces Perón.
“Claro que la enfermedad de su esposo consumiría todos sus bienes, las reservas monetarias incluidas. Y ella se vio obligada a empeñar hasta los trofeos. Y nosotros – por razones humanitarias- no podíamos permanecer indiferentes a ese expolio que padecían quienes habían sido los mejores embajadores deportivos, como bien lo sabe el Dr. Valenzuela, que nos acompaña aquí en Puerta de Hierro”, reflexionó.
“¡En que mala hora hicimos pública nuestra gratitud…! Apenas nos apartamos del poder, proscribieron su nombre de cuanto torneo pudiera intervenir por méritos propios. Le negaron el derecho de pisar el césped siquiera como simple espectadora”, lamentó el general Perón veinte años más tarde.
“Entonces, Mary Terán demostró una entereza poco común, ¡Y no la doblegaron!”, destacó Perón. En los´60 Antonio Liberti, presidente de River, quiso que Terán de Weiss representara al club “millonario” en su regreso a los “courts” de Buenos Aires. Ocurrió algo insólito -superador de cualquier odio por causas políticas, antes conocido- cuando sus rivales (Norma Baylon, la número uno, para empezar; seguida por Somoza, Zavalía Bunge, las rankeadas) no quisieron enfrentarla. La proscribieron en el polvo de ladrillo.
Mary Terán quedó viuda joven. Su marido, el profesor Haroldo Weiss, falleció víctima de una enfermedad, casi al mismo tiempo del deceso de Evita, 26 de julio del ´52. Las publicaciones extranjeras especularon en torno a los “dos viudos” que se admiraban mutuamente.
La santafesina Morelli describe cómo impactó Mary en Wimbledon por “la belleza de una muñeca de porcelana, de piernas fuertes, cuerpo torneado, velocidad de movimientos en el court y el gesto de una jugadora con mucho carácter”.
En otro orden destacaba, “el alboroto que despertó la pollerita blanca, corta… descubriendo el culotte con un encaje y puntillas… en medio de la flema británica”, datos que la escritora extrajo (publicación France Dimanche) para su libro hace algo más de veinte años.Mary Terán no pudo sobreponerse nunca. Le embargaron su departamento en el barrio de Belgrano, en la calle Virrey del Pino, y en los´80 recibió el tributo de un grupo de jóvenes de la Liga Justicialista del Deporte, a cargo de Víctor Lupo. Hubo un homenaje en diciembre de 1980.
“Ella -contaron sus amigos- vivía con su madre, Goyita. Cuando falleció, Mary cayó en un pozo de tristeza”. En algunos momentos se entretenía atendiendo un negocio de su hermano. Angustiada, olvidada, sin hijos, Terán se suicidó en Mar del Plata, arrojándose al vacío desde un séptimo piso, el 8 de diciembre del´84. Tenía 66 años.
El célebre Enrique Morea, firmante de la solicitada en el marco del Decreto 4161 (proscribía al peronismo en todas sus manifestaciones) de marzo del´56, viajó a Mar del Plata y asistió a un velatorio de muy pocos.
Eran los tiempos del “Deporte y el Hombre”. No obstante, parecía la historia del Deporte y el Odio.
Por José Luís Ponsico Cayó en desgracia y el gobierno de la llamada Revolución Libertadora fue impiadoso con ella. No pudo, en pleno apogeo, representar a la Argentina cuando era una de las diez mejores tenistas del mundo. Algo que nunca se difundió demasiado.
En 1953, y por su admiración a Perón y el gobierno nacional, apoyó la creación de escuelas de tenis. Lo pagó muy caro.Nacida en Rosario el 29 de enero de 1918, María Luisa Beatriz Terán, llegó a imponerse en más de 800 juegos sobre 1.100 de los que participó entre singles, dobles damas y dobles mixtos, desde los años´40, según estudio de la periodista y escritora Liiliana Morelli, recopilación publicada en el libro “Mujeres Deportistas”, de 1990.
En los´70, Perón le contó a su biógrafo Enrique Pavón Pereyra, como parte de un tema donde la prensa había tratado con ligereza, que “después de la muerte de Evita, me inventaron un romance con la deportista de fama mundial, notable tenista Mary Terán de Weiss, señora ejemplar –dentro y fuera de la cancha- e integrante de una familia ilustre”.
“Cuando nos conocimos, nada hacía presagiar la cuota de sufrimientos morales que la Providencia tenía reservada a esta mujer indefensa. Quizás Mary Terán se había mostrado ambiciosa en lo que la enorgullecía; ser la primera raqueta del equipo femenino mundial. Obviamente, no era figura del montón” aclaró.
“Poseía desde el vamos nombre propio; pero el único que la alentaba sin egoísmos era su marido, Heraldo Weiss, quién empezaba a padecer el trance amargo de la enfermedad incurable que concluyó con él”, señaló.
“El problema que ella padeció, consistía en una rivalidad mal entendida, que aprovecharon nuestros enemigos como vulgar pretexto, como un disparo por elevación contra el presidente”, enfatizó Perón en esas declaraciones.
“Yo diría que las dificultades que ella sufrió, estaban en relación inversa al prestigio que había adquirido fuera del país: la gente observaba que si ella subía en el ranking, bajaba en concepto de la guaranguería local, pues no especulaba con los valores de Weiss, que era también un deportista fuera de serie”, explicitó.
“Sin nuestra ayuda, no le hubiera sido posible a Mary Terán participar en los torneos ingleses y hacer en Wimbledon un papel decoroso. Y esta deportista nada tuvo que ver conmigo. Son cosas que inventa la gente con fines denigratorios, sin tener en cuenta que se puede decir una mentira, pero no se puede hacer una mentira”, aclaraba entonces Perón.
“Claro que la enfermedad de su esposo consumiría todos sus bienes, las reservas monetarias incluidas. Y ella se vio obligada a empeñar hasta los trofeos. Y nosotros – por razones humanitarias- no podíamos permanecer indiferentes a ese expolio que padecían quienes habían sido los mejores embajadores deportivos, como bien lo sabe el Dr. Valenzuela, que nos acompaña aquí en Puerta de Hierro”, reflexionó.
“¡En que mala hora hicimos pública nuestra gratitud…! Apenas nos apartamos del poder, proscribieron su nombre de cuanto torneo pudiera intervenir por méritos propios. Le negaron el derecho de pisar el césped siquiera como simple espectadora”, lamentó el general Perón veinte años más tarde.
“Entonces, Mary Terán demostró una entereza poco común, ¡Y no la doblegaron!”, destacó Perón. En los´60 Antonio Liberti, presidente de River, quiso que Terán de Weiss representara al club “millonario” en su regreso a los “courts” de Buenos Aires. Ocurrió algo insólito -superador de cualquier odio por causas políticas, antes conocido- cuando sus rivales (Norma Baylon, la número uno, para empezar; seguida por Somoza, Zavalía Bunge, las rankeadas) no quisieron enfrentarla. La proscribieron en el polvo de ladrillo.
Mary Terán quedó viuda joven. Su marido, el profesor Haroldo Weiss, falleció víctima de una enfermedad, casi al mismo tiempo del deceso de Evita, 26 de julio del ´52. Las publicaciones extranjeras especularon en torno a los “dos viudos” que se admiraban mutuamente.
La santafesina Morelli describe cómo impactó Mary en Wimbledon por “la belleza de una muñeca de porcelana, de piernas fuertes, cuerpo torneado, velocidad de movimientos en el court y el gesto de una jugadora con mucho carácter”.
En otro orden destacaba, “el alboroto que despertó la pollerita blanca, corta… descubriendo el culotte con un encaje y puntillas… en medio de la flema británica”, datos que la escritora extrajo (publicación France Dimanche) para su libro hace algo más de veinte años.Mary Terán no pudo sobreponerse nunca. Le embargaron su departamento en el barrio de Belgrano, en la calle Virrey del Pino, y en los´80 recibió el tributo de un grupo de jóvenes de la Liga Justicialista del Deporte, a cargo de Víctor Lupo. Hubo un homenaje en diciembre de 1980.
“Ella -contaron sus amigos- vivía con su madre, Goyita. Cuando falleció, Mary cayó en un pozo de tristeza”. En algunos momentos se entretenía atendiendo un negocio de su hermano. Angustiada, olvidada, sin hijos, Terán se suicidó en Mar del Plata, arrojándose al vacío desde un séptimo piso, el 8 de diciembre del´84. Tenía 66 años.
El célebre Enrique Morea, firmante de la solicitada en el marco del Decreto 4161 (proscribía al peronismo en todas sus manifestaciones) de marzo del´56, viajó a Mar del Plata y asistió a un velatorio de muy pocos.
Eran los tiempos del “Deporte y el Hombre”. No obstante, parecía la historia del Deporte y el Odio.
agepeba.
Prof GB
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