Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. La expresión insular del Frente de Todos que se cristalizó ayer tiene como origen aquella reunión en la que la CGT excluye a Pablo Moyano del encuentro y le pide a Alberto Fernández la concreción de un acto en Tucumán para el 17 de octubre con el fin de “confrontar con Cristina y La Cámpora”. Al sentirse marginado, Moyano (h) amenaza con romper y quien intercede para que eso no ocurra es el albañil Gerardo Martínez. El Presidente llama al camionero: “Yo invité a la CGT, no sé por qué no te sumaron”. A las 48 horas, Moyano junto a Mario “Paco” Manrique -y otro grupo de gremios- comían con Fernández. Esto provocó el enojo de los gordos que deciden adelantar el acto en Obras que estaba previsto para el 19. Enfrentado con La Cámpora y lejos de ambas facciones de la central obrera, el Movimiento Evita define hacer su propio acto en La Matanza. Esto esconde, además, un objetivo electoral: Emilio Pérsico quiere que Patricia “La Colo” Cubría sea intendenta del municipio que gobierna hoy Fernando Espinoza. Como se puede apreciar, el Frente de Todos es una pieza de relojería. La relación de Moyano (h) con el Presidente está lejos de estar rota. Antes del acto, Pablo lo llamó para aclararle que no era contra él. También fue el primero que le escribió después de la presentación de Fernández en IDEA: “Estuviste espectacular”. Arriba del escenario, cerca de Moyano estaba Máximo Kirchner. “Piden bancas, pero después cuando hay que votar contra los fondos buitre no aparecen”, recordó el ex jefe de bloque. El veneno de Kirchner estaba apuntado a Héctor Daer, pero también a Facundo Moyano. Ambos diputados se ausentaron en aquella votación. En aquel momento estaban bajo el paraguas de Sergio Massa, hoy un aliado táctico de Máximo y CFK. Que la mayor central obrera de la argentina esté reclamando lugares en las listas a más de un año de la elección y con una inflación que orbita el 100% da cuenta del desnorte. La concertación a nivel interno, la identificación de fortalezas y la moderación y realismo en los objetivos parece un curso de acción aconsejable en un contexto global cada vez más complejo. El Vigésimo Congreso del Partido Comunista de la República Popular China arrancó anteayer con la certeza de que se otorgaría un nuevo período en la cúpula del poder a Xi Jinping, que se consolida como un liderazgo excluyente en la tradición de Mao y Deng Xiaoping, que moldearon el duradero modelo político y económico chino. Más novedoso fue el tono del discurso del líder, que auguró posibles tormentas en el horizonte y la necesidad de una enorme fortaleza interna para enfrentarlas. Menos de una semana antes, la administración Biden firmó una orden por la cual prohibió la exportación a China tanto de los semiconductores más avanzados como de los insumos necesarios para fabricarlos. El comercio de este tipo de mercancía significa para China cientos de miles de millones de dólares de importaciones al año que deberá reemplazar con producción doméstica. La globalización inevitablemente transformada y seriamente herida es un dato que habrá que tomar en cuenta una y otra vez a la hora de pensar en un regreso al mundo inteligente y no meramente estético como gestionó la administración Macri y proponen hoy, nuevamente, sus principales economistas. El dato no es menor. Máximo Kirchner acertó en su discurso en Plaza de Mayo cuando señaló el huevo de la serpiente en el proceso de endeudamiento del macrismo no en razones financieras sino de fondo. El programa de Mauricio Macri no fue un regreso instrumental a los mercados para viabilizar un sostenimiento de las garantías de derechos como la salud, la educación o la seguridad o un puente hacia una reconstrucción de la infraestructura. Su adopción fue simultánea con un programa de shock distributivo que incluyó en conjunto medidas que empeoraron objetivamente el resultado fiscal como la quita de retenciones, la devaluación y hasta la reparación histórica para los jubilados de mayores haberes. No se financió el gradualismo hacia el equilibrio fiscal -que sólo se buscó en los últimos años de gobierno, con medidas de shock- sino hacia una argentina socialmente menos igualitaria. La idea de lo que puede venir hacia adelante con un triunfo de esa mirada -que el presidente del peronismo bonaerense calificó de “triple flexibilización”, pero que podría resumirse en un shock distributivo regresivo y furioso, por la ausencia de margen de endeudamiento- contiene una seria luz de alarma. Menos calibrada fue la propuesta de alternativas sobre los problemas de la coyuntura. Apalancado en la idea de que los trabajadores fueron sistemáticamente traicionados, la alocución de Máximo reconstruyó un relato sobre la pandemia que desconoce que, aun una argentina ahogada por el endeudamiento, sin acceso al crédito y enfrentada a fuertes limitaciones materiales, estuvo entre los países que en mayor medida protegieron a los trabajadores, con una larga prohibición de despidos y suspensiones que permitió al país colocarse entre los que menos empleos formales destruyeron en aquella inédita coyuntura a pesar de que el gobierno se encontraba entre los que peores condiciones de base enfrentaban. El discurso dejó también una mención al litio, mineral crítico para la transición energética del que Argentina, Chile y Bolivia poseen entre el 60 y el 70 por ciento de los recursos existentes y viables a nivel internacional. No es el único dirigente del oficialismo interesado en el tema. El Presidente había señalado a finales del mes pasado, en Nueva York, la necesidad de declarar al litio como recurso “estratégico”, una mirada que comparten en muchos sectores del kirchnerismo y que genera alergia en los gobernadores de las provincias mineras. El alcance de una eventual declaración es menos claro. El dominio originario que la Constitución garantiza a las provincias sobre los recursos naturales pone límites a los sueños de algunos sectores de emular el modelo boliviano, que garantiza la propiedad estatal sobre el recurso. La vieja maldición que aconseja tener cuidado con los deseos, porque podrían cumplirse, aplica al caso. Pasaron catorce años desde que Bolivia, el país con las mayores reservas de litio del mundo, declaró el monopolio estatal sobre el recurso y el país no ha logrado hasta el momento ninguna producción relevante del mineral en el mercado global, a pesar de la alta demanda y de poseer los mayores recursos a nivel global. En los despachos de la Casa Rosada sobrevuelan algunas ideas. El trabajo en el establecimiento de un precio de referencia para el carbonato de litio y otros productos similares, asociados a Chile y Bolivia, para transparentar precios, es una de las posibilidades. Una intención que se nutre de la inexistencia de un mercado spot con precios claros como el petrolero. Argentina es hoy el único país del mundo que tiene estos precios fijados normativamente por la Aduana, una situación que la actual administración heredó de sus antecesores. Otra posibilidad, más remota, es una eventual OPEP del litio, asociados a Bolivia y Chile. La idea de garantizar precios altos -hoy ya son muy elevados- apalancados en la disponibilidad de recursos choca con un muro productivo. Argentina y Chile -el aporte boliviano es marginal- explican apenas el 30% de la producción mundial del litio. En comparación, Australia explica más del 50%. Por último, aparece la cuestión del abastecimiento interno para garantizar la transformación de la industria automotriz, aunque hoy parece una demanda lejana. Cualquier medida de esta ambición sería acompañada de una regulación legal del comercio exterior del mineral, que sería resistida por las provincias y las empresas. La idea, entre quienes analizan las alternativas en la sede del Gobierno, es ofrecer a los gobernadores participar de cualquier regulación. Más preocupante fue el documento leído en el escenario de Plaza de Mayo que planteó un diagnóstico sobre el país que supone, como principal vector para explicar los problemas que enfrentamos, una serie de actores maliciosos que se interponen frente a nuestro inevitable destino de progreso. Así, la cuestión de la inflación, los problemas de divisas y la pérdida salarial serían reflejo de un problema de insuficientes controles y falta de voluntad política de endurecerse frente a los sectores empresarios y que encuentra el paroxismo en la idea de que nuestra soberanía podría perderse o recuperarse en función de nacionalizar el dragado de un río. Una mirada que espeja las ansias de los sectores mayoritarios de la oposición, que preparan un desembarco violentamente reformista que, de ser exitoso, avanzará sobre el papel del Estado como orientador económico y sobre todas las herramientas de redistribución progresiva del ingreso. Algunas señales sobre actores concretos hacen posible pensar alternativas. El quincuagésimo octavo coloquio de IDEA, durante la última semana, bajo el lema “Ceder para crecer”, marcó un tono diferente al habitual de los cónclaves empresarios. En un ambiente político en el que Patricia Bullrich se anima a hablar en privado de una apertura casi absoluta de la economía, Mauricio Macri anticipa un segundo tiempo donde, con una mayor fortaleza política, se elimine todo viso de gradualismo, y donde Javier Milei no baja de quince puntos en ninguna medición seria de intención de votos, no hubo institucionalmente reclamos ni de reforma laboral ni de grandes reformas impositivas. Los empresarios saben que los problemas no están en sus costos regulatorios. Los salarios, incluso tomando en cuenta el costo de aportes y contribuciones de seguridad social y, tras la fuerte caída que sufren ininterrumpidamente desde 2015, están lejos de ser el factor que afecta la competitividad argentina. Daniel Herrero -quien fuera hasta comienzos de año el CEO de Toyota, la única empresa automotriz superavitaria neta en materia de divisas, cuyo modelo exportador logró desbordar el coto de caza del esquema de intercambio con Brasil en materia de automóviles y autopartes- se hizo cargo del empeoramiento de la distribución funcional del ingreso y reivindicó la recuperación del fifty-fifty entre trabajo y capital. Un proceso virtuoso que requiere, antes que ninguna otra cosa, de una macroeconomía estable y de una recuperación de la previsibilidad del horizonte de ingresos, no sólo de los empresarios sino de los millones de asalariados y cuentapropistas. La necesidad de subir los salarios, que vienen perdiendo sistemáticamente contra la inflación, y recuperar inversiones, supone soluciones virtuosas y creativas entre empresarios y trabajadores, que excedan los meros acuerdos de precios y salarios y que permitan sacar el jugo a las posibilidades de la negociación colectiva. El acuerdo que el año pasado suscribieron el SMATA y Toyota, que permitió a la empresa aumentar su productividad y a los trabajadores mejorar salarios y sumar puestos efectivos, aparece como un ejemplo virtuoso que se contrapone a las miradas en las que la suma, pareciera, siempre es cero. El SMATA lo conduce Ricardo Pignanelli que fue uno de los expositores en el Coloquio. Su segundo es Paco Manrique, que cerró el acto del 17 de octubre en Plaza de Mayo. Todo es menos rígido de lo que parece. La mirada constructiva, sin embargo, no fue lineal. El profesor de Columbia, independentista catalán y exponente del pensamiento económico liberal Xavier Sala i Martin fue invitado como uno de los principales expositores sobre la situación argentina y demostró un gusto por las estridencias verbales que hace juego con los sacos que habitualmente utiliza para hacerse notar. “Si Jeff Bezos hubiera sido argentino, Amazon no hubiera existido”, provocó. Marcos Galperin, de Mercado Libre, se habrá sorprendido al escucharlo. Su compañía desarrolló un modelo de marketplace, con logística propia y avanzada cuya diferencia principal con Amazon es la escala del mercado estadounidense. Lejos de un esquema basado en la protección, la empresa compite con éxito en Brasil y México -en este último país, con Amazon- y lo hace de manera exitosa, con salarios relativamente altos y liderando en esquemas de innovación como pagos digitales que en Argentina se encuentran, sorprendentemente, por delante de los Estados Unidos. La desafortunada expresión, sin embargo, excede a una compañía. Con una economía muchísimo menor a la de Brasil o México, y sin grandes acuerdos comerciales con las principales potencias, Argentina lidera con claridad en el número de empresas de base tecnológica consideradas como unicornios y ha constituido un verdadero ecosistema que, con todos los problemas que enfrenta el país, mantiene su dinamismo y crecimiento. Sin embargo, el episodio disonante lo marcó Sebastián Ceria en la apertura del Coloquio: “No podemos pedirles que cedan a los que menos tienen”. Ceria, además de su rol empresarial, es Presidente de Fundar, un centro de estudios de políticas públicas que tiene una mirada más bien desarrollista y centra sus actividades de investigación aplicada y asistencia técnica a gobiernos en torno a tres grandes misiones a la Mazzucato: generar riqueza, promover el bienestar social y transformar al Estado mejorando sus capacidades institucionales. Uno de los que se acercó a Ceria para celebrar su intervención fue Francisco “Pancho” Cabrera. Se debe haber perdido una parte. El argentino radicado en Londres dijo que “no es inteligente hablar mal de Argentina en el exterior”. No hay que ser matemático para entender que la referencia estaba dirigida a las declaraciones de Mauricio Macri. El ex Presidente tiene un error de diagnóstico sobre su gobierno. Pista: si alguien fracasó, esa no fue la sociedad argentina. En su exposición, el Presidente retomó las palabras de Ceria. También apuntó contra Macri. Una coincidencia con Kirchner. No la única: ambos tienen demasiadas dudas sobre la eliminación de las PASO. Ante diferentes interlocutores que presentaron la idea con el argumento de generar un escenario complejo en la oposición, los dos reaccionaron de forma casi idéntica: “¿Vos decís que ellos se rompen? ¿Y quién te dijo que nosotros no?”. En su participación, el Presidente leyó pasajes del libro de su antecesor. Si bien el clima de época lo acompaña, la sensación es que el texto puede ayudar en la campaña del peronismo del año que viene. Un síntoma ocurrió el fin de semana: Bullrich tuvo que salir a desmentir en público algo que dijo en privado y Macri escribió. Nadie está leyendo bien a la sociedad argentina. Antes de terminar, quiero hablarte de Un triste papel, el dossier sobre la expansión narco que publicamos esta mañana en la web de Cenital. Florencia Halfon Laksman hace una radiografía de un mercado que no para de crecer y luego entrevista a protagonistas para entender mejor los pliegues de un tema que suele presentarse en el debate público distorsionado por las simplificaciones, los lugares comunes y los abordajes que ya fracasaron en todo el mundo. Este enorme trabajo periodístico también fue posible gracias al apoyo de nuestra comunidad, que hoy constituye el ingreso más importante de Cenital y nos permite hacer el periodismo que creemos necesario. Si todavía no te asociaste, quizás este puede ser el momento. Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio. Iván |
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