A lo mejor, tras la caída de Juan M. de Rosas, la entrada a puro poncho y bandera rojo punzó de Urquiza y sus criollos en la aldea de Buenos Aires, después de ser usado por los unitarios y sus aliados extranjeros, a éstos no les cayó para nada bien, reemplazar un caudillo federal por otro.
Y ahí se reinició o continuó la Grieta.
Don Justo José se retiró al Palacio San José, refundó la Confederación Argentina, y tras dos batallas contra el unitarismo autonomista bonaerense, que entregó a pesar de haber triunfado (Cepeda y Pavón, 1859-1861), estableció la capital en Rosario y a partir de allí, durante Diez años, sí 10 años, la Provincia de Buenos Aires y la Confederación Argentina estuvieron en guerra.
A tal punto, que las mercaderías provenientes de la Confederación que necesitaban salir por el puerto de Buenos Aires, pagaban impuestos como si fueran de una nación extranjera.
Carlos Tejedor, los Alsina, padre e hijo, Bartolomé Mitre (quien afirmaba que al República Argentina era Buenos Aires) entre otros tantos, fueron artífices junto a la naciente burguesía comercial bonaerense y la oligarquía del ganado ovino y vacuno de esa separación de los "trece ranchos" tal como estigmatizaba y denigraba Carlos Tejedor, gobernador bonaerense, a las provincias el interior.
Se iba afirmando el apotegma sarmientino, "civilización y barbarie", acuñado en al primer novela militante y política argentina: "El FACUNDO".
En 1862, derrotada la Confederación gracias a la traición (una mas) de Urquiza, se reiniciaba la Guerra Civil, esta vez duraría hasta 1880...
Grieta?, No Grietaza!.
Continúa....
GB
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