domingo, 1 de noviembre de 2020

 

Cenital

OFF THE RECORD

Iván Schargrodsky

Información, ideas y apuntes sobre política y justicia.
27/10/2020

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Yo tenía escrita la entrega de hoy y a media tarde a Cristina se le ocurrió escribir una carta: estuve al teléfono hasta las 23:51 y terminé de escribir a las tres de la mañana. Tengo menos suerte que la familia Kennedy.

Death by a thousand cuts

Julio Argentino Roca planeó unificar todas las deudas existentes en un solo título que simplificara su pago y ahorrara costos de financiación. Encomendó el plan a Carlos Pellegrini, que logró convencer a la banca británica poniendo de garantía la renta aduanera. Esta garantía produjo el rechazo de la oposición y de los porteños, siempre especialmente sensibles al tema aduanero. Roca, siguiendo el consejo de Mitre, que le había dicho que cuando todos se equivocan todos tienen razón, retiró el proyecto dejando un tanto en ridículo a Pellegrini.

La anécdota aparece relatada en libro del escritor Agustín Rivero Astengo sobre Miguel Ángel Juárez Celman, pero la frase de Mitre -que algunos le atribuyen a Pierre Claude Nivelle de La Chausée y otros a Mirabeau- podría aplicarse a la visión que tiene el gobierno sobre la cotización del dólar de no mantenerse esta tendencia a la baja del blue y el CCL. Martín Guzmán repite como un mantra dos postulados, ambos igual de ciertos: el dólar no vale ni 150, 160 o 170 pesos, pero el blue define expectativas.

Entonces, si bien es cierto que la enorme mayoría de los precios de la economía se guían por el dólar oficial -y eso lo demuestra tanto el IPC del INDEC como el de CABA, San Luis o Córdoba-, la desconfianza de la sociedad en el gobierno, la moneda nacional y el asedio devaluatorio que está atravesando el oficialismo puede llevar a distorsiones como negar operaciones comerciales o falta de productos en sectores puntuales. Esto, un problema que en estas entregas venimos marcando, tiene que ser abordado, en lo posible, por economistas exentos de fracasos probados. A los ex funcionarios del gobierno de Maurico Macri que recomiendan cómo controlar el tipo de cambio cuando no lo lograron tomando casi 100 mil millones de dólares de deuda se les rompió el botoncito del pudor. No importa: se arregla. 

Guzmán insiste con algo: si el BCRA pierde promedio 500 millones de dólares por mes, el gobierno puede aguantar 60 meses con este esquema. La cuenta no forma parte de un análisis sino de un mensaje para los inversores externos e internos. El ministro sabe que no puede permitir esa sangría de reservas durante demasiado tiempo, porque un corte con una hoja de papel es fácil de sobrellevar; la multiplicación de esas heridas redunda en lo que los americanos llaman death by a thousand cuts.

Es por eso que Alberto Fernández le advirtió a quienes empujan una devaluación: “Si quieren pelear, vamos a pelear”. Es algo que el Presidente amplía en privado: “Estaban convencidos de que no teníamos reservas ni herramientas y tenemos un montón. Apostaron en contra de la Argentina y hay mucha gente que va a perder un montón de plata”. Fernández se refiere a las personas humanas y jurídicas que compraron CCL en las últimas semanas. Si bien es prematuro, en el gobierno celebran que luego de los tres días de parking, las medidas implementadas por Guzmán empezaron a mostrar tenues resultados producto de la baja del contado con liqui y del dólar blue. 

El Presidente insiste en que toda medida que va a tomar el gobierno tiene que cuidar que no se profundice el déficit y, si bien el Fondo ofrece un desembolso, el oficialismo prefiere evitarlo porque cree que podrá enfrentar las necesidades. Según pudo saber este medio, las condicionalidades con el FMI están acordadas y por eso el presupuesto se conformó de esa manera. Alberto le confesó a un colaborador de extrema confianza: “En cinco años de jefe de gabinete, nunca vi un presupuesto tan profesional como el de Martín”. La relación del Presidente con su ministro pasa un momento de especial cercanía. Al apoyo que tenía desde un primer momento del binomio presidencial, se le sumó una relación de afecto personal entre ambos. “Guzmán es demasiado ministro para este país en el que parte de su gente está enloquecida y no deja de ser especuladora ni en medio de la desgracia de una pandemia”, le escribió Alberto a un ministro en un WhatsApp al que tuvo acceso #OffTheRecord

Cristinocentrismo

La carta de Cristina Fernández de Kirchner dejó varios mensajes y no es casualidad que haya sido Miguel Ángel Pichetto el opositor que mejor interpretó el texto de la vicepresidenta. La mención expresa a “un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina” es una propuesta que se bifurca que podría traducirse así: “Podemos seguir peleando eternamente, pero si deponen las armas estoy dispuesta a firmar la paz en los términos que discutamos siempre y cuando incluya al conjunto”.

En su segunda certeza, Cristina recuerda que “el que decide es el Presidente. Puede gustarte o no lo que decida, pero el que decide es él. Que nadie te quiera convencer de lo contrario”. Otra vez las interpretaciones pueden ser al menos dos. Una, que CFK no quiere que la vinculen a los errores de gestión que atraviesan al oficialismo. Es probable. Sin embargo, la más interesante es la otra. La VP le dice a esos sectores del “acuerdo que abarque al conjunto” que realmente no es ella quien toma las decisiones. Sabe que un llamado suyo a un acuerdo nacional no sería creíble para un amplio espectro de la población, pero anticipa no sólo que no va a ser un obstáculo sino que tiene su bendición.

La verosimilitud de ese postulado se sitúa en el tercer punto: el reconocimiento de que Argentina tiene una economía bimonetaria que “no es un problema de izquierda ni de derecha” y que ese funcionamiento es una dificultad “estructural para la economía argentina”. No es casualidad, otra vez, que haya sido el pasaje que destacaron un (muy) importante empresario y un ex ministro de Macri en los mensajes que le hicieron llegar a Cristina a través de una persona de su extrema confianza. 

Cristina le marca el pulso a la política argentina desde hace al menos 13 años y todavía hay un amplio sector del círculo rojo que la analiza según sus amores, odios o rencores personales lo cual en general dificulta las conclusiones. En la entrega de hace tres semanas de #OffTheRecord titulada “Tiempo y dólares, monedas escasas” abordamos esta problemática: “Durante el último mandato de Cristina Kirchner, uno de los argumentos que explicaba el enfrentamiento permanente del oficialismo de entonces con varios de los sectores productivos y de poder de la Argentina eran las formas de la vicepresidenta. Cuatro años y nueve meses después, la agenda de un Fernández al que no se puede acusar de tener modos que promuevan el conflicto, es la misma que en el momento de mayor tensión del mandato 2011-2015: campo, dólar, justicia y medios de comunicación. ¿Por qué? Una aproximación podría ser que la mirada estética que tiene el sistema sobre las decisiones que modifican el rumbo inmediato de la Argentina va un poco más allá de los decibeles de las conversaciones privadas. Por eso, si bien las formas muchas veces son parte del fondo, hoy el gobierno tiene dos certezas. La primera es que si fuera Cristina Kirchner la que toma las decisiones, como se ha querido instalar desde que el Frente de Todos ganó las elecciones, la conformación del gabinete no sería esta”.

Cristina quiere orden y el rigoreo a los ministros tiene esa búsqueda que comparte, además, buena parte de los empresarios más importantes de este país. Alberto lo sintió como un apoyo. Así se lo confió a un asesor suyo: “Es Cristina en estado puro, dice lo que ve y lo que le molesta. Ha sido muy cuidadosa y generosa conmigo. Me gustó la carta”. Si CFK dice que hay cosas que no le gustan, confirma que no maneja al Presidente, interpretan en Casa Rosada. Alberto no piensa en cambios de gabinete, menos ahora que cualquier modificación sería vista como una decisión de la vice. 

Bonus track

  • A la jugada de pizarrón del ministro Eduardo de Pedro la bancaron Omar Perotti, Gustavo Bordet, Ricardo Quintela y Raúl Jalil. La coronó Gildo Insfrán en conversaciones con quienes proponían a Carlos Verna o a Beder Herrera. Finalmente, Ignacio Lamothe va a presidir el Consejo Federal de Inversiones.
  • El voto de la ciudadanía chilena el último domingo parece confirmar aquel cliché analítico que postula que, en la región, las cosas suceden por oleadas. Si antes de la pandemia la narrativa extendida era sobre una democracia que aparecía en riesgo, Bolivia y Chile mostraron un camino para una salida institucional. Otra lección, si cabe, con resonancia en Argentina: las élites tienen muy mal configurado el GPS sobre las percepciones populares. Basta recordar lo que se decía sobre las posibilidades del MAS de obtener una mayoría electoral o las ya célebres palabras de Sebastián Piñera, quien apenas días antes del estallido refirió a su país como "un oasis de estabilidad y crecimiento".
  • Lo mejor que leí sobre el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner fue el newsletter de María Esperanza Casullo: “Decisiones que ahora parecen las únicas posibles (romper con Duhalde, por ejemplo, la decisión de las candidaturas testimoniales de 2009) fueron ferozmente criticadas en su momento por gente que hoy las reivindica. Lo que definió la figura de Néstor Kirchner fue su coraje para tomar decisiones en momentos de tremenda incertidumbre”. 

Antes del libro, te quiero recordar que –producto de la situación global y del rubro en particular, pero también del ethos de Cenital– abrimos la posibilidad de que seas parte del proyecto a través del sistema de apoyo económico para poder seguir creciendo. Ya entregamos las primeras becas y medias becas para estudiar idiomas en el CUI y hay más beneficios como un curso de Darío Sztajnszrajber para quienes aporten a Cenital.

La recomendación de hoy es La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván

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