| |||
10/11/2020 Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Yo sé que no queda bien que me queje si escribo una vez por semana, pero que las grandes noticias aparezcan los lunes a la noche me permite pensar que hay una campaña en contra de #OffTheRecord que será debidamente denunciada en los organismos correspondientes. Facilidades extendidas para unos, aborto legal para otros, jubilaciones para el restoA última hora de ayer, el ministerio de Economía comunicó que negociará con el Fondo Monetario Internacional una línea de facilidades extendidas con el que se repagará el acuerdo anterior edificado por el gobierno de Mauricio Macri. A la vez, anunció el envío en los próximos días al Congreso de la Nación de una nueva fórmula de movilidad jubilatoria y el proyecto de ley de Interrupción Legal del Embarazo (ILE). El menú tiene opciones para todos los comensales: mirada fiscalista frente al Fondo, una fórmula sustentable para los adultos mayores y el proyecto de aborto para un sector de la coalición oficialista menos receptivo a los “no es el momento”. “El FMI presta para condicionar”, escribimos en alguna entrega anterior. Ahí es donde estará el desfiladero por el que tendrá que caminar Martín Guzmán, ya que los EFF (por su nombre en inglés, Extended Fund Facility) vienen con condicionalidades musicalmente esquivas a los oídos kirchneristas. El ministro preparó el terreno hace semanas para la misión que encabezan Julie Kozak y Luis Cubeddu: estabilizó -al menos momentáneamente- la economía, los actores económicos que le marcan el pulso al sistema no están en pie de guerra luego de la reunión con AEA del lunes pasado y planteó un sendero fiscal razonable y verosímil. Con esto último -fórmula de movilidad mediante- el gobierno se anticipó a la shopping list de Washington y volvió -en una foto que encabezó Guzmán, acompañado de Sergio Massa y Máximo Kirchner- a la fórmula Boudou que les mejoró el poder de compra a los jubilados y pensionados todos los años entre 2008 y 2015, excepto el 2014 con la devaluación de comienzos de año. En aquella fórmula -recordada por ser fifty-fifty-, la parte que hacía referencia a los impuestos determinaba que ANSES iba a pagar más cuando tuviera más ingresos. Las jubilaciones crecían al ritmo de la actividad vía recaudación tributaria y de la recuperación de los salarios. Un mix entre sostener la tasa de sustitución del salario y que el sistema fuera sustentable. ¿Cuándo perdían? Como se dijo, por ejemplo, frente a una devaluación: negociaciones salariales a la baja y actividad económica deprimida. Hablamos de la novedad con el ex director general de ANSES entre 2009 y 2015, Diego Bossio. –¿En qué se parece esta fórmula a la del 2008? –La fórmula es idéntica. Rescata todos los aspectos que estaban en la ley y algunos reglamentarios que se pusieron en el 2008 y básicamente es una fórmula que en su momento permitió aumentar el poder adquisitivo de las jubilaciones, dar confianza en un momento que no había credibilidad en ningún índice y una respuesta a las demandas de la justicia para evitar la litigiosidad en un momento muy complicado en ese sentido. Fue un error y una política equivocada haber salido de esa fórmula porque era una de las pocas políticas de Estado que tenían consenso en gran parte de la sociedad. En una Argentina donde no funciona nada es bueno volver a las cosas que sí funcionaron. –¿De qué depende que crezcan las jubilaciones? –De que haya un crecimiento real de los salarios y el empleo. El concepto central de la fórmula es que ANSES no está ajena a los vaivenes de la economía. Y si pretendemos que los jubilados en Argentina sean una prioridad, tiene que serlo también generar empleo genuino y que permita más aportes tributarios y fundamentalmente mejores salarios que van a impactar de manera directa en el poder adquisitivo de las jubilaciones. El juego de la sillaGuzmán tiene, además, una preocupación que no puede manejar: la silla del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Si bien Steven Mnuchin no intervino demasiado en las negociaciones con el staff, los ojos del oficialismo están puestos en los movimientos internos del Partido Demócrata que van a definir quién ocupará esa silla en la administración Biden-Harris. La tensión entre los progresistas verdes y el establishment azul muta a frustración si Georgia le da el Senado a los Republicanos, situación que limitará enormemente iniciativas de Biden en materia de actividad legislativa, designaciones o nominaciones judiciales. En ese contexto, los sectores de izquierda de los Demócratas impulsan a la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren para ocupar el lugar de Mnuchin. Esa improbable designación es la que en privado desea Alberto Fernández. Cada vez más lejos las posibilidades del megamagnate Larry Fink, los ojos se depositan en la integrante de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal Lael Brainard o la empresaria y ex gobernadora de Rhode Island, Gina Raimondo, que -según el NYT- es muy impopular entre algunos sindicatos por las reformas del sistema público de pensiones de su Estado. Lejos de los movimientos internos en el próximo oficialismo norteamericano, las dudas recaen sobre cómo, cuánto y de qué manera modificará la relación con América Latina la presidencia de Joe Biden luego de un liderazgo tan particular, pero a la vez determinado (y determinante) como el de Donald Trump. Sobre esto le preguntamos al ex director para América del Sur en el Consejo Nacional de Seguridad en la Casa Blanca durante la administración Obama-Biden y actual Director Adjunto del Programa Latinoamericano en el Wilson Center, Benjamin Gedan. –¿Se espera un enfoque hacia Venezuela más parecido al de la UE o similar al de la administración Trump? –El objetivo de Estados Unidos en Venezuela será igual: la renuncia de Nicolás Maduro y elecciones libres. Pero Biden reconoce que no vamos a lograr eso solamente con sanciones, así que invertirá más capital político en coordinación internacional para generar negociaciones entre el régimen y la oposición. –¿Espera algún tipo de cambio en la aproximación a las instituciones multilaterales? –En América Latina, atípicamente, la administración Trump ha apoyado las instituciones multilaterales, incluso la Organización de Estados Americanos, para resolver crisis. Biden hará lo mismo, aunque el rol futuro del Banco Interamericano de Desarrollo no es cierto dado su nuevo liderazgo. –¿Cuáles serían las consecuencias para la relación entre los EEUU y Brasil? –Los Estados Unidos no van a darle la espalda a Brasil; es francamente demasiado importante para la prosperidad de la región y tiene demasiado potencial como un socio diplomático y económico. Ni es Biden el tipo que guarda rencor a otro líder por ser amigo cercano de Donald Trump. Dicho esto, la política medioambiental irresponsable de Jair Bolsonaro, su hostilidad hacia la comunidad LGBT y su postura desdeñosa hacia la legislatura, las Cortes y la prensa brasilera va a generar tensiones inevitables con la administración de Biden. –¿Qué puntos de acuerdos y desacuerdos espera que se acentúen en la administración Biden en relación con Argentina? –La transición de poder ofrece a Argentina una gama de oportunidades para establecer vínculos más cercanos con Estados Unidos, incluso en la energía renovable, una prioridad nacional e internacional de Biden. Pero Biden y Alberto Fernández no coincidirán en todo. Biden, por ejemplo, va a compartir la desilusión de Trump con el desinterés general de Argentina por los derechos humanos en Venezuela y la preocupación de Trump sobre los vínculos cada vez más profundos entre Argentina y Pekín. A diferencia de Trump, Biden tampoco estará de acuerdo con el proteccionismo de Argentina, lo que es desincronizado con estrategias de comercio más atractivas en Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Acierto bolivianoHay que reconocer un enorme acierto de política exterior del presidente Alberto Fernández. Argentina dio refugio a Evo Morales y Álvaro García Linera cuando muchos veían apenas un golpe consumado y una fuente de problemas regionales. Quizás por su propia historia, y la de la fuerza política que integra, el Presidente desconfía de cualquier sentencia dictada de antemano sobre la posibilidad del regreso al poder y de los augurios sobre derrotas definitivas. Desde hace unos días llegó al poder el que quizás será su primer aliado incondicional en América del Sur. Lejos de la ética de la convicción, el presidente argentino podría aproximarse a un tema menos luminoso, pero igual de necesario que los aciertos políticos a la hora de gobernar: los dólares. En el año 2007, Argentina firmó con la Bolivia de Evo Morales un contrato para suplir la creciente falta de gas local. El gas boliviano, en ese entonces, era mucho más barato que el GNL. Este acuerdo le permitió ahorrar un gran volumen de divisas a nuestro país hasta 2018 cuando empieza a haber una mayor competencia entre los precios del GNL y el gas de Bolivia. La gestión de Fernández tiene por delante una nueva negociación ya que la última adenda se firmó en diciembre de 2018 y vence a fin del corriente. En principio, el objetivo del lado argentino es demandar más gas en invierno y cada vez menos en verano, pero el país que gobierna el MAS quiere un esquema fijo -o plano- a lo largo de todo el año. El monto proyectado para este año son 930 millones de dólares con un precio de cuatro por millón de Btu. Sin embargo, la secretaría de Energía entiende que con el esquema nuevo de plan de estímulo va a licitar un bloque uniforme y lo van a ir modificando a nivel de la demanda. It’s a developing story. Por su parte, Brasil tenía con Bolivia un contrato desde el 99 por 30 millones de m3 día y el objetivo estaba determinado por la necesidad de abastecer de gas al sector de generación. El contrato venció en 2019 y la renegociación con Petrobras bajó a 20 millones de m3 día. ¿Los motivos? Por un lado se diversificó el abastecimiento brasilero porque privilegió las terminales de regasificación en la costa y, en segundo lugar, Bolivia no tuvo los resultados esperados en la fase de exploración; por eso es que le viene cayendo la inyección de gas natural. El problema de fondo es que si no se recupera, difícilmente Bolivia pueda abastecer en los próximos años conjuntamente a Brasil y Argentina. El objetivo de Energía, entonces, es que algún interlocutor homologado por la Rosada se siente con los industriales paulistas para que los vecinos le compren gas a la Argentina con el fin de amortizar el gasoducto que puede ir de Vaca Muerta a Brasil. Esto implicaría, infelizmente, jorobar a los amigos bolivianos. ¿Qué dirá el Presidente? Fernández dio otra señal de pragmatismo en su viaje para la asunción de Luis Arce. Lo curioso, lo hizo con el mismo gobierno. Se reunió, en forma separada, con el vicepresidente segundo del gobierno español, Pablo Iglesias, referente del ala izquierda de la coalición que encabeza Pedro Sánchez, y con el Rey Felipe. En vez de angustia, puede haber sentido algo de gracia. Pablo Iglesias es republicano y se ha pronunciado de forma expresa por la abolición de la Monarquía. Bonus track
Antes del libro, te quiero recordar que –producto de la situación global y del rubro en particular, pero también del ethos de Cenital– abrimos la posibilidad de que seas parte del proyecto a través del sistema de apoyo económico para poder seguir creciendo. Ya entregamos las primeras becas y medias becas para estudiar idiomas en el CUI y hay más beneficios como un curso de Darío Sztajnszrajber para quienes aporten a Cenital. La recomendación de hoy es ¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones? de Adam Przeworski. Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio. Iván |
No hay comentarios:
Publicar un comentario