Porque existió la mano de D10S, pero también esa obra de arte de Diego Armando Maradona, ese barrilete cósmico que cambió nuestras vidas y que estos versos publicados por primera vez hace 20 años hoy, así, lo quieren recordar.
Por Norman Petrich | Ilustración: Leo Olivera
el último emperador
el morocho dibujó con sus pies
signos indescifrables
firuletes
de bailarines de tango
sobre el campo sagrado
del templo azteca
dioses y hombres se conmovieron
ante semejante ofrenda
el hielo de siberia tembló y se quebró
por esa figura de fuego
los dragones de oriente se dejaron ver
surcando cielos milenarios enloquecidos
el sur encendió las fiestas
que las ciento cinco tribus del áfrica
danzaron en un ritual inacabable
los hijos y nietos de la reina sólo pudieron
exclamar oh my god
mientras las gaitas escocesas coronaban agradecidas
a este nuevo rey
un último emperador
surgido del barro
quien no había nacido para comerse las naranjas
sino para mecerlas en el aire
hipnotizadas por sus pies
como si fueran extraños objetos de adoración
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