domingo, 13 de septiembre de 2020

JOSE GARRIGA ZUCAL. OPINION ANFIBIA.

 Si el reclamo era legítimo se desvirtuó cuando los que protestaban llevaron sus armas. Más que una negociación pareció una amenaza, una apretada, que desembocó en el rodeo a la Quinta de Olivos. En este episodio quedó en evidencia que la cadena de mando está rota. Porque el desprestigio sobre los jefes policiales impide construir la autoridad necesaria para conducir a la fuerza. Repetimos. Para los subordinados los jefes no pueden legitimar su autoridad porque están alejados del trabajo “real” y preocupados por sus negociados. Pero no sólo eso. La cadena de mando política tampoco existe. El control político sobre la Bonaerense brilla por su ausencia. El ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni fue incapaz de intervenir y encauzar los malestares policiales. Se suma así a una larga lista de funcionarios que no quisieron -no pudieron- intervenir a la bonaerense.

 

El monstruo es gigante, está armado y nadie lo conduce. Contagia. Feo escenario

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