El método estrepitoso de la oposición tiene sus émulos en el oficialismo, cuyos representantes no tocan la bocina de sus autos pero debaten por los medios en tono airado, desviando la atención de las cuestiones de fondo con las que el gobierno nacional va encarrilando su gestión, en las condiciones más adversas imaginables. El ejemplo más nítido lo dieron el secretario de asuntos legislativos de la jefatura de gabinete de la Nación, Fernando Navarro, y el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, muy interesados cada uno en aspiraciones políticas ajenas a sus respectivas funciones. El precio de estas frivolidades lo paga el gobierno del Presidente Alberto Fernández, a quien los propios le hacen más daño que los ajenos.
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