martes, 27 de marzo de 2012

Mayor Benardo Alberte, Memoria Peronista IV


Carta de Bernardo Aberte a Videla antes del 24 de Marzo de 1976 cuando fue asesinado. 
Escrito por Pablo Crocchi
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Alberte: Ahí tomé definitiva conciencia que los Lanceros de Bengala y sus batallones cipayos estaban pasando a degüello a la India.
BERNARDO ALBERTE ¡PRESENTE!
 
Por Pablo Crocchi
 
El sábado 22 de marzo recibí este correo del compañero Bernardo Alberte, siempre atento y consecuente con todas las cuestiones que comprometen al interés del Pueblo.
 
Esta vez no era referente a la deuda externa ni al hambre de nuestros niños, sino a su padre -tal vez su mejor amigo-, y a la vivencia más trágica que le tocó vivir.., y que nos involucra a todos los compañeros y buenos soldados argentinos por igual: el alevoso homicidio del teniente coronel Bernardo Alberte, primera víctima del maldito Proceso liberal-genocida-vendepatria de Videla y Martínez de Hoz, asesinado en la madrugada del 24 de marzo del ’76 por infames cipayos uniformados que aún pululan impunes en algún lugar.
 
El destacado militar y compañero don Bernardo Alberte era un oficial distinguido por sus cualidades y aptitudes, que siendo capitán fue destinado a edecán presidencial del Presidente Juan Perón en los tiempos en que se produjo el bombardeo a Plaza de mayo y la contra-revolución fusiladora del '55. Es decir: le tocó bailar con la más gorda. Y vaya si bailó... y con que estilo, digno de Gardel, Evita y del mismo General.
 
Fue su Delegado personal en el Movimiento Nacional Peronista en momentos difíciles de la década del sesenta, gozando de plena confianza por ser un hombre incorruptible.
 
En el ’55 preso y luego dado de baja sin recibir ni una moneda del Estado, se las rebuscó de cien formas para alimentar y sostener a su familia.

Fue elemento decisivo de la Resistencia Peronista, asesorando, adoctrinando y enseñando formas eficaces de organización para la acción: su pequeña lavandería era visitada discretamente por los cumpas que mantenían viva la brasa con la que encenderían –años después- la hoguera que iluminó el sendero a toda nuestra América Latina en los ‘70.
 
Jamás recibió prebendas, becas públicas ni beneficios personales: su vida personal siempre estuvo dedicada al servicio de la Patria, como don Arturo Jauretche, Squerre, Phillipeaux, los nobles militantes de esa época y todo buen soldado de la escuela sanmartiniana de Güemes. Leopoldo Marechal lo inmortalizó sin mencionar su apellido en Megafón o la Guerra y muchos lo admiramos sin conocerlo.
 
Decía Perón: -los verdaderos soldados no suelen quedarse a mitad de camino, salvo que allí los encuentre la eternidad de la gloria..., y como no podía ser de otra forma ese fue el destino de don Bernardo.
 
Advertido del maniobraje liberal que reemplazó bajo presión al general Numa Laplane y sus colaboradores de la conducción del Ejército preludiando el Golpe, y de la artera estrategia de los servicios de inteligencia que allí comenzaron contratar delincuentes para combatir a una subversión ya derrotada, siendo tal vez el verdadero origen de la llamada AAA, según algunos los servicios de las tres fuerzas armadas que luego intensificarían su accionar, denunció públicamente estas maniobras intentando impedir el trágico desenlace del 24 de marzo, que tantos coloniales de izquierda y derecha coincidieron en alentar y luego aplaudieron miserablemente sin importarles la represión brutal que se desataba sobre el Pueblo... hasta que también los afectó a ellos.
 
Supe de algún oficial de granaderos que se mofó de la Presidente convencido de la necesidad de terminar con el desgobierno, es decir, un traidor; escuché de periferia erpiana que la caída del gobierno era el objetivo táctico porque al caer las caretas el pueblo se despabilaría adhiriendo a sus delirios de la lucha armada; supe de Calabró, sindicalista gobernador de Buenos Aires, que recibió al gobernador golpista con un ágape en la casa de gobierno de La Plata; también supe de gente que esa noche concurrió a la plazas principales de sus ciudades para protestar contra el anunciado golpe; a los meses escuché a Borges diciendo, después de almorzar con Videla: -“este es un gobierno de caballeros...

Ahí tomé definitiva conciencia que los Lanceros de Bengala y sus batallones cipayos estaban pasando a degüello a la India.
 
Sin embargo debía saberlo, mi padre me alertó el 24 de marzo: -Esto pinta muy feo, anoche asesinaron a un camarada, una leyenda viva del Movimiento Peronista, Alberte, el alma de la Resistencia... Siempre lo admiré: cuidáte...

Sus ojos estaban húmedos de emoción. Yo era muy joven, pero lo entendí, y al rato llorábamos abrazados como ese 1° de julio cuando despedimos al General. (Bernardo Alberte (h).

Fuente, Nac y Pop, red nacional y popular de noticias.

GB

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