Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Víctima o no del sistema métrico decimal, quería contarte que este es el envío número 200 de esta entrega. Gracias. “Uno prestó el lugar, otro los muchachos”. El resumen parte de un colaborador de Javier Milei en referencia al acto que el libertario realizó en Parque Norte con Luis Barrionuevo. El sujeto tácito es Armando Cavalieri que, según sugieren en La Libertad Avanza, empezó a participar por ahora tenuemente del armado de Milei y aleja al candidato de su proverbial pelea contra la casta. Uno de los argumentos que sostiene esa versión, no confirmada por el gremio, es la presencia de Marcela Di Giacomo, octava candidata en la lista de legisladores por la Ciudad de Buenos Aires que lleva como jefe de Gobierno al español Ramiro Marra. Cerca de Marra lo niegan terminantemente: “Trabaja con nosotros hace tres años, fue candidata de Espert y no llegó por ningún gremio”. No es el sindical el único armado que generaba inquietudes en un sector del círculo rojo que acompaña a Milei. Las versiones que situaban a Santiago Viola, Guillermo Scarcella y Freddy Lijo cerca del libertario fueron desestimadas: Milei los desconoció a todos en un reportaje con Jonatan Viale y validó su relación con Mariano Cúneo Libarona, el candidato más firme a presidir el Ministerio de Justicia. Fue en la misma semana que sorprendió el enfrentamiento entre Milei y Eduardo Eurnekian. Ya sea por su afecto al papa o por una estrategia de despegue, Eurnekian castigó a su creación dos veces en 15 días. Las versiones oscilan entre una jugada preparada, un genuino rechazo del Armenio a las declaraciones del candidato y preocupaciones de la compañía por eventuales complicaciones en materia de compliance por cotizar en la bolsa de Nueva York. Milei retrucó. Dijo que Eurnekian esconde las razones de su queja que son, en realidad, un reparo del libertario en asignarle el negocio de la fabricación de los DNI. Quien debería validar ese emprendimiento, llegado el caso, es Guillermo Francos, que fue -hasta hace meses- parte de Corporación América. Francos tiene, además, otros problemas: el ex titular del BID Mauricio Claver Carone lo acusó de haber sido, sucesivamente, el más albertista, kirchnerista y luego massista de los funcionarios, antes de recabar en las filas libertarias. Cuentan que Claver tiene con Francos un encono personal, ya que nadie puede sacarle de la cabeza que fue él, y no otro, el responsable del correo anónimo que terminó con su carrera en el Banco, tras un amorío ilícito con una funcionaria jerárquica, que se benefició de bonos y ascensos, además de la atención del oriundo de Florida. Mientras tanto, varias de las preocupaciones periodísticas -y de algunos manifiestos profesionales- expresados públicamente giraron en torno a las convicciones democráticas de Milei. El análisis es interesante por lo que dice y por lo que omite. El último foco fue su negativa a compartir un programa de televisión en función de la orientación u opinión personal del candidato en relación a los invitados del ciclo. La impugnación es extraña. La regla de los referentes de Juntos fue elegir dónde ser entrevistados y, en general, no someterse a interrogatorios exigentes excepto que evalúen que tenga algo significativo por ganar haciéndolo. Es más: en uno de esos canales, puntualmente Todo Noticias, revelaron la noche del debate vicepresidencial que Jorge Macri se había negado a debatir con sus rivales porteños. Nadie cuestiona por ello sus credenciales democráticas. La novedad de Milei, en este sentido, es que no acude a velos ni excusas. El libertario hace bandera de que va a dónde le da la gana. Encontrar en esto un dejo antidemocrático y no en las expresiones que tuvo contra varios de sus rivales políticos es un exceso de amor propio de la prensa. Una mirada sobre la forma en que encarna la vocación democrática en el candidato de LLA debería en cambio detenerse en su forma de tratar la oposición, la disidencia y la diversidad de miradas. Una operación que requeriría no sólo inquirir más profundamente sobre las simpatías procesistas de su vice -a esta altura una obviedad- sino revisar su verba, que incluye tildar de ladrones y corruptos y equiparar a los autoritarismos venezolano o nicaragüense a todos aquellos que osaron manifestar en algún momento una determinada sensibilidad progresista por pequeña que fuera, como un comportamiento inaceptable. El problema es que es una conducta similar a la que alimentaron, muchas veces, algunos de esos medios y con la que el bullrichismo encaró la elección interna contra los integrantes de su propio espacio que apoyaron las boletas de Horacio Rodríguez Larreta o Martín Lousteau. El que a hierro mata, a hierro muere. La centralidad de Milei es también novedosa en términos del discurso y las discusiones que lleva al ágora pública, pero también sus sensibilidades. No hay demasiada originalidad en explorar sus alineamientos internacionales que lo llevaron a ser orador, junto a Giorgia Meloni, en uno de los últimos cónclaves internacionales organizados por la ultraderecha española de Vox, en su carácter de firmante de la Carta de Madrid o en que el conspiracionista estadounidense Tucker Carlson haya encontrado interesante viajar a Buenos Aires para entrevistarlo. Pero habría que indagar en mayor profundidad en la medida en que sus adherentes, varones hiperconectados, comenzaron a imponer de forma masiva una estética y un discurso importados de los Estados Unidos de manera lineal, algo que no registra antecedentes ni siquiera en el pasado reciente, cuando el kirchnerismo y el macrismo dieron algún contenido más claro a la tradición ideológicamente transversal del peronismo y el radicalismo, mucho más explicados por las divisiones de clase y sensibilidades argentinas que por el eje izquierda-derecha. Un usuario anónimo de X-Twitter señalaba con cierta ironía un evento donde distintas personas, de todas las edades y a veces con niños de la mano, eran alentadas a fotografiarse con motosierras en funcionamiento como una texanización de la política argentina. Más allá de las declaraciones de campaña, los organismos internacionales de crédito tendrán una parada importante para el país en Marrakech, entre el 9 y el 15 de octubre, cuando se realice la reunión anual del Fondo Monetario Internacional. Trascendieron en el país las declaraciones del responsable del área internacional del Tesoro estadounidense, Jay Shambaugh, respecto de la naturaleza de corto plazo de las intervenciones del Fondo y de la necesidad de “reformas” y “ajustes” en la política de los países miembro que enfrentan dificultades, a las que subordinó la aprobación de acuerdos, préstamos y refinanciaciones. Un mensaje que apareció teledirigido al gobierno argentino y que abona la teoría de que fueron la presidencia -y en particular el área de seguridad nacional estadounidense- las que facilitaron la aprobación de la última revisión. Más desapercibida pasó la declaración de Shambaugh sobre la “apertura” del Tesoro a reformar la política de sobrecargos, una cuestión que cobró protagonismo porque hoy los paga también Ucrania, pero que estuvo siempre en el centro de las posiciones negociadoras argentinas. También aparece en debate en Marrakech la cuestión del Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad del FMI, creado en 2022, con maturities de hasta 20 años y 10 años de gracia. Estos fondos -que por ahora suponen montos muy pequeños y se destinan a acción climática y de preparación pandémica- tienen condiciones mucho más favorables a las habituales del Fondo y podrían beneficiar a países emergentes como la Argentina y también a países de bajos ingresos. Con una participación reducida, por el contexto electoral -y muy condicionada por las renegociaciones de su deuda- Argentina podría, como en el BRICS, maximizar sus contactos con el gobierno brasileño para defender con fortaleza una posición favorable al país. La reforma del organismo fue parte del discurso de Lula ante Naciones Unidas la última semana, cuando recordó que “el año pasado, el FMI ofreció 160 mil millones de dólares en derechos especiales de extracción para países europeos, y solo 34 mil millones para países africanos”. Last but not least, el peronismo explora realmente los límites de aquel postulado que le permitió ganarle a Mauricio Macri: unidad hasta que duela. “Si era complicada con Kulfas y Losardo imaginate con Gerardo Morales”, ironiza un peronista que celebra la “apertura indiscriminada” de Sergio Massa que le dio al oficialismo en la última semana una confianza en el triunfo que hacía tiempo que no se escuchaba. Con encuestas que oscilan entre empate técnico y seis puntos de diferencia a favor de Milei, Massa logró hacer lo que mejor hace: crear escenarios. Este: transformar en posible algo que parecía no serlo. Lo que tampoco se detiene son los conflictos entre el macrismo y el radicalismo. Este matrimonio por conveniencia que lleva casi 9 años encaró un proceso de fractura que parece no tener retorno. La historia reciente es conocida: un colaborador de Mario Negri le saca una foto a Emiliano Yacobitti sentado en su banca, que termina con todos los medios señalando a Evolución como los responsables del triunfo parlamentario de Massa. Acto seguido, Macri los sentencia: “El populismo es contagioso”. Yacobitti le respondió: “Hace tiempo que le falta el respeto al radicalismo”. Lo propio hizo Morales que, además, compartió un acto con su amigo Massa y Gildo Insfrán, la bestia negra del liberalismo argentino. Todo este ruido generado por Macri abre un interrogante. ¿Por qué insiste Il Duce en generar problemas de convivencia interna antes de las elecciones? La hipótesis de sus rivales es una sola: no quiere quedar como el responsable de un tercer lugar de JxC -y por eso señala al radicalismo, al que además desprecia desde las tripas- y, a la vez, especula con estar cerca de un triunfo de Milei con final abierto. “Si le va bien, yo estoy; si le va mal, me van a venir a buscar”, razona Macri. Ese encuadre encuentra límites igual de sólidos que su expresión de deseo. Si bien no habló públicamente -y es difícil pensar que lo haga antes del 23 de octubre- Lousteau piensa lo mismo que Yacobitti y Morales. La pregunta es qué hará el radicalismo en un eventual ballotage entre Massa y Milei, máxime cuando ya se habrá consolidado -eventualmente- la alianza de gobernabilidad entre Macri (p) y Marra en la Ciudad de Buenos Aires. Al motivo de la interna con Daniel Angelici -ya en su proceso de fade out- que reveló #OffTheRecord se le sumaron otros nodos de recursos relevantes aunque Blackri decidió dejar en suspenso las tensiones al menos hasta las elecciones generales. Algunos, preocupados, sostenían que de cristalizarse la pelea entre ambos va a ser difícil estacionar en la Ciudad de Buenos Aires. Maledicencias. Antes de terminar quiero invitarte a dar una vuelta por otros newsletters que vienen aportando miradas diferentes sobre temas que son parte de la agenda de campaña. En definitiva, de eso se trata lo que hacemos en Cenital. Nicolás Sidicaro, por ejemplo, analizó en su #LluviaDeInversiones el rol de las empresas públicas en el desarrollo argentino de las últimas décadas. Juan Elman, por su parte, abordó en su #MundoPropio cómo el crimen organizado se apropió de Ecuador. “Allí donde el Estado pierde competencias, la economía formal se achica y la cooperación regional brilla por su ausencia, el crimen organizado se vuelve una amenaza latente y real”, explica en una frase que me gustó. Y, por último, te dejo esta nota en la que Federico Poore indaga en ciudades que se volcaron al experimento libertario de vivir con el mínimo Estado posible. Spoiler: agresores sexuales, problemas por falta de servicios públicos, aumento del delito e invasión de animales silvestres (!). Como siempre te recuerdo, este tipo de notas podemos hacerlas gracias al apoyo de nuestros lectores. Si te gusta nuestro periodismo, ayudanos a que podamos seguir haciéndolo y sumate vos también a nuestro círculo de Mejores amigos. Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio. Iván. |
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