PÁNICO A LA PANDEMIA.
¿DE QUÉ NOS DEFENDEMOS?
¿DE UN VIRUS O DE LA III GUERRA MUNDIAL?
1. “ESTAMOS EN GUERRA CONTRA UN ENEMIGO INVISIBLE”
Desde que el presidente de Francia pronunció la frase, todo el mundo está hablando ya de la
pandemia repitiendo que “estamos en guerra contra un enemigo invisible”.
Pareciera que esta guerra es contra un virus. Pero como mínimo hay que hacer dos
observaciones a esta visión superficial.
Por un lado, si estamos en una guerra con una “pan”-demia (es decir, epidemia global o
mundial), significa que estamos en una guerra mundial.
Por otro lado, los virus no son invisibles, sólo hace falta un microscopio para verlos.
¿Dónde está o quien es entonces el enemigo invisible que genera esta guerra mundial?
¿Qué clase de guerra es esta III guerra mundial?
2. SOBRE EL ORIGEN DE LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS
Circulan dos interpretaciones sobre el origen de la pandemia que aluden a dos realidades
preexistentes. Ambas interpretaciones son viables y además pueden ser complementarias.
2.1. LA HIPÓTESIS DE LA III GUERRA MUNDIAL
Por un lado está la interpretación geopolítica de la III guerra mundial.
Esta interpretación se basa en el hecho de que desde hace años el mundo vive en guerras
locales en que se enfrentan intereses geopolíticos de diversas potencias. El Papa Francisco
la calificó hace ya algún tiempo como “la tercera guerra mundial por partes”.
En cada parte de esta guerra vemos que lo que se desarrolla son guerras civiles. La excusa
para el inicio de tales guerras civiles puede ser cualquier “grieta” heredada de la historia
antigua o reciente: reivindicaciones étnicas, lingüísticas, territoriales, religiosas,
antidictatoriales, anticorrupción, antiterrorista, etc. etc. etc. El listado de guerras civiles
arranca en la disolución de Yugoslavia y pasa por Afganistán, Irak, Libia, Siria, Ucrania;
incluye intentos aun inconclusos como Venezuela, Hong Kong y Bolivia.
Esa guerra entre potencias no se ha limitado a escenarios abiertamente bélicos.
También incluye maniobras políticas de disolución de vínculos civiles de larga data como
el Brexit y la amenaza seudodemocrática de la independencia de Cataluña.
No faltó tampoco el enfrentamiento económico directo entre potencias incluyendo guerra
de divisas con devaluaciones del dólar, del yuan y del euro, guerra del petróleo contra
Rusia e Irán, guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Pero esta III Guerra Mundial tiene otro aspecto de guerra civil: la guerra de “los ganadores”
de la globalización neoliberal contra “los pueblos perdedores” de dicha globalización.
Los “ganadores del modelo” aprovecharon la revolución tecnológica para apropiarse del
valor agregado que pudo hacerse con trabajo de máquinas sustituyendo el trabajo humano.
El resultado de esta revolución tecnológica, que podría haber sido una innovación para el
bienestar social, fue en cambio la exclusión de enormes masas de trabajadores. Algunas
estimaciones sostienen que para el establishment mundial sobran entre 3.000 y 3.500
millones de personas en el mundo. Si consideran que estos pueblos “sobran” es lógico
sospechar que tienen múltiples planes para eliminarlos.
Ahí está la represión a los migrantes de África y Medio Oriente hacia Europa occidental, a
los migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos o el sitio de Israel a los palestinos.
Ahí están las “reflexiones” amenazantes de geronticidio del Primer Ministro Japonés hace
algunos años y de Cristine Lagarde más recientemente sobre que los ancianos no deben
vivir tanto porque amenazan el equilibrio fiscal del sistema previsional.
Ahí están desde hace décadas las sospechas de que otros virus como el HIV, el ébola o las
llamadas gripe aviar y gripe porcina fueron ataques de exterminio masivo.
Todas estas realidades son previas al coronavirus. ¿Qué interpretación puede hacerse de la
evolución de esta pandemia a la luz de aquellas realidades preexistentes?
La infección del coronavirus empieza en China, salta a Irán matando a altos cargos del
gobierno y salta luego al norte de Italia. Cualquiera que dibuje esa dinámica en un
mapamundi verá que se trata de la histórica “ruta de la seda” que la expansión china de la
actualidad pretende volver a poner en funcionamiento. Es razonable sospechar que los
Estados Unidos podrían estar detrás de ese ataque en su guerra comercial con China.
Simétricamente, es lógico sospechar que alguna de las potencias afectadas por el
coronavirus podría haber devuelto el golpe diseminándolo en Estados Unidos.
La “población de riesgo” para la infección del coronavirus son los mayores de 65 años. El
80% de los muertos por coronavirus tiene en promedio casi 80 años y más del 90% de los
muertos son mayores de 60 años. Curiosamente el coronavirus mata prioritariamente a los
jubilados y pensionados. Es razonable sospechar que el establishment socioeconómico de la
globalización neoliberal podría estar detrás de una eliminación de la población causante del
déficit financiero de los fondos de pensiones y jubilaciones, tanto públicos como privados.
El establishment global de los multibillonarios que se reúnen en foros mundiales
exclusivos, como el Foro de Davos y el Club Bilderberg y seguramente otros que no
conocemos, no se identifican necesariamente con una única nación y además tienen
capacidad de acción “invisible” por encima y al margen de los gobiernos de los estados.
2.2. LA HIPÓTESIS DE UN VIRUS MUTANTE NATURAL FRUTO DE LA
GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL
Por otro lado está la interpretación político-ecológica de esta pandemia,
La globalización neoliberal diseñó un mundo en el que en los países centrales de este
capitalismo salvaje se enriquecen exponencialmente con la valorización de las acciones de
sus empresas gracias a la globalización financiera alimentada y protegida por los
principales bancos centrales del mundo.
Mientras tanto, sus empresas se deslocalizaron a países de la periferia para generar la
maximización de beneficios de corto plazo produciendo en gran escala en condiciones
laborales, fiscales y ecológicas de máxima depredación.
Todo ello explotando sin límites energías fósiles contaminantes, los desechos industriales
tóxicos, la destrucción de ecosistemas enteros y la contaminación del agua potable.
En este proceso las agroindustrias alimentarias procesadoras de carnes tienen un papel
crucial, combinadas con la precariedad socioeconómica de grandes concentraciones de
mano de obra barata, cuya alimentación se hunde en la mayor insalubridad.
La cría industrial de múltiples especies animales en estas condiciones insalubres genera la
coexistencia social en hacinamiento de animales y humanos, en condiciones tales que se
hace factible el salto de los virus animales hacia los humanos con una mutación del virus.
Los principales lugares del mundo que han sufrido este tipo de incorporación a la
globalización neoliberal son los países de Asia, muy especialmente China e India.
Todas estas realidades son previas a la actual pandemia del coronavirus. ¿Qué
interpretación puede hacerse de la evolución de este fenómeno a la luz de aquellas
realidades preexistentes?
La situación socioeconómica de los trabajadores de la provincia china de Wuhan,
incluyendo una alimentación más o menos generalizada con carnes de animales salvajes,
verifica las condiciones que harían posible la mutación de un virus animal que podría
infectar a los humanos.
La interrelación política, social y comercial entre China e Irán hace muy factible la
transmisión del virus por vía aérea y el rápido contagio de la infección de un país a otro.
Por la misma razón y por los mismos medios el virus pudo expandirse por vía aérea
rápidamente al resto del mundo.
Es lógico sospechar que los intereses económicos interrelacionados, chinos y occidentales,
de la globalización neoliberal pueden ser los culpables de estas pandemias por sus métodos
antiecológicos y antisociales de producción, distribución y consumo.
Si esto es así, es lógico esperar que nuevas y más criminales pandemias azoten a la
humanidad como consecuencia de la maximización de beneficios de corto plazo de la
globalización neoliberal.
2.3. LAS DOS HIPÓTESIS EXPUESTAS PUEDEN SER COMPLEMENTARIAS
Las hipótesis de la III Guerra Mundial y de la generación de virus mutantes por la
depredación político-ecológica neoliberal pueden ser complementarias.
El debate de si el coronavirus es una fabricación de laboratorio como arma de guerra o de si
es un emergente biológico natural de la globalización neoliberal puede ser ocioso desde el
punto de vista de sus consecuencias.
El virus pudo haber sido generado con ingeniería genética en un laboratorio militar y haber
sido usado como arma arrojadiza. En este caso sería ingenuo creer que, si nos defendemos
bien de este virus, no nos infectará ningún otro virus.
Ninguna guerra se reduce a un único
cañonazo; las guerras biológicas tampoco
El virus pudo haber mutado naturalmente y luego ser usado como arma de guerra contra un
enemigo. En este caso vale la misma reflexión del caso anterior. Deberíamos prever una
defensa contra nuevas armas biológicas naturales lanzadas en la III Guerra Mundial.
El virus pudo haber mutado naturalmente, pudo diseminarse por la lógica de transporte y
comunicaciones de la globalización, y luego ser aprovechado políticamente como parte de
una estrategia preconcebida. La reflexión sigue siendo la misma. Nuevos virus mutantes del
sistema agroindustrial de la globalización neoliberal seguirán generando pandemias que
serían útiles a estrategias genocidas de algunos poderosos del mundo.
Reducir el debate a una confrontación entre explicaciones de tipo conspirativo y
explicaciones de tipo marxista-ecológico es inútil respecto de la realidad que afrontamos.
La realidad es que los países periféricos ya estábamos expuestos, antes del coronavirus, a
una dinámica político-militar-económica global impuesta por grandes potencias que nos
infligía agresiones devastadoras, según los casos, de naturaleza financiera, o de
confrontaciones civiles, o de carácter militar convencional.
Ahora sabemos que también estamos expuestos a agresiones devastadoras de carácter
epidemiológico (viral o bacteriano) que provienen de una globalización neoliberal en crisis
sistémica que provoca tanto desastres ecológicos como guerras entre potencias.
3. NECESITAMOS UNA ESTRATEGIA DE DEFENSA NACIONAL INTEGRAL
Necesitamos una estrategia de defensa nacional integral frente a la totalidad de las
agresiones provenientes de la globalización neoliberal en quiebra.
3.1. La posición más conveniente para la Argentina y el mejor aporte que podemos hacer a
la humanidad frente a la III Guerra Mundial es la neutralidad.
En la medida de nuestras posibilidades, deberíamos contribuir a que toda América Latina
sea solidariamente neutral, proponiendo un Nuevo Orden Internacional Integralmente
Sostenible con un Nuevo Sistema Monetario Internacional.
3.2. La neutralidad en una guerra mundial que promueve guerras civiles nacionales consiste
en que en nuestro país no haya guerra civil. Esto exige un programa de Unidad Nacional
para el desarrollo sostenible de largo plazo que debe negociarse con todos los sectores
sociales, económicos y políticos. Tras la experiencia mundial de la pandemia, resulta obvio
que el liberalismo antiestatista es un infantilismo ideológico. El poder del estado en una
estrategia nacional es insustituible. La preocupación de todos debe ser que la conducción
del estado sea democrática y que esté al servicio de un proyecto nacional compartido.
3.3. La defensa nacional ante una estrategia del establishment mundial que busca el
genocidio de los más débiles es una política de estado para el fortalecimiento
socioeconómico y sanitario de la niñez, la ancianidad y las personas con minusvalías.
3.4. La defensa nacional ante las eventuales consecuencias de una guerra mundial biológica
exige la multiplicación de la inversión pública en ciencia y tecnología bioquímica, médica
y farmacéutica. La aplicación práctica de esta defensa presupone la vacunación masiva
frente a enfermedades habituales y frente a enfermedades potenciales. Curiosamente la
OMS califica hoy a la Argentina como país con riesgo de fiebre amarilla; sería conveniente
curarse en salud con la vacunación masiva contra la fiebre amarilla.
3.5. Una estrategia de defensa nacional presupone un plan de logística nacional apropiada a
las necesidades. La logística nacional se asienta siempre en la estructura de producción de
bienes y servicios del sistema socioeconómico nacional.
Esto supone un plan estratégico nacional que abarque: salud pública, soberanía alimentaria,
soberanía energética, soberanía monetaria, sustitución de importaciones críticas y políticas
industriales nacionales (con producción privada y estatal cuando fuere necesario).
3.6. Una estrategia de defensa nacional requiere la movilización de los recursos humanos
disponibles. Argentina debería crear unas Fuerzas Nacionales de Defensa Civil y Militar,
capacitadas para actuar ante catástrofes como inundaciones, incendios forestales,
terremotos, tsunamis y pandemias, a la vez que deberían estar capacitadas militarmente
para defender la plena soberanía del territorio nacional. Esto debería incluir un servicio
cívico-militar obligatorio para hombres y mujeres.
3.7. La defensa nacional ante un ataque biológico imprevisto no puede basarse
duraderamente en paralizar el sistema socioeconómico nacional.
La logística es sinónimo de producción de todo tipo de bienes y servicios para el
abastecimiento de toda la población.
La acción de las fuerzas de defensa nacional es sinónimo de trabajo urgente para defender a
la población de riesgo y para mitigar los focos del peligro, de cualquier tipo que sean.
Tomando la metáfora de una nación que sufre un ataque de bombardeo aéreo, es válido que
en la emergencia inesperada toda la población se esconda en los refugios. Pero sería suicida
que luego toda la población se quedara escondida en los refugios durante mucho tiempo.
Una drástica cuarentena como defensa inmediata ante la emergencia biológica es correcta
en el corto plazo. Pero debemos desarrollar una logística que nos permita salir de las
emergencias lo antes posible. La experiencia de esta pandemia nos enseña que, entre otras
cosas, nos falta una logística de defensa biológica que permita que el grueso de la población
retome sus trabajos habituales con la protección de abundantes recursos farmacéuticos, de
higiene y con vestimentas descartables apropiadas para no contagiarse.
Mario Eduardo Firmenich
28 de marzo de 2020
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