Cenital dialogó con Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales, sobre el flamante acuerdo Mercosur-UE.
Juan Elman
4 de julio de 2019 11:07 hs
juan@cenital.com @juan_elman
4 de julio de 2019 11:07 hs
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Para entender mejor el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, y a la espera de más detalles sobre el texto, dialogamos con Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario y especialista en negociaciones comerciales internacionales.
Con lo que tenemos hasta ahora, ¿qué te parece en líneas generales el acuerdo?
Mercosur-UE es el primer acuerdo de libre comercio profundo que firma la región con una economía desarrollada. Con ello el gobierno ha puesto un condicionante fuerte en lo que es el debate por el modelo de desarrollo del país, de aquí en adelante y por el tipo de inserción internacional.
¿Cuál es el impacto del acuerdo? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden?
Por un lado el acuerdo plantea una reducción sustancial de aranceles para el grueso del comercio entre ambas partes, y el uso de cuotas para los sectores más sensibles, especialmente en algunos rubros de agro y alimentos en Europa. Estas consideraciones pueden reducir un poco los efectos de apertura que se alcancen, pero a prima facie el acuerdo implica ganancias para los sectores exportadores del sector agrícola y de alimentos, y pérdidas para el sector industrial, químico, textiles, autopartista, y en algunos rubros de servicios. Conforme a los Estudios de Impacto previos al acuerdo -y que por lo tanto se basan en supuestos que pueden ser distintos a los efectivamente acordados-, las ganancias podrían rondar el 1,5% del PBI en Argentina, pero con fuerte impacto en algunos de los rubros en los que se concentra la mayor mano de obra. Por ello, resulta clave poner en discusión qué políticas se van a adoptar hasta que el acuerdo entre en vigor y se den los plazos de desgravación arancelarias en los distintos sectores, para que estos puedan aprovechar las ventajas del acuerdo y ver mitigados sus efectos negativos. En Argentina hay mucho por hacer en este punto.
¿Y cuál es el otro punto?
Este tipo de acuerdos contienen una serie de normas y compromisos que van más allá de los aranceles -los aranceles son el típico contenido de los acuerdos de libre comercio de viejo tipo- y que generan un impacto profundo en las economías. Se trata de normas en materia de compras gubernamentales, servicios, propiedad intelectual, facilitación del comercio, política de competencia, etc. El primero de estos acuerdos es el que mayor impacto genera puesto que es el momento en el cual deben realizarse las principales adecuaciones de políticas y procedimientos. Desde esta perspectiva, lo que conocemos hasta ahora del acuerdo muestra cómo el mismo está siendo un instrumento para que el MERCOSUR adhiera a estándares normativos y de procedimientos de la Unión Europea. Los ajustes son mayores para los países sudamericanos que para Europa.
Las negociaciones duraron 20 años y estuvieron trabadas por mucho tiempo. ¿Qué influyó para este desenlace? ¿Hay algún sector que terminó cediendo más para la firma?
Un factor clave en el desenlace final de las negociaciones y el arribo a un acuerdo ha sido la dinámica política que se desató en el último período en cada una de las partes. La proximidad de las elecciones en Argentina, la urgencia del gobierno de Bolsonaro de mostrar resultados en su gobierno y el vencimiento del plazo de mandato de la Comisión Europea parecen haber obrado para que las partes realicen un esfuerzo adicional en superar obstáculos, como el del agro en Francia, el abordaje del sector industrial en MERCOSUR, o la definición respecto de Indicaciones Geográficas, que hasta hace algunas semanas parecían insuperables. Probablemente todos hayan cedido un poco y el detalle de cómo se compensan las demandas de uno y otro solo lo sepamos cuando se publique el acuerdo final. Las cuotas que la UE pone en agricultura son una resta importante a las ambiciones iniciales del MERCOSUR. El comisario Europeo de Agricultura también ha hecho mención al mantenimiento de protecciones de los estándares fitosanitarios europeos y de parte de los subsidios, con lo cual, resulta prudente esperar la letra chica.
En el resto del Mercosur el acuerdo pareciera haber sido recibido con mayor consenso interno.
No creo que haya países que reciban mejor o peor el tratado en el MERCOSUR de forma agregada, sino que las reacciones son más bien de los sectores económicos al interior de los países. Mientras que para parte del agrobusiness es una buena noticia; otros empresarios del sector industrial se muestran precavidos, y para otros esto es indiferente. De todos modos, para que el acuerdo entre en vigor aún resta mucho recorrido -si es que eventualmente logra las ratificaciones necesarias
¿A qué tenemos que prestarle atención de ahora en más?
Desde lo formal, el proceso de ratificación. Al acuerdo le falta la firma formal y las ratificaciones. Es decir, el aval de los legislativos de los 4 miembros del MERCOSUR, del Parlamento Europeo; y, probablemente -dado que se presenta como acuerdo de asociación- si es considerado de competencias mixtas, requiera asimismo el aval de los legislativos de cada uno de los países de la Unión Europea. Es el momento donde efectivamente el modelo de desarrollo que plantea este acuerdo puede ponerse en discusión. A ambos lados del Atlántico hay posibilidades de que la ratificación no se alcance. Asimismo, es clave seguir cómo se modifican las políticas de cada una de las partes de cara al acuerdo, en el tiempo en el cual estos están en proceso de ratificación: cómo algunas normas pueden modificarse para entrar en el nuevo "espacio de maniobra" que definen los acuerdos. También cómo los gobiernos preparan a las empresas para "el día después" del acuerdo, esto es: cómo se fortalecen las capacidades competitivas de los sectores productivos para enfrentar a nuevos competidores en el mercado local, en el mercado regional -por ejemplo, de Argentina en Brasil- y en el "nuevo" mercado europeo.
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