domingo, 28 de julio de 2019

Luces rojas desde el cielo Por Claudio Scaletta

Imagen: Bernardino Avila
Imagine el lector que mira a la Argentina desde la tranquilidad y el silencio imperturbable de la alta atmósfera. También que dispone allí de un “aparato visualizador” capaz de detectar y sintetizar todos los movimientos de capitales y de los actores sociales. Estos movimientos son los que permiten entender el lugar real de la economía en el contexto global, sin el ruido de la coyuntura local.
Lo primero que verá en la pantalla es una economía asentada en la producción de recursos naturales y absolutamente dependiente del clima, en la que solamente creció la producción agraria y alcanzó una nueva cosecha récord de 145 millones de toneladas. La bonanza de los dueños de la tierra y sus clases auxiliares, sin embargo, no trasvasó al resto de los sectores de la economía, donde la industria y el comercio siguen en niveles de rojo alarmante, con caídas que rondan las dos cifras. La falta de derrame del campo al conjunto no fue sólo en términos de actividad y empleo, otros indicadores en rojo, sino que ni siquiera llegó por la vía tranquilizadora de la liquidación de divisas. Mientras la producción del agro se expandió casi el 50 por ciento interanual, durante el primer semestre de 2019 el complejo sojero aceitero liquidó 7,3 por ciento menos divisas que en igual período de 2018, el año de la sequía, un indicativo de que el sector agroexportador sólo liquida lo que necesita para el giro ordinario de los negocios y atesora las divisas restantes. Como siempre se insiste aquí, este comportamiento no responde a que son malvados atesoradores de billetes verdes, sino que se debe a las señales de incertidumbre en el mercado y a las actuales reglas de juego, reglas en las que no rige obligación alguna para la liquidación de exportaciones. Y ello en un país con déficit crónico en la cuenta corriente del balance de pagos.

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