Finanzas
La gran apuesta que podría arruinar a Google, Facebook, Apple y Amazon
Las grandes empresas tecnológicas están librando una encarnizada guerra. En silencio, sin que nadie esté prestando atención. Y no es una cuestión de quién tiene más ventas o menos, o quién consigue más usuarios o menos. Es una cuestión de filosofía que podría hacer que una de ellas se arruinara y otra ganara miles de millones. Es la apuesta por la nube y el libre acceso a los datos o la apuesta por el hardware y la privacidad.
En el primer grupo están Google, Amazon o Facebook. Estas tres compañías -sobre todo la red social y el buscador, en menor medida la empresa de Jeff Bezos- en la obtención de los datos de los usuarios. Facebook tuvo en 2018 unos ingresos de 55.000 millones de dólares. Alphabet, la empresa matriz de Google- alcanzó los 136.000 millones. Y ninguna de las dos vende un producto físico: su negocio es el análisis del comportamiento online de millones de personas, una información valiosísima que luego les sirve para conseguir ingresos por publicidad de lo más jugoso.
En el segundo grupo, en el del hardware y la privacidad, está Apple. En el último año, su CEO, el estadounidense Tim Cook, no ha parado de repetir que las principales fuentes de ingreso de la compañía son el hardware -la venta de dispositivos como el iPhone, el iPad o los ordenadores Mac- y los servicios -como la plataforma de streaming musicalApple Music o los servicios de almacenamiento en nube iCloud-. La intención de Cook es la de subrayar que Apple ingresa 265.000 millones de dólares (en 2018) de una manera ‘limpia’: vendiendo aparatos y herramientas y no espiando a sus usuarios para luego vender esos datos a terceras empresas.
Esta apuesta de Apple por la privacidad ha hecho que incluso Tim Cook haya solicitado en Estados Unidos una ley de protección de datos tan estricta como la europea. Si consiguiera su objetivo, el negocio de Google y de Facebook se vería fuertemente afectado, ya que debería informar en todo momento de la información que recaba de sus usuarios y lo más importante, crear herramientas para que estos puedan desactivar esa recolección y también impedir que sean convertido en moneda de cambio con terceras empresas. Es decir, que se les acabaría el chollo.
Las intenciones de Apple están muy claras. Por eso, en los últimos tiempos ha presentado teléfonos extremadamente potentes y tabletas que casi son ordenadores para minimizar la recolección de datos: los últimos productos de Apple, como el iPad Pro o el iPhone XS son tan fuertes que no necesitan realizar análisis en servidores externos, protegiendo así los datos de sus usuarios.
Un ejemplo de ello es la aplicación de Fotos. En el iPhone, los usuarios pueden buscar mediante palabras términos como ‘perro’ o ‘playa’ para ver solo las imágenes que contengan estos dos elementos. Gracias a que el iPhone es lo suficientemente potente, esa búsqueda se realiza directamente en el dispositivo, por lo que la información no abandona el teléfono en ningún momento y nadie puede hacer uso de ella.
La aplicación de Google Fotos también puede hacer lo mismo: introduciendo un término de búsqueda aparecen las imágenes adecuadas. Pero al contrario de lo que sucede en los móviles de Apple, ese proceso se realiza en un servidor externo. Google sube todas las fotos a ese servidor y desde ahí las analiza. Y además, recoge esa información y en teoría la puede utilizar para mejorar sus servicios o con fines publicitarios (si tenemos un perro, Google lo sabe por las fotos y nos ofrecerá más publicidad de comida para animales, por ejemplo). Lo mismo sucede con Instagram, propiedad de Facebook. Si compartimos muchas imágenes de perros, nos saldrá más publicidad que nos podría resultar interesante.
A ojos de los que defiendan la privacidad y sean conscientes de los peligros de reaglar nuestros datos -véase escándalos como Cambridge Analytica o el referéndum del Brexit- la apuesta de Apple es sin duda la ganadora. La compañía no espía a sus usuarios, pero esta apuesta tiene una desventaja: sus productos son mucho más caros que los de la competencia, ya que no gana dinero obteniendo información de sus usuarios, sino de su cartera.
Google sin embargo aprovecha esta situación para crear aparatos menos potentes, pero más baratos. Un ejemplo de ello son sus teléfonos Pixel 3A y Pixel 3A XL que tienen una cámara muy buena, pero que sin embargo no tienen tanta memoria RAM ni un procesador tan potente como el iPhone XS. Esas piezas no son tan caras y eso hace que el móvil sea más barato (un Pixel 3A cuesta 399 euros por los 799 que cuesta un iPhone XR). Además, como el principal negocio de Google son los datos de sus usuarios, el aparato tiene un porcentaje de beneficio menor que el de los iPhone.
La apuesta de Apple por el hardware y la privacidad le ha hecho incluir piezas de gran calidad y potencia en sus aparatos. Sin embargo, esta apuesta tiene un gran riesgo, sobre todo si vemos hacia dónde va Google. La compañía del buscador confía ciegamente en la inteligencia artificial y en la nube, y muy poco en el hardware. Para ella, los móviles tienen que tener lo justo para ofrecer una gran experiencia de uso, y el resto se puede hacer en el servidor. Y de paso, lucrarse con los datos de uso que obtenga.
Pero como decíamos al principio, esto es una apuesta. En el momento que Europa y Estados Unidos decidan de verdad proteger la privacidad de sus ciudadanos, Google y Facebook estarán condenadas a cambiar sus modelos de negocio. Sin embargo, si la situación sigue como hasta ahora y los Gobiernos hacen la vista gorda y permiten el espionaje y las técnicas monopolísticas de Facebook y Google, Apple podría estar en serios aprietos, ya que sus productos potentes y respetuosos con la privacidad serán más caros que los de la competencia.
¿Y qué pasa con Amazon? Una gran parte de su negocio se basa en los servicios de almacenamiento en nube -por ejemplo, es la tecnología que utiliza Netflix para funcionar- pero no es ni de lejos su principal fuente de ingresos (241.000 millones en 2018), que es la venta de productos online. Así que gracias a esta diversificación, si pierde la apuesta por la privacidad no sufriría tanto como sus rivales.
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