El firme discurso de Ínigo Errejón en el Congreso de España, replicado en redes sociales una y otra vez, habla a las claras sobre la percepción que se tiene en relación a nuestro país en el exterior. Errejón, conocedor cabal de la política argentina, desplegó un conjunto de contundentes argumentos para cuestionar al empresario devenido presidente: Panama Papers, tarifazos a los servicios públicos, recortes a programas sociales y educativos, y la detención arbitraria de Milagro Sala, cuestionada por ONU, Parlasur, Amnesty y hasta Human Rights Watch y la OEA.
“Es de los suyos” le dijo el jóven politólogo al gobernante Partido Popular, graficando una unidad que viene de larga data. Por esas críticas Podemos, el partido de Errejón, segundo en todas las encuestas conocidas en España detrás del propio PP, no participó de la gala que al Jefe de Estado se le ofreció, cuestionando la política de DDHH y la creciente pauperización social en nuestro país.
Pero la agenda de Macri en España va más allá de Rajoy y Felipe VI, hijo de Juan Carlos, receptor de la tristemente célebre frase “Deberían tener angustia de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España”, que pronunciara MM en 2016 en referencia a los líderes independentistas. Su encuentro con José María Aznar, que busca hace ya tiempo mostrarse como un articulador de las derechas iberoamericanas, demuestra su intención de convertirse en la referencia de la derecha sudamericana, en un momento donde Temer y Cartes afrontan una creciente impopularidad, incluso mayor que la del Jefe de Estado argentino.
Aznar fue fundador de FAES, un think tank que se vinculó tempranamente con la Fundación Pensar, ligada al PRO, y que nucleó a diversas ONG´s de América Latina frente al avance de los gobiernos progresistas, nacional-populares y de la izquierda continental. La estrategia inicial de FAES fue contra los gobiernos de Cuba y Venezuela, pero velozmente intentó expandirse en Ecuador, Bolivia y Argentina. “El padrinazgo ideológico de Aznar sobre Macri terminaría de sellarse con los congresos que la ONG española realizó en el 2013 y 2014 en Buenos Aires” recordaba sobre el tema Federico Vázquez en una nota de 2015, previa al ballotage argentino donde Cambiemos-PRO se impuso por escaso margen.
Es que Macri, a contrapelo de lo que dijo al iniciar su gobierno, tiene una profunda “ideologización” en su política exterior. Por ello buscó que Argentina ingrese a la Alianza del Pacífico, más no sea como observador, en vez de intentar fortalecer el Mercosur y Unasur tal como piden las circunstancias internacionales con el realineamiento provocado tras la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Y esa ideologización de las RRII se vincula con su estrategia partidaria: el PRO se unió, en enero de este año, a la autodenominada Unión Demócrata Internacional (IDU), donde se congregan casi un centenar de partidos de derecha, entre los cuales se encuentran nada menos que el Partido Republicano de EEUU, la CDU alemana, el propio PP español y la UDI de Chile, entre otros. ¿Y quién fundó a la IDU en los 80? Nada menos que Margaret Thatcher, a quien Macri le tomó “prestado” aquello de que “no hay alternativa” frente a las políticas ortodoxas que, en términos económicos, despliega nuevamente la Argentina.
Tiene razón Errejón: aún cuando Macri “es de los suyos”, la historia –a contrapelo de los postulados de Thatcher e incluso de Francis Fukuyama– siempre demuestra que hay alternativas al desaguisado social que producen administraciones como las de Rajoy y MM. Por lo pronto, el tan magnificado “volver al mundo” se convirtió apenas en un paraguas de la derecha internacional ante la tormenta perfecta (inflación, despidos, enfriamiento económico, aumento de la brecha entre quienes más y menos tienen, cuestionamientos internacionales a la política de DDHH) que vive nuestro país.
* Politólogo UBA / Analista Internacional.
@jmkarg
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