La condena por daño y el sobreseimiento por amenazas que ayer recibió Milagro Sala no son más que el inicio de una saga judicial que tendrá otros siete episodios más en los tribunales jujeños, con causas que persiguen desde el esclarecimiento de lesiones y el fraude a la administración pública hasta una tentativa de homicidio.
Esos capítulos por venir, que mantendrán en vilo la vida cotidiana de los jujeños y que seguirán generando coletazos en la Casa Rosada, forman parte, sin embargo, de otra historia, quizá menor, quizá mayor, pero más compleja: la de la relación personal entre la dirigente piquetera y el gobernador radical Gerardo Morales. No siempre fueron enemigos.
Quien mejor supo explicarlo fue Carlos "el Perro" Santillán, emblema de los movimientos piqueteros de los 90, devenido con los años en funcionario radical y, como Morales, ahora enemigo de Sala. "El Perro" sostiene que el gobernador ayudó a construir su propio demonio cuando ocupó la Secretaría de Desarrollo Social de la Alianza. "Él fue quien empezó a ayudar especialmente a Milagro, por encima del resto de las organizaciones. Le dio planes, recursos y comida. Ahí empezó a crecer la Milagro", le dijo a LA NACION.
Los primeros contactos ocurrieron en los 90, cuando los gremios estatales protestaban contra las privatizaciones. Sala era delegada de ATE, apadrinada por Fernando Acosta. Por comunidad de intereses, radicales y piqueteros confluían en esas marchas. Sala dio un paso más: llegó a militar en la Organización de Trabajadores Radicales, donde habría forjado amistad con Walter Morales, hermano del gobernador.
Gerardo Morales niega que alguna vez haya sido amigo de Sala, pero admite que la relación fue buena hasta la llegada del kirchnerismo, que convirtió a la Tupac Amaru en una suerte de Estado paralelo en Jujuy, con capacidad y recursos para atender las necesidades que el otro Estado, el formal, no resolvía.
La guerra entre ambos se terminó de desatar en 2007, cuando Morales pidió a la Auditoría General de la Nación que investigara los fondos que Sala recibía de la Casa Rosada. Esos informes complican a la dirigente piquetera, pero también a muchos intendentes radicales de Jujuy que pusieron su firma para que los cheques se cobraran. Si esa otra parte de la historia también llegara a una condena, el largo lazo que une a Morales con Sala habrá dado un nuevo giro inesperado.
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