Por Nicolás Romero
Los tarifazos pegaron en la línea de flotación de muchas organizaciones sociales, también en la de los hogares que brindan atención a alrededor de 600 chicos en situación de vulnerabilidad social en la Ciudad de Buenos Aires. Las entidades afectadas reclaman la aplicación de la ley 27.218, que les permite tener tarifas para entidades de bien público. Piden además que dejen de ser tratadas como entidades comerciales y empiecen a ser consideradas como lo que son: hogares sin fines de lucro para la contención de niñas, niños y adolescentes. Veinte de esas asociaciones armaron Hogares En Red, cuya sede funciona en el hogar Mensajeros de la Paz, para dar visibilidad a sus reclamos y difundir las tareas que llevan adelante. Entre las medidas adoptadas por la Red estará la presentación en los próximos días de dos amparos por el aumento de las tarifas.
A estos hogares y a los cuatro que administra el gobierno porteño llegan desde bebés a jóvenes de hasta 18 años, derivados desde las defensorías comunales del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Todos ellos, arrastrando historias de abandono, de violencia familiar, de abuso sexual; pero siempre con la necesidad de amparo: porque no pueden permanecer con sus familias o porque se quedaron sin familiares. La permanencia es por períodos cortos o a veces más largos y siempre después de una medida dictada por la Defensoría, tras evaluar cuál de estos lugares es el conveniente para cada caso.
Después del aumento de los servicios, hogares que pagaban 1500 pesos de agua pasaron a abonar más de 15.000. Lo mismo ocurrió con el gas –de casi mil pesos a más de 13.000– y otro tanto sucedió con la electricidad. A esto se sumó que las entidades debieron sostener equipos de profesionales, alquileres de casas y aumentos de insumos con altas tasas de inflación y sin la suficiente contrapartida presupuestaria del Gobierno de la Ciudad, porque hay aumentos en los giros pero menores a la inflación o los incrementos gremiales.
En diálogo con Página/12, varios integrantes de la Red contaron la situación por la que atraviesa el sector.
Norberto Kohen, del hogar la Casona de los Barriletes, de Liniers, explicó la presentación de los dos amparos: “Uno es por la falta de aplicación de la ley nacional 27.218, aprobada en noviembre de 2015, que implementa el régimen tarifario específico para las organizaciones sin fines de lucro y en la cual estamos encuadrados los hogares, y el otro contra el tarifazo, con el Defensor del Pueblo, que nos va a incluir de la misma forma en que se incluyó a los clubes de barrio”.
Darío Pompilio, del hogar Mensajeros de la Paz, acotó que “por ley (en alusión a la 2.881, que rige a los hogar de niñas, niños, y adolescentes) el máximo de chicos por institución es de 25 y al mismo tiempo nos exige como mínimo un plantel de entre 13 y 20 trabajadores, según el tipo de hogar. La beca que transfiere la ciudad por cada chico no alcanza con los costos inflacionarios y los tarifazos que aplicaron. Hoy, las becas solo cubren el 50 por ciento de los costos de los hogares. Si no hubiera una organización detrás, sin un trabajo comunitario que nos acompañe, tendríamos que cerrar”.
“Por estas razones vamos a presentar los amparos, ya que si bien estamos atentos a lo que se decida tras la audiencia pública por las tarifas, nosotros queremos que se resuelva la cuestión de fondo, y es que nos apliquen lo que nos corresponde por ley como entidades sin fines de lucro, que equivale a la tarifa familiar más baja”.
Patricia Pérez, de la Asociación Civil Soles en el Camino, contó que se hicieron presentaciones individuales en los entes reguladores y en las empresas, pero “como la ley no está reglamentada la desconocen y las prestadoras nos dicen que no nos pueden incluir en ese régimen tarifario. Por eso también vamos a hacer la presentación con el Defensor del Pueblo, como los clubes de barrios”.
A fines del año pasado, veinte organizaciones armaron la Red de Hogares, que se reúne mensualmente en su sede, para hacer visibles sus problemas, pero también para tener una voz propia, ya que, según sus integrantes, “quienes hablan de los hogares no trabajan actualmente en ellos”.
Entre las tareas que están llevando adelante en busca de esa voz propia es la de intentar homogeneizar ideas, dado que el universo de los hogares actuales proviene de experiencias distintas: algunos desde la filantropía, otros desde diferentes credos religiosos, otros desde profesionales con compromiso con los niños y otros desde la militancia social.
Kohen apunta que “necesitamos difundir lo que hacemos porque estamos orgullosos del trabajo que realizamos, tenemos muy buenas experiencias de reinserción, muchos chicos, después de egresados, vuelven a los hogares a contarnos sus logros o mostrarnos a sus hijos... Si bien sabemos que los hogares no son una solución eterna y estamos comprometidos a discutir alternativas, el tema es qué hacemos con los pibes hoy”.
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