El Indec informó ayer que la pobreza en el segundo trimestre se ubicó en el 32,2 por ciento de las personas y el 23,1 por ciento de los hogares, de los cuales el 6,3 por ciento de las personas y el 4,8 por ciento de los hogares son indigentes. El último cálculo oficial de pobreza e indigencia había sido publicado en el primer semestre de 2013 y a partir de allí fue discontinuado. El organismo que ahora conduce Jorge Todesca no hizo un empalme entre ese momento y el actual, sino que simplemente sacó la fotografía de lo ocurrido entre abril y junio de este año, con un cambio metodológico sustancial respecto de las mediciones anteriores, lo cual complica aún más cualquier comparación. El presidente Mauricio Macri aprovechó esa situación para reclamar que se juzgue su desempeño en la materia a partir de los nuevos datos, hundiendo en el olvido la responsabilidad de su gobierno por la crisis económica y social que provocaron medidas económicas fundamentales, como la devaluación, la quita de retenciones a los alimentos, el tarifazo, los despidos en el sector público y la apertura importadora. La estampida inflacionaria que llevó el índice de precios del 23,8 por ciento en octubre del año pasado, antes de que Alfonso Prat Gay anticipara el corrimiento cambiario, al 47,1 por ciento en junio de este año, según el registro del gobierno porteño, es responsable de un salto abrupto de la pobreza que el Indec no reflejó en su informe, pero que la Universidad Católica Argentina calculó en 1,4 millón de personas solo en el primer trimestre de 2016. A eso se suma que la desocupación, según el Indec, escaló del 5,9 al 9,3 por ciento entre el tercer trimestre de 2015 –última medición antes del apagón estadístico– y el segundo trimestre de este año.
La nueva metodología para calcular la pobreza es más exigente para definir el mínimo a partir del cual una persona es pobre o indigente, lo que implica un incremento del porcentaje de personas en esa condición. Según el especialista Diego Born, la Canasta Básica Total que define la línea de la pobreza por ingresos es entre 20 y 30 por ciento más cara que la utilizada hasta 2013. Si se hubiera continuado con la metodología anterior, en lugar del 32,2 por ciento de pobreza el resultado habría rondado el 23 por ciento. El kirchnerismo recibió el país con una tasa del 50 por ciento de probreza y la redujo a unos 20 puntos con las canastas anteriores. El macrismo, con aquel parámetro, hubiera mostrado una cifra cercana al 23 para el segundo trimestre de este año. Pero como el Indec lo modificó y no realizó un empalme estadístico, le despejó la cancha a Macri para que tome como punto de partida de su gestión el 32,2.
A pesar de la opacidad estadística, distintas estimaciones de economistas, de izquierda a derecha, son que el porcentaje de personas pobres e indigentes se mantuvo relativamente estancado entre 2011 y 2013, creció en 2014 y bajó en 2015. Entre el segundo trimestre de este año en relación al mismo período de 2015 la pobreza avanzó unos 3 puntos porcentuales.
Los nuevos datos oficiales registran que en el país hay 8.772.000 personas por debajo de la línea de pobreza (32,2 por ciento) mientras que de ese universo hay 1.705.000 personas que son indigentes (6,3 por ciento). Son 2.022.000 hogares pobres de los cuales 425.000 están por debajo del mínimo de consumo de alimentos que permiten evitar la indigencia. La medición se realizó en 31 aglomerados urbanos que representan más de 27 millones de personas y 8,7 millones de hogares.
Con el beneficio de haber repuesto la serie estadística, el Presidente brindó una conferencia de prensa en la cual buscó instalar que el Gobierno asume con la herencia del 32,1 por ciento, sin tener en cuenta que en los casi diez meses de su gestión se produjo un crecimiento de la pobreza e indigencia. Además, el mandatario admitió en relación al slogan de campaña que “pobreza cero es obvio que no se puede alcanzar en cuatro años, lo fijamos como un camino a seguir” (ver aparte).
La región con mayor porcentaje de pobreza es el Noreste, con el 40,1 por ciento, seguido por el Noroeste (35,8), Cuyo (35,6), Pampeana (32,6), Gran Buenos Aires (30,9) y Patagonia (24,7 por ciento). En los aglomerados mayores a 500 mil habitantes, la pobreza se ubicó en 31,8 por ciento, mientras que en las ciudades por debajo de ese nivel de población, en el 34,2 por ciento. En el caso de la indigencia esa relación es inversa: es el 6,6 por ciento en las ciudades más grandes y 5,0 por ciento en las de menor porte. El Noreste es en general la región de peores indicadores y la Patagonia muestra los mejores números.
El Gran Buenos Aires (GBA) es la región de mayor relevancia para explicar la cantidad de pobres e indigentes. El Indec registró 4.543.000 pobres en el GBA y 917.000 indigentes. En segundo lugar, en la región Pampeana hay 1.925.000 personas pobres y 453.000 indigentes.
Por edades, el sector más afectado por la pobreza es el de los adultos de entre 30 y 64 años, que representan el 40,3 por ciento de la población y concentran el 34,9 por ciento de la pobreza y el 32,1 de la indigencia. Le siguen los niños y adolescentes de 0 a 14 años, con 32,3 y 33,1 por ciento, respectivamente. Luego los de 15 a 29 años, con 29,5 y 32,2 por ciento. Y finalmente los de más de 65, con 3,3 y 2,6 por ciento.
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