Poco menos de un mes y medio antes de las elecciones presidenciales y virtualmente empatados en los sondeos previos, los dos principales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump se midieron ayer en un cara a cara frente a las cámaras, el primer debate de tres, que tuvo como ejes centrales la economía y la seguridad nacional.
El primer tema que se tocó fue la economía y Trump dijo que en sus proyectos estaba el de reducir los impuestos y traer de vuelta a las empresas que se habían ido del país. El candidato presidencial republicano acusó ayer a la demócrata Hillary Clinton de ser la responsable, “durante estos 30 años”, de acuerdos comerciales “defectuosos” que, en su opinión, le costaron millones de puestos de trabajo a Estados Unidos, en un duro cruce en su primer debate televisivo.
Agregó que los demócratas en 30 años no habían hecho nada al respecto y que Nafta fue el peor trato comenrcial. Que él iba a renegociar sus tratos comerciales. Hillary acusó a Donald Trump de vivir en su “propia realidad”, y agregó que especialistas han concluido que con los planes económicos de su rival republicano, Estados Unidos perderá 3,5 millones de puestos de trabajo. Agregó que no estaba de acuerdo con respecto al Nafta y que no creía en la posición de Trump que en cuanto más se ayude al rico, más se progresa. Ella cree que el progreso está en la educación y en la capacitación del pueblo.
Este esperado encuentro se produjo en momentos en que ambos candidatos cargan con la pesada mochila de la imagen negativa, así como con la responsabilidad de remontar las dudas que sobre ellos pesan: en el caso de Clinton por su salud y confiabilidad y en el de Trump por su temperamento y capacidad para ser presidente.
La prensa estadounidense ya denominó al encuentro “el debate del siglo” y pese a que se esperaban de él una profusión de golpes bajos e intentos de minar las posibilidades del rival mucho más que propuestas políticas concretas, los expertos pronostican un récord de 100 millones de telespectadores, que superarían por lejos los 67 del debate Obama-Romney de 2012 y e incluso el actual récord de 80 millones del Carter-Reagan de 1980.
A una semana de la ola de bombas caseras que explotaron y fueron encontradas y desactivadas en Nueva York y Nueva Jersey, no hay dudas de que los 90 minutos del debate estuvieron en gran parte dominados por las amenazas contra el país y las propuestas y capacidad de cada candidato para enfrentarlas.
El encuentro tuvo como escenario la Universidad de Hofstra en Long Island, en el estado de Nueva York, comenzó a las 21 hora de Nueva York y duró 90 minutos, sin tandas publicitarias ni interrupciones.
El moderador elegido por la Comisión de Debates Presidenciales de Estados Unidos, la institución no partidaria que organiza estos eventos, será el presentador del noticiero nocturno de la cadena televisiva NBC, el periodista afroestadounidense Lester Holt. La elección del moderador provocó la primera polémica cuando, en una entrevista con la cadena de noticias conservadora Foxs, Trump describió a Holt como “un demócrata” y denunció que “el sistema está arreglado”.
“Son todos demócratas. Es un sistema muy injusto”, lanzó el magnate inmobiliario devenido en candidato presidencial, pese a la sorpresa y las reservas de aliados y rivales.
Rápidamente la revista Time desmintió al líder opositor y publicó que, según los documentos oficiales del estado de Nueva York, Holt está registrado como votante republicano desde 2003. No es la primera vez que Trump denuncia que “el sistema está arreglado” y más de una vez su equipo de campaña deslizó la posibilidad de no debatir en un mano a mano con Clinton.
La ex primera dama y el controvertido millonario llegaron a este primer test con un virtual empate, según el promedio de sondeos que publica cada día la consultora Real Clear Politics, que monitorea todo el proceso electoral.
Números similares muestra otra encuesta publicada el domingo por el diario The Washington Post y la cadena ABC en la que, Clinton aparece con un 46 por ciento de la intención de voto entre los “electores probables” contra 44 por ciento para Trump, un 5 por ciento para el candidato presidencial del Partido Libertario Gary Johnson y un 1 por para la candidata del Partido Verde, Jill Stein.
La cadena CNN difundió en la mañana de ayer otra encuesta, según la cual Clinton recogía un 43 por ciento, Trump un 41por ciento, el libertario Johnson 8 por ciento y Stein 1 por ciento, que resalta más aún la paridad entre republicanos y demócratas. Clinton, de 68 años, y Trump, de 70, son los aspirantes con el mayor índice de rechazo registrado hasta el presente entre candidatos presidenciales de los dos partidos principales.
Trump llegó al encuentro reforzado con el inesperado apoyo del senador de Texas Ted Cruz, quien el sábado en un brusco giro -y tras haberlo llamado “rata” y “mentiroso patológico”- anunció que apoyaría a su acérrimo rival, luego de declarar que sería “totalmente inaceptable” que gane Clinton.
El debate, por otra parte, se produjo luego de una convulsionada semana marcada por la violencia policial contra afroamericanos, tras los casos de Carolina del Norte (Charlotte) y Oklahoma (Tulsa), los ataques con explosivos en Nueva York y Nueva Jersey y el tiroteo en un centro comercial de Burlington, en el estado de Washington, hechos volcados rápidamente a la agenda de campaña y de los que ambos buscarán sacar provecho político.
Como anunció hace poco la comisión organizadora, los tres debates presidenciales sólo incluirán a los dos principales candidatos ya que los otros dos, el libertario Gary Johnson y la líder verde Jill Stein, no lograron superar el umbral de 15 por ciento de intención de voto impuesto para participar.
En las mediciones que les son más favorables, mientras Clinton y Trump están cabeza a cabeza con intenciones de voto de entre 39 por ciento y 45 por ciento, Johnson se ubica tercero con alrededor de un 8 por ciento y Stein, más atrás con un 3 por ciento.
El debate fue programado para coincidir con el 56 aniversario del primer debate presidencial televisivo que se realizó en Estados Unidos y que marcó un hito para las campañas electorales occidentales: el mano a mano entre un joven, bronceado y relajado John F Kennedy y un sudoroso y nervioso Richard Nixon. Ese debate, que muchos analistas siguen sosteniendo hoy inclinó definitivamente la balanza a favor de Kennedy, instaló la convicción en política que la imagen vale más que las palabras.
El debate de ayer estuvo organizado en seis segmentos de 15 minutos cada uno y los tres temas que dispararon la discusión fueron “La dirección de Estados Unidos”, “Alcanzar la prosperidad” y “Garantizar la seguridad de Estados Unidos”, adelantados el lunes pasado por Holt, el moderador.
Casi dos semanas después del debate en Long Island, los dos candidatos se verán de nuevo las caras en la Universidad de Washington, en la ciudad de San Luis, Missouri, el 9 de octubre y tendrán como moderadores al periodista de la cadena de noticias CNN, Anderson Cooper, y la principal corresponsal para política exterior de la cadena ABC, Martha Raddatz.
El último debate presidencial se realizará el 19 de octubre, menos de tres semanas antes de las elecciones generales. Clinton y Trump se enfrentarán en la Universidad de Nevada, en Las Vegas, en un debate moderado por Chris Wallace, presentador de la cadena de noticias Fox.
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