LA NACION
LUNES 01 DE FEBRERO DE 2016
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MAR DEL PLATA.- Una temporada de verano magra en resultados siempre se sabe resumir aquí con la combinación de iniciales PPP, símbolo y sello del turismo austero: playa, peatonal y pizza. Sigla a la que, este año, hasta las mayúsculas parecen quedarle grandes. Durante el mes que culminó ayer, sólo uno de cada seis días tuvo sol a pleno; el movimiento turístico cayó incluso en sectores medios y bajos, y en el rubro gastronomía, aun en los menús más básicos y económicos, la reducción promedio fue de casi 30 por ciento. Todos hablan de un enero para el olvido.
Pepe Suárez, voz con trayectoria y experiencia desde su restaurante Amigos, coincide con quienes hoy alzan sus quejas por esta pobre primera mitad de verano. "Colegas del rubro reconocen que la merma de clientes promedia el 30%, con casos de hasta un 40 por ciento", dijo a LA NACION. Y expresó su preocupación por lo que este saldo deja para el futuro. "Va a ser un invierno difícil", pronosticó.
Un mozo de una de las pizzerías más reconocidas del centro de la ciudad, que con más de 20 años en el puesto paladeó los buenos momentos y sabe de lo agrio de las temporadas duras, confirmó que lo que se está viviendo este verano es de lo más flojo en mucho tiempo. Lo sintetiza con un detalle inédito en su lugar de trabajo: por primera vez tienen francos en enero, y de a dos camareros por día. "Acá se trabajó siempre a full hasta las 2 de la madrugada. Este año, a la medianoche ya sobran mesas", describió.
La evaluación llegó sobre el cierre de enero y el segundo de los fines de semana considerados más fuertes del verano. Desde el viernes, como ocurrió con el cambio de quincena, otra vez se dio un buen ingreso de turistas. Pero, si bien crece la ocupación, sigue en deuda el nivel de consumo. Un informe de la Unión del Comercio, Industria y Producción (UCIP) blanqueó una baja del 16,20% en venta de unidades durante el primer mes de la temporada.
La costa atlántica en su conjunto había tenido un arranque muy liviano a partir de una combinación de factores, cuyo resultado fueron playas con poca gente: la oportunidad a bajo costo que representaba Brasil, la precaución de los que temían por los cambios económicos que llegarían con el nuevo gobierno y los pronósticos de tiempo lluvioso y gris, que se confirmaron. Además, se sumaron situaciones de exceso en algunos precios, que los clientes pudieron evitar gracias a la amplia y variada oferta de la ciudad.
Las Fiestas, lo mejor
Sólo la excelente respuesta lograda con los feriados de Nochebuena y Navidad, que se vivieron al límite de la plena ocupación hotelera y constituyeron uno de los picos de temporada, había despertado algún indicio de mayor optimismo. Duró menos de una semana, lo mismo que acompañaron el sol y el calor.
Luego llegaron las nubes y las lluvias. A tiempo permanente o de a ratos, todavía dominan la escena cotidiana. Las últimas 48 horas fueron otoño puro: cielo de plomo, viento y 18 grados. Horrible.
Vender el producto playa, entonces, se tornó entonces un problema para los propietarios de balnearios, el sector que más padece cuando la meteorología da la espalda. Hablan de una caída de hasta 30% en la ocupación de sombrillas y carpas durante enero.
La segunda quincena, como era de esperar, aportó lo mejor. Porque ya es costumbre que sea el período de más demanda y porque también algunos valores de alojamiento se acomodaron ante el traspié que operadores del sector vivieron en el arranque del mes.
En todas las localidades balnearias de la costa se notaron repuntes en coincidencia con cada uno de los fines de semana. En el caso de Mar del Plata, el último tuvo casi 350.000 arribos y un promedio de ocupación hotelera superior al 90 por ciento. Y el que terminó ayer se aproximó a idéntica cifra, favorecido también por turistas de febrero que aprovecharon sábado y domingo para un desembarco anticipado.
En Cariló confirmaron que la demanda de alquileres estuvo muy por debajo del año pasado, cuando buena parte del mes logró ocupación plena. Este enero cerró con entre un 20% y 25% de plazas que quedaron disponibles. Martín Yeza, intendente de Pinamar, destacó que en todo el distrito se notó más movimiento, incluso entre semana. "De lunes a jueves logramos sostener un 70 a 75% de ocupación", aseguró a LA NACION.
Mediocre
En Mar del Plata, el alquiler de casas y departamentos no fue sencillo. Los clientes, sin reservas previas, aprovecharon para negociar y bajar valores. En la primera quincena habían quedado la mitad de los inmuebles vacíos. Al cerrar el mes, se ocupó hasta un 70 por ciento. El balance final es pobre.
"Es un verano mediocre, con menos gente, pero que ha priorizado más la hotelería que los alquileres inmobiliarios", destacó Eduardo Palena, presidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica.
Destacó el excelente fin de semana del 23 y 24 de enero, la buena performance del que terminó ayer y el éxito garantizado del próximo (ya hay 88% reservado), extendido por los feriados de Carnaval. "Se acabaron las grandes temporadas, hay que trabajar en adaptarse a las nuevas tendencias del turismo", dijo respecto de los viajeros que mantienen preferencias por estadas cortas (cuatro días, con proyección a achicarse a tres) y reiteradas, ya sea en verano o durante el año.
A partir de hoy, febrero proveerá. Las reservas para los primeros días son moderadas. En Cariló llegan al 65%; en Pinamar rondan el 60%, y en Mar del Plata alcanzan el 50%, con precios de alojamiento hasta 30% más bajos que en enero. Con suerte y algo de sol, podría ser buena la primera quincena. El resto del mes -ya con escuelas abiertas y toma de exámenes en marcha- dejará más para perder que para ganar, aunque aquí todavía sueñan con postergar el inicio del ciclo lectivo en la provincia. Las cartas parecen estar echadas. Esta partida parece definida. Y perdida.
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