Domingo 15 de Julio de 2012 15:33
El posicionamiento político que ha tomado Hugo Moyano en estos últimos meses, nos obliga a rediscutir el termino oposición. Hasta ahora podíamos nombrarla como un todo, esa famosa “la opo” que junto con “la corpo” nos sirvieron para nombrar y caracterizar a la mayoría de los partidos políticos / medios masivos de comunicación. Los aglutinaban dos características fundamentales: antikirchneristas y destituyentes.
Lo eran y lo son, por sus fundamentos ideológicos (y por su ausencia), y por la historia que los precede. Fueron partidos capaces de “golpear los cuarteles” tanto en el ´55 como en el ´76. Como reconoce el genocida Videla, quien ahora lo menciona para intentar dar crédito a la tesis del apoyo popular que tuvo el golpe. Pero justamente esa referencia a Balbín, demuestra quiénes estaban detrás de ese golpe, que ciertamente fue cívico- militar. Ellos dieron el golpe, o querían que se dé. Por supuesto, con una justificación plenamente democrática.
Por eso apoyaron a Cobos, quien antes fuera echado del partido por pasarse a las filas que kirchnerismo. Y se sumaron a unos cuantos que no eran como ellos, porque tenían poder: la Sociedad Rural, Clarín, La Nación, y los intereses que representan. La política de rodillas ante los poderes económicos, es la mejor definición de esa “opo”. Y de la del ´55 y del ´76.
No comparte ninguna de esas dos características la oposición que encarnan Scioli y Moyano. Esto merece una discusión, porque estaríamos frente a una oposición que venimos reclamando como necesaria. No es destituyente, y en esos momentos de fuerte crisis ambos permanecieron leales a la Conducción del Movimiento. Fueron su sostén tanto por su presencia en las calles, como por su lealtad. Eligen un camino de confrontación, pero en los marcos de la democracia y dentro del peronismo.
Esta no es una oposición que venga a arrasar con el modelo “nacional y popular” que desde 2003 llevan adelante Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Allí hallamos su diferencia con el antikirchnerismo. Por su ligazón popular, hay políticas que no puede o no quiere dejar atrás. No parece ser una oposición que vaya a profundizar este modelo. La lógica de tomar préstamos para pagar aguinaldos sí podríamos considerarla conceptualmente antikirchnerista, como su política de seguridad o sus relaciones internacionales. Esos rasgos del Sciolismo lo vuelven preocupante, porque sería una opción política que tendería a un enfriamiento de este proceso histórico.
Pero este modelo necesita de interlocutores válidos, con los cuales confrontar abiertamente. Allí podríamos enriquecernos con las explicitaciones de los modelos de país que cada fuerza propone, y los métodos para lograrlo. En un articulo anterior, planteaba esta idea en cuanto a las agrupaciones de izquierda. Que decaiga su numero de votantes es preocupante, porque son expresiones populares que en determinados ámbitos logran conquistas sociales. Por lo general, aquellas que permanecían acalladas, como es el caso de los tercerizados o de la política de recursos naturales.
O bien determinadas luchas que estos movimientos han sabido sostener durante años, y que ahora son parte fecunda del proceso de transformación que ha comenzado en 2003: defensa irrestricta de los derechos humanos, de los derechos civiles de todos y todas, desmonopolización de medios masivos de comunicación, defensa de nuestros recursos naturales, respeto a los derechos de nuestros pueblos originarios. Si bien no comparten el camino que ha seguido el kirchnerismo, estas son banderas que los sectores sociales de izquierda han defendido durante todos estos años.
Luego están las discusiones sobre la legitimidad de muchos de los planteos por esas fuerzas sostenidos, y su propia historia en nuestra Patria. Sus expresiones políticas no han logrado consolidar una fuerza importante en décadas, esto habla también de su relación con este marco social. Pero no sólo por lo representativo cobra valor un pensamiento. En otra década, han podido o podrán tener mayor representatividad. Lo importante es poder discutir con esas fuerzas y poder enriquecer este modelo con aportes genuinos.
Lo mismo sostengo ante una opción de derecha al modelo, como parece ser Scioli - Moyano. Con propuestas que en el marco de los derechos de los trabajadores parecían “correr por izquierda” al kirchnerismo (Altamira dijo, quizás jocoso, "No somos funcionales a Moyano; él es funcional a nosotros"), formaliza quizá su única alianza posible con una expresión que se encuentra a la derecha del modelo que conduce Cristina (también dicho por Altamira, ya que lo mencionamos).
No parecen exponentes de demasiado valor para poder hacer crecer la discusión de la cosa publica, convengamos. Habla sin dudas de la pobreza de la oposición, rasgo preocupante no sólo en Argentina, sino también en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Paraguay. Por eso se apoyan en sectores económicos que los respaldan y utilizan, y que están impacientes por destruir esos modelos populares suramericanos. "El día que esto se acabe, a los primeros que se llevan puestos es a los trabajadores", dijo Cristina en Noviembre de 2011.
Por eso es necesario reconocer a esta oposición, y que ella se dé a conocer. Que explicite cómo llevaría a cabo los planteos que pronuncia. Por ahora, Scioli declama lealtad y Moyano no termina de decirse opositor. Pero no está para nada claro qué proyecto encarnan, qué intereses persiguen, qué medidas tomarían y cómo continuaría este proceso. En su discurso de apertura de sesiones del 2012, Cristina les indicó a los políticos opositores: "Les pido ideas, no se dejen manejar la agenda por dos o tres monopolios a los que no les importan ustedes". En este punto, la dupla Scioli – Moyano viene haciendo agua. Desde la excelente relación del gobernador con los medios y periodistas opositores, hasta el triste paro lanzado desde la pantalla de TN.
AGENCIA PACO URONDO.
GB