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Comodoro Py es Comodoro Py: Los defensores de CFK recusarán a la jueza María Eugenia Capuchetti con sobrados motivos y escasas posibilidades en las instancias superiores. El desempeño de la magistrada hace juego con su historial, con el serpentario de Comodoro Py que integra. La desidia o la mala fe o ambas transforman un expediente especial en un rosario de negativas, demoras y gestos desdeñosos.
Capuchetti tuvo de entrada apresados a los autores materiales, no le cupo mérito alguno. En todo lo demás, se dedicó a obstruir pesquisas paralelas. Se negó a explorar hipótesis sobre cómplices, financiamientos políticos. Rehusó acumular expedientes con vinculaciones probables o seguras.
La causa se sustancia como una más. Ni Capuchetti ni la Corte Suprema resolvieron ampliar la dotación de personal del juzgado como se ha hecho en otros juicios históricos. Se borraron pruebas, se tarda en resolver. Los pedidos de la querella se ajustan a derecho, rebotan como contra un frontón. La parcialidad sería chocante si no fueran conocida la mala praxis de Comodoro Py.
En otros estrados, a los que Cristina Kirchner comparece como acusada y no como víctima, el activismo es mayor. Choca la sobreactuación de jueces, camaristas y cortesanos, expresada en la inmortal imagen de un juez usando el mate con la camiseta de Liverpool.
La causa Vialidad entra en el tramo final. El fiscal Diego Luciani, cuyo alegato de cierre fue destrozado por las defensas, hará otra actuación circense que será elogiada por la Vulgata hegemónica. Ningún tribunal serio del planeta condenaría a Cristina. En nuestro sistema degradado esa es la hipótesis considerada más factible. La promiscuidad entre el Foro y la oposición explica la diferencia. El veredicto que determina condenas y absoluciones podría conocerse este año colando entre el Mundial y los días realmente hábiles. Los fundamentos quedarían para el próximo.
La resolución es recurrible en cualquier caso, quedan pendientes dos instancias más.
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