Desde que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, los medios hegemónicos occidentales batallan sobre la existencia de seres ruines y nefastos que serían los denominados (señaladxs) por estos medios "oligarcas rusos".
Sujetxs a quienes nadie recordaba y/o mencionaba en los últimos, digamos, treinta años (desde la disolución de la ex U.R.S.S.), ya que, con sus dineros invirtieron a lo largo y a lo ancho del planeta, haciendo circular y fluir capitales impulsando inversiones (trabajo), en clubes de fútbol, comercio, turismo, industrias, transportes, extractivismo, bancos, etcs.
Es decir, no eran, hasta este conflicto bélico, ni oligarcas, ni por lo tanto, seres pasibles de ser denostadxs públicamente y por ende intervenidxs en sus ganancias, posesiones, depósitos, y expulsadxs del reino capitalista occidental.
En síntesis, después de treinta años se descubrió que la Oligarquía, (así con mayúsculas), es un término aplicable a los oligarcas (redundando) pero de Rusia. Nunca antes, nunca después, ni en un futuro distópico, lejanísimo, la Oligarquía será, fue, sería estadounidense, ni inglesa, alemana, francesa, china o latinoamericana.
Esa clase dominante moscovita que no figuraba en ningún radar, satélite o gps.
Solo rusa, sin ensalada ni generales Roca, ni terrateniente pampeana o patagónica.
La antinomia Pueblo-Oligarquía, guerra popular y prolongada del peronismo, heredada de lxs caudillxs montonerxs del SXIX, se mudó definitivamente a Moscú. Se transnacionalizó.
Las batallas a librar serán entonces entre el Capitalismo revolucionario, popular, solidario, global y ecológico, organizado en ese ejército obrero y campesino que contiene la OTAN, y la vendepatria oligarquía putinesca, o sea, Pueblo y Antipueblo.
Siglos de Libertad-Igualdad y Fraternidad nos observan Compañerxs.
GB
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