Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. La gira de Sergio Massa por los Estados Unidos concluyó con dos reuniones de primer orden, más por la gestualidad que por los resultados. Una fue con funcionarios del Tesoro estadounidense, encabezadas por quien fuera durante el gobierno de Mauricio Macri el representante norteamericano ante el Fondo Monetario Internacional, David Lipton, hoy asesor especial en asuntos internacionales del Tesoro. Dijeron presente también el secretario Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kaplan, y el subsecretario de Asuntos Internacionales, Andy Baukol. El objetivo del mitin era la búsqueda de apoyos para el país en su negociación con organismos de crédito y tuvo la presencia imprevista de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que se acercó unos minutos en persona, un gesto destinado a mostrar el interés que conserva en Washington la situación de Argentina. La reunión con Kristalina Georgieva sirvió para confirmar y refrendar el programa que el ministro está ejecutando -con el apoyo de toda la coalición de gobierno- con el objetivo de obtener una aprobación por parte del organismo de la segunda revisión del programa vigente y encaminar la de la tercera. El comunicado publicado en el sitio oficial del Fondo supone un apoyo al ajuste que confirma todas las metas acordadas a comienzos de año, incluyendo los objetivos de déficit primario del 2,5 % del PIB en 2022 y del 1,9 % del PIB en 2023. En materia de acumulación de reservas se destacó expresamente el régimen temporal de incentivo a las agroexportaciones y las tasas reales positivas. Desde el entorno de Massa consideran que, a diferencia de los intentos de sus predecesores, el régimen excepcional cumplió su objetivo, reflejado en el saldo del Banco Central de la última semana. Y destacan que ningún otro sector tiene una situación comparable, ni en capacidad de liquidación ni en presión impositiva sobre las exportaciones, por lo que descartaron extender el régimen, tanto temporalmente como en lo que hace a otros productos. Las intenciones en la comunicación del Fondo con relación al combate a la evasión y la ampliación de la base tributaria podrían ayudar a acelerar la aprobación de un acuerdo de intercambio automático de información con la agencia tributaria estadounidense que, en lo burocrático, todavía deberá cumplir un largo recorrido hasta su viabilización definitiva. Tanto en esta materia como en inversiones -particularmente en energía y alimentos, el caballito de batalla del ministro-, las perspectivas abiertas sirvieron, sobre todo, para señalizar un posible camino virtuoso para la relación bilateral, que podría complementarse con un apoyo que no fue comprometido al menos públicamente en la relación con los organismos de crédito, pero que al menos permiten inferir los cambios de mirada de Mauricio Claver-Carone, el republicano anticastrista que preside el BID y la señal sobre la próxima revisión del Fondo Monetario Internacional. La presencia en Argentina y las palabras de Dan Restrepo, ex asesor de Obama para América Latina, de indudable afinidad pero sin relación formal con la actual administración, que incluyeron un -otro- apoyo expreso a la vicepresidenta y algunas expresiones salidas del libreto diplomático de los funcionarios sobre los motivos del respaldo al país, reforzaron la sensación de satisfacción con una administración que, a los motivos de acercamiento existentes, agregó una unificación de discurso y decisiones novedosa para la lógica de la coalición. En Argentina el escenario continúa en tensión. Carlos Melconián dijo en un encuentro semipúblico que si Mauricio Macri estuviera haciendo este ajuste el país sería un hervidero. Es probable, pero también lo es que para sus interlocutores haya representado una incomodidad porque esa afirmación implica un reconocimiento: que el peronismo es el único lubricante político que puede hacer pasar las reformas que esa platea entiende que el país necesita. Tal vez por eso, en una reunión que tuvo lugar la semana pasada con el dueño de un medio muy importante, los empresarios de energía, supermercados y agro que estaban presentes reconocieron que estaban interesados en que Massa sea el próximo presidente. En un momento del encuentro se apersonó Gerardo Morales. Al gobernador jujeño hay que mirarlo de cerca. Si Macri es candidato, es difícil pensar en su permanencia dentro de JxC. A esta hipótesis se le suma otra, pero en CABA y dentro de la coalición opositora: la semana pasada, un importante dirigente del PRO le ofreció a Rodolfo D’Onofrio participar en una eventual PASO para jefe de Gobierno porteño. Mientras tanto, continúa la investigación por el intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner. El celular de Brenda Uliarte define, para los investigadores, que ella era la líder de la banda. Además de las conversaciones conocidas ayer, hay otras inquietantes: Uliarte y Fernando Sabag Montiel planeaban alquilar un departamento para tener visibilidad directa al balcón de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Con qué plata iban a rentar una propiedad en Recoleta estos hijos ilegítimos de la economía popular? La justicia razona mejor: pidieron el levantamiento del secreto bancario para saber si hubo un algún aporte significativo. Otra sospecha sobrevuela a Ximena de Tezanos Pinto, conocida como la vecina de Cristina. Tezanos Pinto le alquila una habitación en su departamento “desde hace tres o cuatro meses” a Gladys Egui, la abogada del integrante de Nación de Despojados Gastón Guerra que, a su vez, fue fotografiado agrediendo el auto de Sergio Massa en su asunción como ministro. Una línea de investigación tiene como protagonista a Mario Pablo Borgarelli -el amigo de Sabag Montiel que dijo “lamentablemente falló” en una nota en Telefe. Según pudo averiguar #OffTheRecord, la justicia intenta verificar si Borgarelli vive en un departamento en el barrio porteño de Colegiales que era de Alicia Tezanos Pinto, tía de Ximena, cuyos hijos le cedieron los derechos hereditarios sobre la propiedad al padre de Borgarelli. Rumores. Last but not least: durante la jornada de ayer fui involuntariamente protagonista de una práctica bastante habitual y para nada original en la que, a través de un recorte de 24 segundos sobre una conversación de casi tres horas, se me atribuye “estar en contra de la democracia (sic)” por un comentario que tuvo pretensiones de humor sobre la República Popular China. Que hacer reír no es mi fuerte es una certeza; que no me voy a privar de intentarlo, máxime cuando repito la práctica incluso con la temprana muerte de mis padres, es una certeza aún mayor. Una de las personas que interpretó que el recorte era una impugnación a la democracia fue el presentador Eduardo Feinmann quien me dedicó agresiones que, por esta vez, no responderé. También aprovechó el episodio la organización Revolución Federal, vinculada a Uliarte, la novia de Sabag Montiel. A estos, una aclaración: fue un chiste, no disparen. Y, entre otros, la momentáneamente bullrichista Florencia Arietto. Arietto saca a pasear su ignorancia con frecuencia y, a partir del rencor que le generó hace una década no ser aceptada en La Cámpora, ve kirchneristas por todos lados. Es irrelevante. Más interesante aún es su recorrido posterior. Los hinchas de Independiente todavía la tienen presente por su paso por la institución. Su último epic fail, como especialista en seguridad que es, fue no advertir que el arma que sostenía Fernando Sabag Montiel estaba invertida por la imagen y no era el Watergate criollo que quiso instalar en redes sociales. La cuestión tiene importancia más allá del procedimiento y de la anécdota personal, ya que la competencia entre China y los Estados Unidos atraviesa la coyuntura política a nivel global e influye en decisiones tan inmediatas como el otorgamiento de créditos a nuestro país, las exportaciones o las inversiones, públicas o privadas, que puedan acercarse. Las consecuencias del relativo declive de los Estados Unidos y el acelerado ascenso de China posiblemente sean el asunto más tratado por la literatura contemporánea en el ámbito de las relaciones internacionales. Teóricos como el profesor de Chicago John Mearsheimer, el trabajo pionero del profesor de Harvard Graham Allison sobre la llamada Trampa de Tucídides y, más recientemente, Stephen Walt y Dani Rodrik abordaron el asunto desde distintas aristas. En Argentina, entre muchos otros, Juan Gabriel Tokatlian se ha enfocado en sus consecuencias para la política exterior; Esteban Actis y Nicolás Creus han trabajado en el modo en que esa competencia condiciona al sistema. Mientras estos tratamientos se enfocan en general en cuestiones estructurales y persistentes, otros han mirado a los Estados más allá de la cáscara que suponen sus atributos objetivos como producto interno bruto, tecnologías, población o capacidades de despliegue militar. La mirada supone un análisis de las fortalezas internas de los sistemas políticos y económicos. La literatura sobre el proceso de crecimiento y desarrollo chino y sus consecuencias para el mundo es abundante, pero para ahondar en las fortalezas de su sistema posiblemente no exista mejor obra que el ambicioso “China” de Henry Kissinger, literalmente uno de los mayores decisores de la política exterior estadounidense y protagonistas de la relación bilateral. El sistema chino ha combinado durante los últimos 45 años un importante crecimiento económico basado en una economía de mercado que ha logrado resultados inéditos por su escala a nivel global en la reducción de la pobreza, mecanismos no necesariamente democráticos de adaptación e interpretación de demandas sociales -que incluyen una amplia autonomía para los gobiernos locales, la importante presencia en cada territorio de un Partido Comunista que cuenta oficialmente con 96 millones de miembros y un amplio despliegue de herramientas de análisis de datos- con un férrea represión de los discursos y la actividad política disidente. El sistema, parado en estos tres pilares, mantiene su estabilidad. Con modelos igualmente autoritarios y un fuerte crecimiento económico, florecieron antes la isla de Taiwán y países como Singapur y Corea del Sur que, por su tamaño y población, jamás hubieran podido rivalizar con los Estados Unidos, pero que han alcanzado niveles comparables de riqueza o desarrollo tecnológico en relación a su número de habitantes. Los problemas que acechan a las democracias occidentales en general -y a la democracia estadounidense en particular- han sido abundantemente diagnosticados. “Entrás en estos pequeños pueblos de Pensilvania y, como en muchos pueblos pequeños del Medio Oeste, los trabajos se fueron durante 25 años y nada los reemplazó. Sufrieron caídas durante la administración Clinton, la administración Bush. Cada administración sucesiva dijo que de alguna manera estas comunidades se van a regenerar y no lo hicieron. No sorprende que se amarguen, se aferren a las armas, a la religión, a la antipatía hacia las personas que no son como ellos, a los sentimientos antiinmigrantes o anti comercio, como una forma de explicar sus frustraciones”. La frase, del 2008, es de un Barack Obama elocuente que, sin embargo, no fue capaz de encontrar una solución para que, ocho años después, esos mismos votantes frustrados consagraran a Donald Trump como el Presidente de los Estados Unidos. La elección de Trump terminó de confirmar un fenómeno que ya era embrionario y que en Europa ha tomado también forma en partidos de extrema derecha: la ruptura de algunos consensos básicos y reglas de convivencia entre los espacios políticos. Cuestiones centrales vinculadas al avance de los derechos civiles, la secularización de la sociedad, la relación con la inmigración y la interpretación de valores como la igualdad racial y de género y la convivencia en un marco de diferencias están en conflicto cada cuatro años, al punto que autores canónicos liberales como los profesores del MIT Acemoglu y Robinson, o el premio Nobel de economía Paul Krugman han señalado a Trump y al Partido Republicano encolumnado detrás suyo como un riesgo para la democracia. Los sucesos del 6 de enero con la toma del Capitolio, el hecho de que el Partido Republicano no haya repudiado masivamente al expresidente Trump, que desconoció los resultados electorales, las expectativas de victoria que este partido sostiene de cara a las próximas elecciones legislativas y proyecta a las presidenciales, la extrema división y polarización de la Corte Suprema y respecto de ella, revelan una crisis que no es un problema de actualidad sino de fundamentos. Una democracia en la que cada cuatro años -o incluso dos- está en juego el destino de la nación enfrenta enormes dificultades para encarar con posibilidades una contienda hegemónica de largo plazo. Las democracias que prevalecieron en aquellas contiendas eran, entre otros factores, aceptablemente cohesivas. Las diferencias entre Truman, Eisenhower y Kennedy eran, básicamente, de grados e intensidades. Reagan fue exitoso en sus propios términos y pudo poner fin a la Guerra Fría gobernando con mayorías legislativas del Partido Demócrata durante todo su mandato. Esa realidad hoy es un recuerdo lejano. Las coincidencias que aún existen en cuestiones de política exterior difícilmente puedan ser ajenas a la crisis que afecta a todo el proceso popular y burocrático de toma de decisiones. Un esquema de alternancia pendular, en el que los partidos están, cada vez más, enfocados en bloquear las agendas de sus adversarios y donde las distancias se plantean como diferencias morales es muy difícilmente sostenible en el largo plazo desde la perspectiva competitiva. Bonus track:- La caída de los oficialismos y la radicalización de las dos principales coaliciones, hacen crecer en las provincias, al menos temporalmente, la demanda sobre las terceras fuerzas. Un fenómeno a tener en cuenta, sobre todo en aquellas que tienen elecciones anticipadas. En Santa Fe cuando se pregunta qué partido te gustaría que gobierne el próximo período hay encuestas que hoy están mostrando un escenario de tres fuerzas alrededor de los 20 puntos: JxC, socialismo y peronismo. A ellas se suman los libertarios superando los 10. Es decir, en el tercer distrito electoral del país hoy hay cuatro fuerzas en dos dígitos. Escenario abierto a cinco meses del cierre de listas.
- María Eugenia Vidal fue una de las que criticó muy duramente el feriado dispuesto por Alberto Fernández luego del intento de magnicidio a CFK. La ex gobernadora entendía que el país no podía detenerse 24 horas y alegó cierta necesidad de apego al trabajo que debería tener la sociedad argentina. Ella es diputada nacional que, con respeto a los legisladores, no parece ser la actividad más exigente del mundo laboral de nuestro país. Sin embargo, eso no le evitó, una semana después de su rechazo a la decisión presidencial, tomarse viernes y lunes para poder disfrutar de las prestaciones del Hotel Llao Llao. Ojalá haya conseguido habitación en el Ala Moreno que tiene una vista extraordinaria.
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