viernes, 2 de septiembre de 2022

CARAS Y CARETAS.

 

Luciani: un nuevo tiro por la culata de la clase dominante
El pedido de prisión y proscripción para la vicepresidenta Cristina Fernández realizado por el fiscal Diego Luciani es el mayor retroceso de la democracia argentina desde 1983. No es un hecho fortuito. Es la culminación de un proceso que había comenzado antes de que se terminaran los doce años del ciclo kirchnerista y que se profundizó al máximo durante el gobierno de Mauricio Macri.La gestión Cambiemos rompió el pacto de convivencia democrática que había regido la disputa política argentina desde el final de la última dictadura. Había peleas ancestrales en el PJ y la UCR, pero un piso de convivencia que Macri resquebrajó. Los denostados partidos tradicionales aceptaban que la disputa política se dirimía en las urnas. La proscripción del adversario era un límite que nadie cruzaba.
Causa vialidad
Los políticos de ambos bandos no estaban dispuestos a ser comparados con los dictadores. Además de que varios habían padecido la dictadura de modo muy directo. Dos ejemplos: el ex presidente Carlos Menem estuvo preso durante esos años; una de las hermanas del radical Enrique “Coti” Nosiglia está desaparecida. En esa dirigencia que hoy podría llamarse “vieja política”, había un hilo conductor de respeto por el voto popular y la voluntad de las mayorías.Este hilo fue cortado por la tijera del lawfare y el pedido del fiscal Luciani. Abundaron en estas semanas los artículos que intentaron comparar el amañado juicio por la obra pública de Santa Cruz con el histórico Juicio a las Juntas de 1985. La incalificable equiparación se explica porque la derecha argentina fantasea con que este sea un Nunca Más del peronismo, que encarna CFK. El deseo solo muestra qué pulsión autoritaria de la derecha argentina se ha vuelto a imponer.
La operación es de una gran torpeza política. Las elecciones del año pasado las ganó Juntos por el Cambio. Y hasta ahora, lo más probable es que pueda triunfar en 2023 también, con la ayuda inmejorable de una inflación que ronda el 80 por ciento anual. Durante años, el análisis político argentino sostuvo que en el transcurso el siglo XX las clases dominantes se recostaron en las fuerzas armadas para llegar al poder a través de los golpes de Estado. Lo hacían, según esta visión, por su incapacidad para generar un partido conservador con respaldo popular, a diferencia de lo que ocurría en Inglaterra, Estados Unidos y otras democracias occidentales.En el siglo XXI, la derecha resolvió este problema con la creación de JxC. El radicalismo terminó subsumido en el PRO. El bloque de poder antiperonista, formado por los sectores más poderosos del negocio agropecuario, los grandes medios, el sector financiero, entre otros, tiene ahora una fuerza política con potencia electoral. Por eso es que la búsqueda de proscripción de CFK atrasa tanto. No es extemporánea solo respecto del avance democrático de la sociedad argentina sino de la evolución de la propia derecha local, que ahora gana elecciones.
Demián VerdugaNació en Buenos Aires. Trabaja en la revista Caras y Caretas y el diario Tiempo Argentino. Fue editor en el semanario Miradas al Sur y en la revista digital Replanteo; columnista político en Radio Nacional y la AM 750. Publicó tres libros en el género de novela de no ficción: Antes de que se vuelvan mariposas, la historia del secuestro de la familia Forti en el aeropuerto de Ezeiza en 1977 (2013, editorial Bilblos); El refugio en el telar, novela testimonial sobre La noche de las corbatas (2015, editorial Biblos) y Crónica de una extorsión, el caso D'Alessio, la historia que destapó el lawfare (Colihue 2021).
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