CULTURA //// 07.03.2021
Este informe cierra la investigación sobre este pueblo y la posibilidad de que sea algo más que
leyenda campestre. En esta ocasión, los “burros”, las fiestas clásicas y un par de preguntas que
vendrían a dilucidar el por qué del abrupto final.
Por Norman Petrich | Ilustración: Leo Olivera
Los últimos apuntes sobre las costumbres de los habitantes de este pueblo marcado como el génesis
de los excesos que caracterizan a nuestro ser nacional van de los “burros” y las apuestas a raros hábitos
que aparecen en las clásicas fiestas. Y para cerrar este informe, dos preguntas que aún buscan
respuestas. Así que los invito a compartir el final de las anotaciones del supuesto hijo no reconocido de
Félix Luna.
Varios cuerpos de ventaja
Hubo un tiempo próspero para los burreros de Asendog, tiempo en que el hipódromo Doctor
Julio Albarracín veía sus graderías de maderas repletas de público. En su mayoría no eran fanáticos
de las carreras de caballos sino de “Mugriento”, potrillo que defendiera los colores del stud
"La Asendogensa", y con ello el orgullo de toda una región. Era un alazán flaco y bastante petisón,
por el cual muchos no darían ni dos pesos, pero el "Mugriento" se convertía en un verdadero diablo
a la hora de la competencia. Algunos aseguran que por donde pasaba quedaban marcados los cuatro
cascos a fuego, pero aconsejo dudar de semejante visión, ya que las personas que atestiguaron,
al observar que un frasco de perfume contenía más del cincuenta por ciento de alcohol, se lo bebieron
de un solo trago.
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