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30/03/2021 Hola, ¿cómo estás? Espero que bien, porque te queda poco: los casos van a explotar y las variantes de Manaos, Reino Unido y Río de Janeiro son muy difíciles de controlar como para no tomarlas en serio. La situación es mucho más delicada que en la primera ola, pero eso ya lo sabías, y este newsletter nació para hacerte pensar e informarte, qué tanto. Empecemos. Prohibido aburrirsePocos detectaron la secuencia. A minutos de comenzar la votación del proyecto de Ganancias, Máximo Kirchner se acercó a Sergio Massa y conversaron algunos minutos. En ese intercambio, el tándem que comanda la estrategia oficial en Diputados decidió aceptar las modificaciones que proponían los diputados Carla Carrizo y Emiliano Yacobitti. Carrizo propuso que las asignaciones mensuales y vitalicias de presidentes y vicepresidentes de la Nación paguen el tributo y Yacobitti que se excluya del impuesto a la provisión de herramientas educativas. Las demandas eran razonables, pero -claro está- no fueron el motivo del aval oficial. El diálogo entre Máximo y el esquema de Enrique Nosiglia data de algún tiempo. Incluso compartieron un asado -al que asistieron el propio Yacobitti y el ministro Eduardo de Pedro- en un singular quincho de la Capital. Continuó con el apoyo de Kirchner y Wado a la lista de Gustavo Posse en provincia de Buenos Aires. Acá ocurrió un episodio interesante. Máximo llamó a Yacobitti para felicitarlo por la perfomance de los retadores bonaerenses y el operador radical lo chicaneó por un presunto apoyo a la lista de Maximiliano Abad por parte de dirigentes cercanos al líder camporista. El vínculo, para el oficialismo, tiene dos objetivos. El primero, tender puentes con un sector de la oposición que no tenga como única estrategia el fracaso del Gobierno. El otro -atado al anterior-, intentar lograr el acompañamiento de todos los espacios con posibilidades de gobernar la Argentina en los próximos años para plantearle al Fondo Monetario Internacional un programa que no signifique solamente patear el problema para adelante. Según pudo averiguar #OffTheRecord, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Martín Lousteau estarían dispuestos a sentarse a conversar. “Nosotros sabemos que vamos a ganar en algún momento y queremos ser parte de la discusión sobre algo que tendremos que enfrentar cuando nos toque gobernar”, coincidieron desde su entorno ante este medio. Es la tercera iniciativa del Frente de Todos para incorporar a la oposición a los que entiende el oficialismo son los debates de fondo. Lo hizo Cristina a través de una carta la primera vez y la segunda con la mención en el discurso del 24 de marzo, ambas sobre la complejidad de abordar la problemática de la economía bimonetaria. En medio de eso anda Martín Guzmán que estaba en Washington cuando la VP dijo que Argentina no puede pagar la deuda porque no tiene la plata. Luego lo repitió el Presidente. El número mágico de los 20 años es para negociar, pero nadie en el FDT ve probable un acuerdo de esa naturaleza aunque Mauricio Macri le haya dado una ayuda involuntaria al ministro de Economía cuando en su libro Primer Tiempo reconoció que el préstamo con el FMI fue de naturaleza política. “Entonces el acuerdo también tiene que serlo”, insisten en privado en el Gobierno. Esta semana puede haber novedades de cómo perfila la negociación. Cristina sorprendió en Las Flores, además, por la mención a Cecilia Nicolini. Para entenderla hay que remontarse algunas semanas atrás cuando CFK le contó a Alberto una conversación próxima con un potencial oferente de vacunas. “Llevala a Nicolini”, le sugirió el Presidente. Así fue. El temario del encuentro, que ocurrió hace 14 días en el Senado, se mantuvo en el mayor hermetismo aunque trascendió que la vicepresidenta se llevó una muy buena impresión de la asesora presidencial. La llegada de las dosis, en general, es una preocupación central para un gobierno que ve el colapso del sistema sanitario mucho más probable que en la primera ola. Ayer, sobre este tema, ocurrió algo inusual. Un pequeño grupo de militantes de izquierda se movilizó hacia la planta de mAbxience y pidieron intervenir el laboratorio donde se fabrica la vacuna de AstraZeneca por presuntos incumplimientos en el contrato. Esta medida de acción directa mereció una cobertura inusual y sin adjetivos de medios preocupados por la salud de la propiedad privada en nuestro país y que no suelen prestar demasiado interés a las movilizaciones trotskistas. Esto se le sumó a una serie de notas muy atractivas desde el punto de vista narrativo, pero desapegadas a los hechos. Alguien podría pensar que fue un movimiento coordinado. Lo cierto es que Hugo Sigman le había pedido al Gobierno que anunciara la llegada de las más de 900 mil vacunas de AstraZeneca en la tercera semana de abril para desalentar la movilización hacia su laboratorio. El Ejecutivo se negó para evitar pagar nuevamente el costo político en caso que las dosis no lleguen en tiempo y forma. La inquietud oficial en cuanto a las vacunas es doble: por un lado, la demora en México promete extenderse más de lo tolerable y en el caso de Rusia, la viceprimera ministra, Tatiana Golikova, desalienta con énfasis cada envío que sale de su país al nuestro. La nación gobernada por Andrés Manuel López Obrador enfrenta una dificultad que no es propia. La fabricación de las vacunas precisa un filtro especial que lo producen dos compañías a nivel global: Merck Millipore Corporation y Pall Corporation. MMC no pudo entregar la producción comprometida porque hubo una orden del gobierno estadounidense para que no salieran insumos que fueran necesarios para las vacunas dentro de su país. Finalmente, a través de una gestión del canciller mexicano Marcelo Ebrard, parte del convoy necesario llegó a destino, pero no el suficiente. Las vacunas de AstraZeneca van a comenzar a tocar suelo argentino a partir de la tercera semana de abril y luego se prevé una entrega de entre 3.5 y 4 millones por mes proveniente de los Estados Unidos hasta completar 11.5 millones de vacunas y comenzar a recibir, ahí sí, las envasadas en México. Cumbre borrascosa (perdón la obviedad)La Cumbre del Mercosur por los treinta años del bloque estuvo mucho más lejos del festejo de lo que podía suponerse cuando hace algunas semanas se anunció incluso una visita del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, para su primer encuentro con Alberto Fernández. No tuvo declaración conjunta: el mandatario brasileño se retiró antes de tiempo y la discusión entre el argentino y su homólogo uruguayo se reprodujo en las dos orillas del Río de la Plata. Aunque hay diferencias políticas -reales y de fondo-, los momentos internos tuvieron un rol importante en el tono de los debates y la escenificación y sobreactuación del disenso. Luis Lacalle Pou es, sin dudas, un presidente popular. Aquello de que escoba nueva barre bien -asumió en marzo de 2020- más una mezcla de condiciones demográficas y una heredada solidez macroeconómica permitieron capear el temporal durante el último año. En lo que va de este, la campaña de vacunación avanza a un ritmo sostenido bajo un estricto criterio de edad que reduce los problemas de filas y malentendidos conexos. Sin embargo, la situación de la pandemia en el país parece lejos de estar controlada -como tarde o temprano le ocurrirá, también, a toda la región. El aumento acelerado de contagios y muertes amenaza, de acuerdo a la Sociedad Uruguaya de Médicos Intensivistas, con colapsar el sistema esta misma semana. Por primera vez, un contexto desfavorable para Lacalle Pou. La confrontación con Argentina desvía algo de atención de los problemas internos en un país donde los años de puentes cortados siguen sin cicatrizar. El reclamo concreto es persistente. Jorge Batlle, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica, a su modo, lo plantearon. Uruguay busca reproducir el modelo chileno de múltiples acuerdos comerciales que le permitiría potenciar sus exportaciones de alimentos y abaratar las importaciones que, por su muy pequeño mercado interno, difícilmente podría sustituir al menos en un Mercosur donde escasean las cadenas de valor regionales. El tono, sin embargo, es otra cosa. Cuquito no ha hecho virtud del cuidado de las formas. Sus declaraciones el día de la muerte de Maradona -“prefiero a Francescoli”- son representativas de un habitus repetido entre portadores de apellido a ambas orillas del Río de la Plata. En esta ocasión, marcando diferencias con el tono amable, aún si firme, de los reclamos de sus predecesores frenteamplistas, calificó al Mercosur de "lastre" y fue rigoreado por el excanciller uruguayo Nin Novoa que dijo que Lacalle “le erró en la forma de expresarlo”. Mucho más importante para Argentina es la posición de Brasil. Los irmaõs disponen de una industria potente y afincada, si bien asimétrica, con epicentro en San Pablo, un gigantesco mercado interno -con una población de casi 200 millones de personas- y, también, potentes sectores bancario y agrícola. Entre estos se discuten hace años cuáles deberían ser los grados de apertura y de protección a ser adoptados. La llegada de Paulo Guedes al ministerio de Economía -y el consenso neoliberal que la élites brasileñas comparten, al menos, desde que forzaron la caída de Dilma Rousseff- inclinó la balanza en favor de una postura aperturista irreductible que llevó a Brasil a alinearse con los países pequeños en la demanda de reducción unilateral de aranceles externos y flexibilización del bloque. Otra vez, lo que podía haber sido un acercamiento, con visita del presidente brasileño, terminó en un enfrentamiento agudizado. Los mercados que constituyen uno de sus principales apoyos y habían comenzado a dar señales de desconfianza en el presidente tras el cambio repentino de autoridades de Petrobras, producido con la intención de intervenir sobre los precios de las naftas. A ello se sumó la reaparición de Lula como protagonista electoral. En dos semanas, pasó de estar condenado en segunda instancia e imposibilitado de candidatearse a ser el principal contendiente para la presidencia en 2022. Mientras el juez del Supremo Tribunal Federal Edson Fachin dejó sin efecto todas las condenas y hasta las denuncias contra Lula por problemas de índole formal, un cambio de voto de la magistrada Carmen Lucia llevó a la sala segunda del máximo órgano judicial a determinar algo que a esta altura sabíamos todos excepto los jueces: Sergio Moro no fue imparcial para juzgar al expresidente. Este contexto político se suma al contexto sanitario. Una de cada cuatro muertes por COVID registradas en el mundo en las últimas semanas se explica por Brasil. Bolsonaro transita un crecimiento sostenido en los niveles de rechazo hacia su figura en las encuestas. Con más de 300 mil muertos por la pandemia, la apertura de un proceso de impeachment no puede descartar del todo, por lo que el mandatario debió volver a la estrategia habitual del presidencialismo del país vecino de incorporar al gabinete a políticos sin expertise técnica particular que garantizan una base parlamentaria a cambio de cargos y recursos estatales. La salida ayer del Canciller, Ernesto Araujo, un extremista ideológico discípulo del filósofo terraplanista Olavo de Carvalho es una imposición de la flamante ala política del gobierno. La del ministro de Defensa, Fernando Azevedo, da cuenta de una puja interna que tiene a al menos algunos sectores militares del lado de enfrente de Bolsonaro. Si fueran ciertos los rumores que circulan en la prensa, una eventual dimisión anticipada de los jefes del Estado Mayor, de producirse, confirmaría la gravedad del asunto. En este contexto, un Bolsonaro vulnerable como nunca antes, cuenta aún con su ministro de Economía, Paulo Guedes, y su llegada ante los capitales más competitivos. La agenda de apertura del comercio mundial es parte de las reformas que pide gran parte de las élites brasileñas. La confrontación con Argentina opera como reaseguro a los mercados. Habrá que estar atento a lo que suceda. Los momentos de inestabilidad en Brasil han sido, también, de recesión económica. Y Argentina necesita de su vecino más grande para consolidar su recuperación. Loretta, con cariño desde NYCNo son todas buenas noticias las que vienen desde la primera potencia mundial. Ayer, la jueza del tribunal del distrito sur de Nueva York, Loretta Preska, decidió rechazar una petición de Argentina para desestimar una demanda del Fondo Aurelius y otros acreedores que reclaman por el pago del cupón PBI, uno de los bonos emitidos en los canjes de deuda de 2005 y 2010, que corresponden al cálculo de crecimiento económico de 2013. Si es cierto lo que dicen algunos de sus exégetas sobre los motivos para justificar la intervención del INDEC, Guillermo Moreno tenía poco que envidiar al macrismo en la recurrente confusión entre dólares y pesos. La intervención, dicen, ahorró al Estado nacional el equivalente a diez mil millones de dólares en bonos atados a la inflación nominados en nuestra propia moneda. Aquello tenía, al menos, dos contrapartidas dañinas. La más grave fue que, mientras duró la intervención de los índices, aquello privó al país de la posibilidad de endeudarse en su propia moneda. La otra, la subestimación de los precios también podía acarrear una sobreestimación moderada del crecimiento que podía eventualmente engrosar, injustificadamente, la cuenta por bonos atados a la evolución del PIB. En marzo de 2014, el INDEC cambió el modo de calcular el crecimiento de la economía del año anterior. En el marco de un proceso que involucró incluso al FMI en un intento de mejorar las estadísticas, se lanzó el IPC-Nu, que modificaba la base de cálculo, de 1993 a 2004. De no haberlo hecho, el crecimiento del PIB podría haber marcado un inflado 4,9%, que con la nueva metodología se redujo hasta el 2,9%, por debajo del límite de 3,25% que hubiera obligado a Argentina a pagar cientos de millones de dólares como bono por el resultado del Producto. Si bien el fallo no acoge el pedido de Argentina de rechazar la demanda sin abrir a prueba, la jueza de Nueva York nada dijo sobre el fondo de la cuestión. La sentencia difícilmente sea pronto y es improbable que ocurra antes de 2022. Sobre el fondo, Argentina alega que, como hacen todos los países, tenía derecho a cambiar el modo de medir. La reestimación de los datos de crecimiento del PIB que realizó el INDEC durante el gobierno de Mauricio Macri marcó para 2013 un 2,3%, incluso más lejos del piso de la cláusula que hubiera dado derechos a los acreedores. El escenario, contra los deseos de Argentina, está abierto, pero no está de ningún modo definido. Bonus track
Dejame recordarte algo, máxime en la antesala de nuevos productos de Cenital: nos gustaría que seas parte del proyecto a través del sistema de apoyo económico para poder seguir creciendo. La recomendación de hoy es Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued. Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio. Iván |
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