LA PATRIA ES LA CASA DEL ALMA
Si nos resulta insoportable la desigualdad, es urgente reponer las contribuciones patronales
El 12 de agosto de 1993, día en el que se cumplieron 187 años de la reconquista de Buenos Aires de la primera invasión inglesa, a instancias del por entonces ministro de economía Domingo Felipe Cavallo, se firmó lo que se conoció como el Pacto Fiscal para el Empleo, la Producción y el Crecimiento. Ese pacto originó el dictado del Decreto 2609/93 por el cual se disminuyeron las contribuciones patronales, argumentando, obviamente, que dicha disminución generaría más empleo.
La idea de que “disminuir los costos laborales” produce empleo considera que el empleador, al tener menos gastos por los empleados que tiene a cargo, se verá motivado a contratar nuevos trabajadores. Es una ficción absurda que nunca se corroboró en la realidad, por dos razones objetivas:
- que el empleador contrata exactamente los trabajadores que necesita de acuerdo con lo que está en capacidad de producir y vender, ni más ni menos. Si los costos bajan, transfiere ese ingreso a ganancias – plusvalía -, y
- una medida de esas características lo único que logra es profundizar el ajuste, disminuyendo la demanda, ya que el empleador orienta sus ganancias extras al ahorro o a la fuga, pero casi nunca en la Argentina a la reinversión, quitando ese dinero del mercado y por ende generando recesión.
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