martes, 9 de julio de 2019

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Grecia: la izquierda y las dimensiones del fracaso

En una legislatura marcada por las decisiones difíciles para el partido Syriza, la derrota electoral de Alexis Tsipras no alcanza para dar por muerto su proyecto.
Martín Schapiro y Leticia Martínez 
9 de julio de 2019 09:07 hs 
 
Las recientes elecciones en Grecia, que dieron la victoria al conservador Kyriakos Mitsotakis sobre Alexis Tsipras fueron analizadas por medios de comunicación y dirigentes como el "final" de SYRIZA, el partido de izquierdas que llegó al gobierno en medio de la crisis económica, y se atrevió a desafiar a la "troika" del Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Central Europeo para luego capitular ante las amenazas de los acreedores. ¿Cuál es sin embargo la dimensión del fracaso? ¿Está verdaderamente muerta la izquierda griega?
A seis meses de la asunción de Tsipras, en el 2015, en medio de la crisis económica motivada por los programas de austeridad y recortes, ante las exigencias de los organismos internacionales para autorizar los desembolsos de créditos necesarios para evitar un default, el gobierno griego convocó un referéndum para decidir sobre el rumbo del país. Un poco más del 62% de los griegos votó rechazar las condiciones de rescate.
Según el discurso de campaña, el nuevo gobierno izquierdista usaría los votos para negociar con más fuerza. Sin embargo terminó por dar marcha atrás y aceptar aplicar severas medidas de ajuste para posibilitar un nuevo programa de rescate. ¿Es un fracaso convocar un referendo y echarse luego para atrás en relación a los términos de la consulta? Claro que sí. Pero no se puede analizar sin tomar en cuenta cuáles eran las alternativas. 
Los caminos de la crisis
Por lo que sabemos hoy, la posición de Alemania y el BCE era irreductible. El Ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, estaba dispuesto a que Grecia saliera del euro y presionó para que no hubiera concesiones de ningún tipo al gobierno helénico, y, sin el país más importante de la Unión, ni ésta ni el Banco Central se prestarían a ningún desembolso. ¿Qué hubiera significado eso para Grecia? Por empezar, una megadevaluación. Difícilmente podamos estimar el valor de la nueva moneda nacional, la eventual vuelta al dracma, pero hubiera resultado extremadamente costoso al país recuperar valor para su moneda, que imprimiría desde cero y, consecuentemente, para los salarios de los trabajadores.
Por si fuera poco, la devaluación y salida del euro no hubieran solucionado el problema de la deuda griega, que mayoritariamente no es con privados sino con estados y organismos públicos. Grecia comercia, básicamente, con Europa. Es imaginable que, de anunciar una cesación de pagos, hubiera estado expuesto a sanciones económicas de sus socios comerciales. 
Un gobierno en rebeldía, en un contexto en que crecían las nuevas izquierdas en el sur europeo de seguro hubiera generado intentos de evitar un efecto contagio, y los acreedores tenían capacidad de dificultar sus exportaciones, el pago de importaciones o el movimiento turístico.
El ex premier griego, Alexis Tsipras.
Anotar algunos logros
Las alternativas para Grecia eran muy complejas y, dadas la circunstancias, el gobierno eligió la que aparecía como menos mala. A lo largo de cuatro años, debió aplicar dolorosas medidas de ajuste como condición para que se autoricen desembolsos que le permitieran cumplir con los compromisos externos y, contra todo pronóstico, su gobierno fue el primero desde el estallido de la crisis en 2009 que logró concluir exitosamente un programa de rescate. Tsipras entregó un gobierno relativamente ordenado, con la economía en leve crecimiento y el desempleo, aún altísimo, en baja. 
Por fuera del área económica, el gobierno izquierdista anotó sus mayores logros, y consiguió avanzar sobre los sectores más tradicionalistas, en una sociedad conservadora y nacionalista. Resolvió el conflicto por el nombre de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, hoy Macedonia del Norte, lo que le valió tanto aclamación internacional como una bastante extendida oposición interna, y le disminuyó el poder público a la Iglesia Ortodoxa. Mientras la mayoría de los países vecinos radicalizaron su rechazo a recibir inmigrantes, el gobierno de SYRIZA fue de los pocos que mantuvo la mano tendida, aún cuando los picos de la crisis económica y social griega coincidieron con los de la crisis de refugiados provenientes de Siria.
Elecciones
El partido Nueva Democracia (ND) obtuvo la mayoría absoluta con el 39,9% de los votos, por lo que obtiene 158 de los 300 escaños del Parlamento. En tanto SYRIZA se quedó con 31,5%, por lo cual contarán con 86 de las 144 bancas legislativas con las que contaba.
Mitsotakis, que hasta ahora era diputado, tiene una larga carrera política. Su padre Constantinos fue primer ministro entre 1990 y 1993. El político liberal logró captar parte de la población griega agobiada por los ajustes que el gobierno aplicó en el marco del tercer rescate, prometiendo una serie de rebajas en los impuestos.
"El pueblo nos ha dado un mandato fuerte para cambiar el país. A partir de hoy empezamos a trabajar duro. Confío plenamente en nuestra capacidad de estar a la altura de las circunstancias", fueron las palabras del premier hoy al jurar como Primer ministro y antes de dirigirse al Palacio Maximos, donde Tsipras lo esperaba para hacer el traspaso de mando.
El flamante premier, que llega con el aval de los mercados, dio otro indicio en su juramento de lo que será la relación con la Iglesia. A diferencia de lo que había hecho Tsipras en sus asunciones, Mitsotakis juró sobre la Biblia "en el nombre de la santísima e indivisible Trinidad, respetar la Constitución y las leyes" devolviendo lugar preeminente a la institución religiosa, de enorme peso en las decisiones políticas desde la fundación del estado griego moderno.
Pese a contar con un mayor apoyo regional del que contaba Tsipras, aún no queda claro cómo se las ingeniará el actual mandatario para aliviar las duras imposiciones financieras de los rescates. Especialmente si se tiene en cuenta que, con las actuales estimaciones de crecimiento, la economía griega deberá esperar a 2033 para recuperar el nivel de 2009.
SYRIZA perdió una elección. Algo normal en el marco de la democracia. Para un partido que durante cuatro años debió gobernar optando entre malas alternativas, no parece un saldo tan grave. Alexis Tsipras es líder de su partido y, con más del 30% de los votos, mantendrá un considerable protagonismo político. Y salvo que Mitsotakis encuentre la fórmula para un fuerte e inesperado rebote económico, es posible que pronto pueda estar planeando la estrategia para su regreso.


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