Boca vive un caso parecido con un miembro de La Doce detenido, un empleado de seguridad procesado, y un comisario sospechado. Un ex juez que asesoraba a Patricia Bullrich renunció porque la ministra se enojó cuando hizo esa denuncia.
En la causa que incomoda a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, está involucrado Boca.
Imagen: DyN
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La mediatizada causa judicial por la que están detenidos el ex vicepresidente de Independiente Noray Nakis y varios barrabravas no es la única abierta y de ese tipo que salpica al mundo del fútbol. Hay otra que incomoda a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Involucra a Boca y dejó en evidencia una trama de encubrimiento agravado donde habría sido cómplice un ex jefe de la Policía Federal que le respondía: Guillermo Carlos Calviño. El caso tomó visibilidad por una denuncia que presentó el ex juez Mariano Bergés en 2016, quien en ese momento se desempeñaba como asesor del director nacional de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos, Guillermo Madero. La funcionaria le reprochó que lo judicializara, a lo que el ahora abogado respondió con su renuncia. La investigación derivó en la detención de un integrante de la Doce, Maximiliano Germán Oetinger y el procesamiento de un empleado de seguridad del club, Guillermo Darío Brunetta. Como se trata de la institución que preside Daniel Angelici, su repercusión es casi nula. Pero tiene una matriz semejante a la que ahora comprometería a Pablo Moyano, vice de Independiente y opositor al gobierno de Mauricio Macri.
El criterio selectivo de la Ministra para pregonar su combate contra las mafias queda en evidencia, por el expediente abierto que lleva adelante el juez federal Sebastián Ramos. La Sala II de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional de ese fuero, integrada por Martín Irurzun y Eduardo Farah resolvió el procesamiento de Bunetta por encubridor de Oetinger, un barra boquense con frondoso prontuario, en noviembre de 2016. El hecho de que al primero le atribuyan ayudar al segundo a fugarse de la Bombonera, puso en la mira de la Justicia a barrabravas y autoridades policiales. Di Zeo y 11 más fueron procesados por la misma Sala II. Aunque no hubo dirigentes, como si no fueran una pata investigable.
Fuga en la Bombonera
El 19 de mayo de 2016 se jugaba un partido de la Copa Libertadores entre Boca y Nacional de Montevideo. Oetinger, uno de los líderes de la Doce, tenía pedido de captura por el secuestro extorsivo del odontólogo León Scher pero igual fue a la cancha. A Brunetta le imputaron que lo alertó de la presencia policial en el estadio. La barra liderada por Rafael Di Zeo lo cubrió (en la causa dice que formó un “escudo humano”) y Oetinger –responde al alias de Mey– consiguió zafar de la detención. Recién cayó en noviembre del año pasado. Por eso el fiscal Paulo Starc pidió la indagatoria de una buena parte de la cúpula de la Doce, y del comisario Calviño porque habría permitido una zona liberada en la Bombonera.
Del fallo de la Cámara se desprende que “al salir del estadio un grupo reducido –entre los cuales se encontraba Oetinger– ingresó al sector de estacionamiento del club, lugar éste donde pueden ingresar aquellos socios abonados que poseen espacio guarda coches. Allí, había dos camionetas blancas tipo Renault Master y dos automóviles pequeños aguardando para concretar la fuga. Ninguno de los rodados pertenecía al nombrado. Que nuevamente se dio la orden de detener a los cuatro vehículos antes de que lograran pasar por la barrera de ingreso/egreso del sector estacionamiento, donde vale la pena remarcar, había presencia policial. Solo se cumplió con demorar a las dos camionetas referidas. Los demás automóviles siguieron su rumbo sin obstáculos. Oetinger no fue visto.
A Bergés el episodio de presunto encubrimiento lo remonta a su pasado como juez. En mayo de 2004 tuvo una causa que terminó con la breve detención del ex secretario general de Boca, Luis Buzio. Se le imputaba la entrega de entradas de protocolo a la Doce. “Se las secuestramos a Di Zeo y de Informática de Boca nos informaron que las entradas habían salido de la secretaría general del club. Nosotros acreditamos en ese momento que Boca con Di Zeo tenía un vínculo”, recuerda el abogado que hoy conduce la ONG Salvemos al fútbol.
En aquel momento el presidente no era Angelici. Era otro que intentaba mudar la mítica Bombonera a un barrio distinto: el ingeniero Macri. Bergés lo imputó en la causa. “Yo le tomé declaración a Macri”, recuerda. Buzio y los demás acusados zafaron al poco tiempo. La medida la dictó otro juez, Eduardo Daffis Niklison, quien además sobreseyó a Santiago Lancry, Guillermo Seisdedos, Sergio Revequi, Raúl Sala y Guillermo Serminaro.
Los barra bravas de Boca son expertos en fugas. Su actual jefe tuvo éxito en la primera el 2 de octubre de 2003. En marzo de 2007 repitió la fórmula para evadir a la Justicia, como en mayo del año pasado Oetinger. A éste último algunos medios lo ubicaban en el tercer lugar de jerarquía dentro de la Doce, cuando lo detuvieron en el barrio del Abasto en noviembre de 2016.
Sus antecedentes por secuestros extorsivos se remontan a muchos años antes. Y del sitial que ocupaba en la estructura de la barra hablan algunas fotografías. En una se lo ve junto a los hermanos Di Zeo compartiendo un momento distendido con Carlos Tevez. Su prontuario podría definirse en una línea del artículo que publicó en Tiempo Argentino el periodista Juan Diego Britos, en mayo del 2016: “Es secuestrador, amigo de narcos pesados de San Martín y cuenta con muchos vínculos con la Bonaerense”.
La saga de Bebote
Pablo “Bebote” Alvarez, el ex jefe de la barra de Independiente, no es una carmelita descalza. Estuvo varias veces en prisión igual que muchos otros pesados de la tribuna. Pero comparado con Oetinger no intimida demasiado. Es histriónico, la va de transformista –solía disfrazarse para no ser reconocido– y ahora se convirtió en un arrepentido. Detenido, procesado y con prisión preventiva desde anteayer, prendió el ventilador con un blanco fijo: Pablo Moyano, el secretario gremial de la CGT y vice del club de Avellaneda. En su declaración judicial menciona con detalles un encuentro. El que mantuvo con el secretario general de Independiente, Héctor “Yoyo” Maldonado, para pedirle autorización y poder ingresar al predio de Villa Domínico con el objetivo de exigirle dinero al técnico Ariel Holan, y a los jugadores más experimentados del plantel. Por esa presunta extorsión está preso. Habrá que determinar en el futuro si le cabe esa figura procesal o una menor –en grado de tentativa–, con lo que disminuiría su pena.
De su declaración se desprende que aquel dirigente le dijo: “Que esto lo tenía que arreglar con Moyano, sin especificar si Hugo o Pablo y que vuelva la semana que viene en búsqueda de una respuesta”. Maldonado está procesado en la misma causa pero sin prisión preventiva. Es la mano derecha del líder histórico de los camioneros en el club y en el sindicato.
La relación promiscua entre dirigentes y barrabravas es tan elocuente en cualquier institución del fútbol argentino que es la mejor materia prima de las crónicas policiales y deportivas. En cada comisión directiva hay un funcionario –en la de Independiente está Cristian Ritondo, el Ministro de Seguridad bonaerense–, un político, un gremialista o un empresario influyente. No queda ninguna actividad a salvo de las sospechas de connivencia con esta mano de obra dispuesta a todo. La saga de “Bebote” Alvarez y los Moyano ocupa más que ninguna los programas de TV y las páginas de los diarios. Pero no es la única. En todo caso, es la única en la que se nota más cómo espera obtener un rédito político el gobierno.
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