Por Irina Hauser
La declaración testimonial de Soledad Castro, una secretaria de Alberto Nisman, se convirtió en una pelea de tono escandaloso entre los abogados de las querellas y el secretario de la fiscalía, que terminó con acusaciones cruzadas y la mujer llorando. Castro ya había declarado en los inicios del expediente, pero los letrados que representan a Sandra Arroyo Salgado y a la madre de Nisman, Sara Garfunkel, pidieron que lo hiciera otra vez. En esta ocasión agregó detalles que apuntarían, acorde con los intentos que sostiene la querella, a poner en cuestión el procedimiento en el departamento del fiscal cuando fue hallado sin vida y sugerir una relación entre su muerte y la denuncia que hizo contra Cristina Kirchner por encubrimiento en la causa AMIA. Por ejemplo, contó que ella estuvo parada en la puerta del Le Parc el domingo 18 de enero, dado que no encontraba a Nisman y debía reunirse con él, y que hubo agentes de Prefectura que habrían ido a inspeccionar antes de la llegada de cualquier autoridad judicial.
Castro era una de las secretarias letradas de mayor confianza de Nisman y una de las que más estuvieron en contacto con él los días previos a su muerte. Una parte de su nueva declaración se enfocó en la denuncia contra la Presidenta y otros funcionarios por el supuesto encubrimiento de los iraníes acusados del atentado, en la que ella explicó que participó. Según su relato, no fue una presentación armada a último momento y Nisman supervisaba todo el trabajo. Ella la llevó a Comodoro Py el miércoles 14 de enero a la mañana y dijo que parte de la prueba se incorporó después. Cuando el fiscal fue convocado para ir a explicarla al Congreso el lunes 19, Castro se puso a trabajar con él para esa exposición. El viernes 16 fue a su casa a dejarle documentos. Contó que no paraba de pedir cosas. El sábado estuvieron en contacto todo el día, hasta cerca de las 19, y el fiscal le pidió que fuera el domingo.
El domingo 18, Castro lo buscó todo el día sin suerte y terminó apostada al anochecer en la puerta del edificio. De los custodios que había, sólo hablaba con Luis Miño, sin saber que la madre estaba allí. Miño fue quien le dijo que parecía que Nisman había muerto y ella declaró que vio entrar agentes de Prefectura antes que cualquier autoridad judicial, un comentario que vuelve a cuestionar el procedimiento.
La mujer insistió en decir que la denuncia resultó de muchos meses de trabajo. Si bien no señaló que Nisman estuviera amenazado o que comentara tener miedo, el relato se enfilaba a asociar la muerte con la presentación judicial. Fue, de hecho, el argumento del abogado de Garfunkel, Pablo Lanusse, para pedir que la pesquisa pase al fuero federal, donde abundan jueces y fiscales del “18F”, aunque hay excepciones. Castro fue crítica con el juez federal Daniel Rafecas, a quien le endilgó haber valorado parcialmente las pruebas al archivar la denuncia de Nisman por inexistencia de delito.
En un momento del testimonio el secretario Bernardo Chirichella deslizó que Castro se iba por las ramas y que no aportaba al esclarecimiento de la muerte. Lanusse montó en cólera y pidió que quedara constancia de lo que había dicho el secretario, a quien Fein respaldó. Lo acusó de condicionarla, coartar su libertad al declarar y no querer investigar la hipótesis de asesinato. Castro dijo que sus nuevos dichos se deben a que la primera vez no le preguntaron demasiado. En medio de la alta tensión, Castro empezó a leer apuntes al declarar. Fein la frenó y le dijo que ella, como funcionaria, sabía que eso no se podía. Luego le preguntó con ironía si se sentía amedrentada porque le impedían leer. La mujer rompió en llanto. Uno de los abogados de Arroyo Salgado, Federico Casal, le sacó fotos entre lágrimas para dejar constancia de supuesto maltrato.
La declaración, que había empezado a la mañana, terminó pasadas las cinco de la tarde y quedó interrumpida y postergada para el 9 de diciembre.
Ayer volvió a declarar un ex agente de la ex SIDE, Alberto Mazzino, citado porque se detectó intenso flujo de comunicaciones con otro agente, Fernando Pocino, y a la vez con el jefe de operaciones Antonio Jaime Stiuso, durante el domingo 18. Se suponía que era infrecuente contactarse un domingo, pero Mazzino dijo que era lo más normal y que hablaba todo el tiempo con Pocino, a quien conoce hace 12 años. Ese día, señaló, posiblemente mencionaran el tema de Nisman. Pocino, ya relevado de secreto, declara el 15.
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