CAPITALISMO OLIGOPOLICO MADE IN ARGENTINA.
INVESTIGACION: LOS FORMADORES DE PRECIOS Marca que remarca
La inflación tiene entre sus causas la existencia de
mercados dominados por un puñado de empresas con comportamientos oligopólicos.
Existen uno o dos jugadores hegemónicos en sectores clave para bienes de la
canasta básica familiar
Por Fernando
Krakowiak
El fantasma de la inflación que atemoriza al Gobierno tiene
entre sus causas la existencia de mercados dominados por un puñado de empresas
formadoras de precios. El acelerado proceso de concentración y
transnacionalización de la década del 90, combinado con las políticas de
desregulación, redujo la competencia dejando uno o dos jugadores hegemónicos en
sectores clave como la producción de alimentos e insumos de uso difundido
(plástico, aluminio, acero, vidrio, papel y cartón). Para el Gobierno la
concentración empresaria suele ser un arma de doble filo. Para lograr acuerdos
consensuados de precios es mejor tener pocos y poderosos interlocutores que
puedan hacerlos cumplir, pero si los acuerdos no llegan a concretarse o no se
cumplen, esos mismos interlocutores pueden poner en jaque la estabilidad
rápidamente, como sucedió en los últimos meses. En los mercados oligopólicos,
la concientización ciudadana bajo el lema “no le compre al que aumenta” tiene
un efecto relativo, pues las alternativas más económicas son pocas o ni
siquiera existen. Por eso algunos especialistas recomiendan una acción más
activa por parte del Estado a través de la Comisión Nacional
de Defensa de la
Competencia , la modificación de aranceles y retenciones o
incluso la regulación de precios (ver aparte).
A continuación se detallan algunos sectores dominados por
pocos jugadores.
Lácteos. En el país operan 15.000 tambos, pero Mastellone (La Serenísima ) concentra
el 60 por ciento de las ventas de leche fresca. Es un mercado con
características oligopsónicas pasible de conductas anticompetitivas. El mejor
ejemplo de la relevancia que tiene La Serenísima se observa en las negociaciones de
estabilización de precios, ya que para controlar el valor de la leche el
Gobierno se limita a negociar con Pascual Mastellone. En los últimos dos años
logró hacerlo con éxito, pero desde enero “Don Pascual” aumentó la leche 4,4
por ciento generando preocupación en el Ministerio de Economía. En el caso de
los quesos las subas son exorbitantes, el kilo de quartirolo, por ejemplo,
aumentó 17,3 por ciento en el año y 177 por ciento desde la devaluación. En
este mercado la dispersión es mayor, pues las empresas líderes concentran poco
más del 40 por ciento. Las subas se explican por el aumento de las
exportaciones (en los dos primeros meses del año aumentaron 130 por ciento) y,
según un informe de la
Secretaría de Agricultura, por la “excesiva remarcación que
realizan los minoristas”.
Yerba mate. Es un mercado de características oligopólicas
conformado por pocos molinos industriales (tres concentran el 50 por ciento del
mercado) y cerca de 18 mil productores (el 95 por ciento minifundistas)
atomizados y con escaso poder de negociación. Durante los ‘90, la industria
fijó los precios a voluntad perjudicando al resto de la cadena. La sobreoferta
de yerba hizo que el precio de la materia prima cayera más de 50 por ciento,
mientras en las góndolas se mantenía inalterado. En 2001 los yerbateros
recibían 6 centavos por kilo, que luego se vendía a 2,30 pesos. Con la creación
del Instituto Nacional de la
Yerba Mate , en febrero de 2002, los precios se regularon y en
la actualidad los productores cobran 31 centavos por kilo. La industria
absorbió parte de ese aumento y el resto lo fue trasladando a los consumidores.
En el último mes el paquete de 500 gramos aumentó 1,9 por ciento y desde marzo
de 2004 acumula una suba de 24,7 por ciento. Ahora los productores reclaman 40
centavos por kilo, lo que podría elevar de nuevo el precio. Los molinos que
dominan el mercado son Las Marías (Taragüí, Unión, La Merced y Mañanita), Molinos
Río de la Plata
(Nobleza Gaucha, Chamigo y Pico de Oro) y Larangeira Mendes (Cruz de Malta).
Gaseosas. Es un sector altamente concentrado. A fines de los
‘90, las multinacionales Coca-Cola y Pepsi (comercializada por Quilmes
Industrial) controlaban el 80 por ciento del mercado. Con el estallido de la
crisis fueron perdiendo terreno frente a gaseosas de bajo costo que llegaron a
controlar el 29 por ciento de las ventas, dejando a Coca con el 53 por ciento y
a Pepsi con el 18. Sin embargo, las estrategias desplegadas para llegar a los
sectores empobrecidos (formatos más económicos, envases más pequeños y segundas
marcas) y, fundamentalmente, la reactivación económica hicieron que las dos
multinacionales líderes recuperaran posiciones en un contexto donde los niveles
de producción y consumo ya son superiores al máximo histórico de 2001. Las
gaseosas aumentaron 4,7 por ciento en el año y acumulan una suba de 100 por
ciento desde la devaluación.
Azúcar. En el país operan 23 ingenios, pero cuatro controlan
el 52,9 por ciento de la producción: Ledesma (20,2 por ciento), Concepción
(16), San Martín de Tabacal (10,2), propiedad del grupo norteamericano
Seaboard, y La Providencia
(5,5), de Arcor. De los despachos dirigidos al mercado interno, el 60 por
ciento es absorbido por las industrias (fundamentalmente embotelladoras de
gaseosas) y el 40 por ciento restante se consume en los hogares. El 98 por
ciento de la producción se extrae de Tucumán, Salta y Jujuy. En Tucumán, los
ingenios se abastecen sólo en un 10 por ciento con caña propia, existiendo
cerca de 13.600 cañeros independientes que aportan el resto de la producción.
En Salta y Jujuy, el 70 por ciento de la producción surge de los cañaverales de
las empresas. Desde 1992, el sector está protegido por aranceles a la
importación que impiden la llegada de azúcar más barata de Brasil. El objetivo
del arancel era ganar tiempo para reconvertirse y ser más competitivo para
enfrentar la importación, pero la modernización e integración del sector ha
sido escasa. El azúcar aumentó 2,3 por ciento en el año y 125,4 por ciento
desde la devaluación.
Artículos de tocador, cosmética y perfumería. La diversidad
de productos del sector determina la conformación de una estructura empresarial
heterogénea en la que conviven pymes y grandes multinacionales. Sin embargo,
estas últimas ejercen un amplio dominio, sobre todo en artículos de tocador,
capilares, higiene descartable e higiene oral. Un informe reciente del Centro
de Estudios para la
Producción detalla que en higiene descartable Procter &
Gamble (Pampers, Always), la norteamericana Kimberly Clark (Huggies, Pulls Up,
Days) y Johnson & Johnson (Carefree, Siempre Libre y OB) controlan más del
50 por ciento de las ventas. En cremas dentales, la norteamericana
Colgate-Palmolive (Colgate, Odol y Kolinos), Gillette-P&G (Oral B y Pro) y
la angloholandesa Unilever (Close Up) concentran el 85 por ciento. En hojas de
afeitar, Gillette-P&G (Gillette Mach 3, Sensor y Women Sensor), la francesa
Bic (Bic Confort y Bic Twin) y Shick suman cerca del 85 por ciento. Estos
productos aumentaron 2,1 por ciento en el año y 86,7 por ciento desde la
devaluación.
Cigarrillos. El 99 por ciento del mercado es controlado por
las multinacionales Phillip Morris (Massalín Particulares), que acapara el 64
por ciento del total, y British American Tobacco (Nobleza Piccardo) que acumula
el 35 por ciento restante. Ambas empresas explotan en conjunto 16 marcas entre
las que se destacan, por un lado, Marlboro y Phillip Morris, y por otro, Camel
y Jockey. En los últimos años crecieron las marcas económicas como Melbour
(empresa Espert), V8 (Coimexpor) y Neon (Goloteca), pero, por ahora, el
porcentaje de mercado que manejan es insignificante. Los cigarrillos aumentaron
7,2 por ciento en el año.
Envases. Los distintos mercados están dominados por 1 o 2
empresas. En envases plásticos para gaseosas (PET), el único productor local es
Voridian (los norteamericanos Eastman), que concentra el 50 por ciento de las
ventas (el resto es importado). La producción de botellas de aceite y agua
mineral (PVC) es controlada por el grupo belga Indupa Solvay (72 porciento del
mercado y único productor local). El tetra-brik y los envases para leche y
yogures los fabrica exclusivamente la compañía sueca TetraPack, y en envases de
vidrio Cattorini Hermanos controla el 50 por ciento. La consecuencia del
oligopolio se refleja en los precios, ya que desde la devaluación los envases
de alimentos y bebidas aumentaron hasta 294 por ciento. Como adelantó
Página/12, el Gobierno evalúa presentar una denuncia ante la Comisión Nacional
de Defensa de la
Competencia por abuso de posición dominante.
Acero. Acindar, propiedad de la multinacional Belgo Mineira,
controla más del 50 por ciento de la producción de hierro redondo, pues
Siderar, el otro gran productor de acero, se especializa en laminados planos.
El principal competidor es Aceros Bragado (13 por ciento). Luego siguen Aceros
Zapla, que concentra su actividad en Salta y Jujuy, y Sipar Aceros (Grupo
brasileño Gerdau). Las barras de hierro redondo son un insumo central para la
construcción y encabezan el ranking de aumentos de precios del Indec al
acumular un 287 por ciento desde la devaluación. Entre las causas que explican
la suba se destaca el aumento del precio internacional del acero, ya que es un
commodity que se exporta. Sin embargo, la Comisión Nacional
de Defensa de la
Competencia investiga posibles “prácticas anticompetitivas”
que pudieran estar ejerciendo presión sobre los precios.
Cemento. Loma Negra (Fortabat), Minetti (propiedad de la
suiza Holcim) y Cementos Avellaneda (consorcio español Molins/Uniland)
controlan el 97 por ciento del mercado y mantienen circuitos de
comercialización diferenciados, con pocas zonas en las que se plantea
competencia por precios. La conformación oligopólica del mercado es lo que
permite subir los precios de acuerdo con el interés de las empresas. Desde la
devaluación, el cemento aumentó 168 por ciento, pese a que la roca caliza que
sirve de materia prima se extrae de las canteras existentes en el país y la
producción se destina casi exclusivamente al mercado interno.
La concentración de los mercados suele ser una consecuencia
del desarrollo capitalista. La presión que ejerce la competencia a nivel global
es de tal magnitud que en muchos casos las alianzas son la única alternativa no
sólo para crecer sino para no desaparecer. En las naciones desarrolladas, el
Estado cumple un papel importante poniendo límites legales para que los grandes
grupos no abusen de su posición dominante. Sin embargo, en los países
periféricos como la
Argentina esos controles son más lábiles y se termina
apostando a la “buena voluntad” empresaria para proteger el bolsillo de los más
débiles.
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