En Télam I El domingo 27 de marzo un grupo compuesto por hombres, mujeres y niños se apostó frente a la planta impresora de Clarín, en la calle Zepita, e impidió la distribución del diario. Esa extrema medida de fuerza se debía a dos razones. Una, exigir la reincorporación de los trabajadores despedidos: la justicia había fallado a favor de ellos, pero Clarín, tan celoso de la justicia, se desentendió de ese fallo. Otra: denunciar que los delegados gremiales eran constantemente amenazados por patovicas contratados por la empresa.
Clarín, rápido para las simulaciones, anunció que esa medida de fuerza había sido orquestada por Hugo Moyano y el sindicato de camioneros, con el tácito apoyo del gobierno nacional. La noticia iba de la indignación a la risa. Costaba aceptar que dos organismos poderosos como el gobierno dela Nación y el Sindicato de Camioneros hubiesen reunido a tan poca gente: entre mujeres, hombres y niños los que se apostaron en la calle Zepita no sumaron más de cincuenta almas.
Pero las autoridades del multimedio no pretendían demorarse en sumas y restas. Consideraron que aquello había sido un flagrante atentado a la libertad de prensa y, con el noble objeto de demostrar su arrebato y dolor, en la edición del día siguiente, publicaron el diario con la tapa en blanco. ¿Indignarse o reírse? Ciertamente, los que imaginaron esa tapa inmaculada, lejos estaban de obtener algún premio a la creatividad.
Ahora los creativos han vuelto a apostar. En la tapa de ayer, sobre un coqueto fondo blanco, estamparon el artículo 32 dela Constitución Nacional, aquel que dice: “El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”. Y por si alguien no llegase a entender la razón de esa tapa, debajo, en letras más pequeñas pero igualmente encendidas, anunciaron que “el proyecto de ley para el control de producción e importación de papel para diario que aprobó diputados y se apresta a tratar el senado viola el artículo 32 de la constitución”. ¡Cáspita! ¡Con que esa tenemos! Sería bueno que además de incluir el mentado artículo 32, los creativos de Clarín expliquen de una vez por todas en qué viola la libertad de prensa el proyecto aprobado (por amplia mayoría) en diputados.
Ayer mismo un trasnochado columnista de La Nación vanamente intentó explicarlo, ¿cómo decirle a ese señor que las leyes no se aprueban para un gobierno sino para el Estado? ¿o tal vez él, adicto a los gobierno totalitarios, cree que gobierno y Estado son la misma cosa?
Un voluntarioso candidato a presidente, que porta apellido pero no seriedad, dice que esa ley agravia a la Constitución, aunque no se molesta en decir dónde y porqué. Una senadora candidata a vicepresidenta de la Nación, que en su momento se opuso a la Ley de Radiodifusión con el argumento que no podría escuchar a Elvis Presley las veces que ella quisiera, ahora sostiene que “En nombre de la democracia se limita lo que define la democracia, que es la libertad de prensa”, No, no es el guión de una película de los Hermanos Marx, aunque lo parezca.
Clarín, rápido para las simulaciones, anunció que esa medida de fuerza había sido orquestada por Hugo Moyano y el sindicato de camioneros, con el tácito apoyo del gobierno nacional. La noticia iba de la indignación a la risa. Costaba aceptar que dos organismos poderosos como el gobierno dela Nación y el Sindicato de Camioneros hubiesen reunido a tan poca gente: entre mujeres, hombres y niños los que se apostaron en la calle Zepita no sumaron más de cincuenta almas.
Pero las autoridades del multimedio no pretendían demorarse en sumas y restas. Consideraron que aquello había sido un flagrante atentado a la libertad de prensa y, con el noble objeto de demostrar su arrebato y dolor, en la edición del día siguiente, publicaron el diario con la tapa en blanco. ¿Indignarse o reírse? Ciertamente, los que imaginaron esa tapa inmaculada, lejos estaban de obtener algún premio a la creatividad.
Ahora los creativos han vuelto a apostar. En la tapa de ayer, sobre un coqueto fondo blanco, estamparon el artículo 32 dela Constitución Nacional, aquel que dice: “El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”. Y por si alguien no llegase a entender la razón de esa tapa, debajo, en letras más pequeñas pero igualmente encendidas, anunciaron que “el proyecto de ley para el control de producción e importación de papel para diario que aprobó diputados y se apresta a tratar el senado viola el artículo 32 de la constitución”. ¡Cáspita! ¡Con que esa tenemos! Sería bueno que además de incluir el mentado artículo 32, los creativos de Clarín expliquen de una vez por todas en qué viola la libertad de prensa el proyecto aprobado (por amplia mayoría) en diputados.
Ayer mismo un trasnochado columnista de La Nación vanamente intentó explicarlo, ¿cómo decirle a ese señor que las leyes no se aprueban para un gobierno sino para el Estado? ¿o tal vez él, adicto a los gobierno totalitarios, cree que gobierno y Estado son la misma cosa?
Un voluntarioso candidato a presidente, que porta apellido pero no seriedad, dice que esa ley agravia a la Constitución, aunque no se molesta en decir dónde y porqué. Una senadora candidata a vicepresidenta de la Nación, que en su momento se opuso a la Ley de Radiodifusión con el argumento que no podría escuchar a Elvis Presley las veces que ella quisiera, ahora sostiene que “En nombre de la democracia se limita lo que define la democracia, que es la libertad de prensa”, No, no es el guión de una película de los Hermanos Marx, aunque lo parezca.
Y si hablamos de agravios a las leyes, tema que inquieta a la senadora fan de Elvis Presley, no está de más recordarle que el artículo 161 de la sancionada Ley de Medios Audiovisuales establece: “Los titulares de licencias de los servicios y registros regulados por esta ley, que a la fecha de sanción no reúnan o no cumplan los requisitos previstos por la misma, o las personas jurídicas que al momento de entrar en vigencia de esta ley fueran titulares de una cantidad mayor de licencias o con una composición societaria diferente de la permitida, deberán ajustarse a las disposiciones de la presente en un plazo no mayor de un año desde que la autoridad de aplicación establezca los mecanismos de transición”. Y recordarle, de paso, que Clarín, recurriendo a ladinos recursos de amparo, hace más de un año que incumple con esta ley.
Es cierto, la llamada Ley de Papel Prensa, que ya tiene media sanción, perjudica a Clarín y a La Nación. Es tiempo de entender que poner fin a los especulativos y lucrativos negocios y negociados de ambos diarios, numerosos medios del país lo saben y sufren, de ninguna manera significa ir en contra de la libertad de prensa; en todo caso, ayuda a esa libertad. Por otra parte, como señalara el diputado Rossi: “no tenemos inconveniente que Papel Prensa siga siendo de Clarín y La Nación, pero que abastezcan de papel a los diarios del país sin necesidad de importar”.
La ley para el control de producción e importación de papel para diario acaba de pasar al Senado. Seguramente de aquí a unos días celebraremos su sanción definitiva. Lo haremos con el mismo fervor con el que celebramos otras leyes que benefician al país. Es posible que entonces Clarín salga con una tapa completamente negra. No sería mala idea: el luto le sienta bien.
Agencia Paco Urondo.com
GB
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