2 de Diciembre de 2011 ≈ Por Juan Carlos Córica
(De su libro Peronismo Justicialista. Modelo Social, Pensamiento y Proyecto Político - año 2006)
“… El pensamiento político Justicialista resulta inescrutable desde la mirada occidental que construyó la modernidad. Además de lo dicho hasta acá, agrega otro rasgo clave que muestra la cuestión de la justa medida y el principio de armonización como una propuesta concreta y no un mero discurso. Es un pensamiento que trasciende los absolutismos ideológicos. En línea con una parte de la sabiduría griega -la otra es lo contrario- que hizo del sentido de los límites una clave conceptual, el justicialismo plantea la justa medida. Principio por el que muestra la validez dentro de un cierto rango o espacio. Por defecto o por exceso, una decisión o una norma termina siendo negativa.
“Cuando se leen análisis culturales de los pueblos orientales como Japón, aparece nítidamente el predominio de valores de armonía. Señala Michel Albert respecto de este país que ‘el sentimiento casi familiar de pertenencia a una comunidad’ es clave del sentido común de ese pueblo. ‘Así, un término específicamente japonés, amae, expresa el deseo de solidaridad y contención social. Del mismo modo, el liderazgo empresario es definido por la palabra, iemoto, en la que los especialistas encuentran connotaciones familiares. Según el sociólogo Marcel Bolle de Bal, el amae y el iemoto, se complementan y se equilibran mutuamente, estrechamente unidos en la construcción cotidiana de una organización duradera. Los principios básicos que rigen la vida de las empresas japonesas, sólo son la traducción sobre el terreno de esas particularidades culturales: empleo vitalicio, remuneración de la antigüedad, sindicalismo de empresa, sistema comunitario de motivación’. También dice, comparando lo que es el eje de ese libro (las diferentes calidades del capitalismo de especulación anglosajón del capitalismo de producción europeo), que ‘en un plano más general, hay que subrayar la importancia determinante, a medio y largo plazo, de lo que podríamos llamar la cohesión de una sociedad, su homogeneidad y su armonía. Es éste un factor inmaterial, y por lo tanto difícil de cuantificar (como les gusta a los cientificistas modernos). Pero al faltar se valora su importancia. La dureza de una sociedad, el desgarramiento de su tejido social, las tensiones que la habitan, todo esto tiene un costo en términos económicos’.
“Páginas antes, este autor mostraba, sin plantearlo en estos términos, cómo la justa medida es una clave en el logro de efectividad política. Dos casos comentados sirven de ejemplo. Sobre todo el segundo que explica el criterio utilizado por el gobierno alemán al aplicar lo que se conoció como ‘economía social de mercado’. En el primero explica que ‘en la famosa curva del economista norteamericano Laffer se muestra que el rendimiento del impuesto decrece más allá de cierta tasa impositiva’. Por eso ‘se dice que, demasiado impuesto mata al impuesto. Que significa que, si se sufre una excesiva carga fiscal, bajo la forma que sea, los contribuyentes ya no tienen verdaderas razones para trabajar más, puesto que las ganancias suplementarias le serán confiscadas’. El segundo, el más significativo, presenta lo que se podría llamar un tipo de regulación homeostática. Es el criterio de intervención-no intervención del Estado alemán dentro de la economía social de mercado. En esta concepción, ‘el Estado no tiene derecho a intervenir en la vida económica o social salvo por dos razones, que le crean verdaderos deberes de intervención. La primera razón es la igualación de condiciones de competencia’, por lo cual se actúa para ‘evitar los acuerdos y los abusos de las posiciones dominantes’. Sean de empresa o de rubro. O, también en los casos donde la desigualdad se da con distintas regiones del país, lo que hace ‘necesaria una política de distribución geográfica de las actividades económicas en función de los recursos naturales y humanos de cada región, desarrollando, entonces, las infraestructuras de las menos favorecidas. El segundo fundamento de las intervenciones del Estado es de carácter social. De ahí, a nivel coyuntural, las subvenciones a los astilleros navales y a las minas para humanizar el ritmo de las reconversiones’. En síntesis, las razones de intervención, están en relación con que haya en las distintas coyunturas, no se den ‘niveles de igualdad de competencia, niveles de similar evolución social de los distintos sectores y una no equilibrada distribución geográfica de la economía’. O sea que el sistema público funciona interviniendo o absteniéndose a partir de niveles máximos y mínimos que estructuran una franja de valor de la que, por exceso o defecto, se cae en valores negativos (disfuncionales) que deben ser corregidos por la mano visible del Estado. Un sistema guiado por una especie de sensor que tiene a la justa medida como paradigma de valor.
“En última instancia, el Justicialismo implica una cosmovisión -conjunto de principios de acuerdo a los cuales se forma el sentido de la vida y se vive- que le da fondo y altura a su pensamiento y a la acción política. Esta cosmovisión le viene del cristianismo católico con su sentido trascendente del hombre y de la vida -no un ser pura materia y animal evolucionado-. El hombre y su dignidad esencial, miembro de la raza humana, como medida de todas las cosas, alrededor del cual gira toda la visión y el proyecto político. Hombre que se realiza dentro de una comunidad a partir de su dimensión personal y social -ni hombre aislado ni diluido; ni individualista ni clasista-. Hombre de necesidades y anhelos -necesidades básicas y de orden superior-. Un hombre enraizado, solidario y trabajador. El Justicialismo, a diferencia del liberalismo y el marxismo, no piensa la realidad en términos absolutos sino desde un sentido histórico y situado (historicismo), de justa medida, armonía y equilibrio. Sentido de comunidad de destino y cultura de la solidaridad a partir de la aplicación de la justicia social, la concepción de la libertad como ‘libertad para’ (libertad del encuentro) y del pluralismo como virtud humana que permite decidir cursos de acción por la conciencia de pertenencia común a una comunidad de destino -que busca un proyecto común para alcanzar objetivos comunes-. Como el hombre y la realidad se construyen desde lo espiritual y lo material, desde lo particular y desde lo general, todo dentro de un proceso vital que significa “integrado”, donde lo espontáneo y lo institucionalizado se complementan; su conciencia está articulada a la conciencia de la comunidad -memoria, subjetividad, imaginario y conciencia colectiva-, el Justicialismo no fue sólo popular o sólo nacional sino fue y es un movimiento político nacional y popular…”.
“Cuando se leen análisis culturales de los pueblos orientales como Japón, aparece nítidamente el predominio de valores de armonía. Señala Michel Albert respecto de este país que ‘el sentimiento casi familiar de pertenencia a una comunidad’ es clave del sentido común de ese pueblo. ‘Así, un término específicamente japonés, amae, expresa el deseo de solidaridad y contención social. Del mismo modo, el liderazgo empresario es definido por la palabra, iemoto, en la que los especialistas encuentran connotaciones familiares. Según el sociólogo Marcel Bolle de Bal, el amae y el iemoto, se complementan y se equilibran mutuamente, estrechamente unidos en la construcción cotidiana de una organización duradera. Los principios básicos que rigen la vida de las empresas japonesas, sólo son la traducción sobre el terreno de esas particularidades culturales: empleo vitalicio, remuneración de la antigüedad, sindicalismo de empresa, sistema comunitario de motivación’. También dice, comparando lo que es el eje de ese libro (las diferentes calidades del capitalismo de especulación anglosajón del capitalismo de producción europeo), que ‘en un plano más general, hay que subrayar la importancia determinante, a medio y largo plazo, de lo que podríamos llamar la cohesión de una sociedad, su homogeneidad y su armonía. Es éste un factor inmaterial, y por lo tanto difícil de cuantificar (como les gusta a los cientificistas modernos). Pero al faltar se valora su importancia. La dureza de una sociedad, el desgarramiento de su tejido social, las tensiones que la habitan, todo esto tiene un costo en términos económicos’.
“Páginas antes, este autor mostraba, sin plantearlo en estos términos, cómo la justa medida es una clave en el logro de efectividad política. Dos casos comentados sirven de ejemplo. Sobre todo el segundo que explica el criterio utilizado por el gobierno alemán al aplicar lo que se conoció como ‘economía social de mercado’. En el primero explica que ‘en la famosa curva del economista norteamericano Laffer se muestra que el rendimiento del impuesto decrece más allá de cierta tasa impositiva’. Por eso ‘se dice que, demasiado impuesto mata al impuesto. Que significa que, si se sufre una excesiva carga fiscal, bajo la forma que sea, los contribuyentes ya no tienen verdaderas razones para trabajar más, puesto que las ganancias suplementarias le serán confiscadas’. El segundo, el más significativo, presenta lo que se podría llamar un tipo de regulación homeostática. Es el criterio de intervención-no intervención del Estado alemán dentro de la economía social de mercado. En esta concepción, ‘el Estado no tiene derecho a intervenir en la vida económica o social salvo por dos razones, que le crean verdaderos deberes de intervención. La primera razón es la igualación de condiciones de competencia’, por lo cual se actúa para ‘evitar los acuerdos y los abusos de las posiciones dominantes’. Sean de empresa o de rubro. O, también en los casos donde la desigualdad se da con distintas regiones del país, lo que hace ‘necesaria una política de distribución geográfica de las actividades económicas en función de los recursos naturales y humanos de cada región, desarrollando, entonces, las infraestructuras de las menos favorecidas. El segundo fundamento de las intervenciones del Estado es de carácter social. De ahí, a nivel coyuntural, las subvenciones a los astilleros navales y a las minas para humanizar el ritmo de las reconversiones’. En síntesis, las razones de intervención, están en relación con que haya en las distintas coyunturas, no se den ‘niveles de igualdad de competencia, niveles de similar evolución social de los distintos sectores y una no equilibrada distribución geográfica de la economía’. O sea que el sistema público funciona interviniendo o absteniéndose a partir de niveles máximos y mínimos que estructuran una franja de valor de la que, por exceso o defecto, se cae en valores negativos (disfuncionales) que deben ser corregidos por la mano visible del Estado. Un sistema guiado por una especie de sensor que tiene a la justa medida como paradigma de valor.
“En última instancia, el Justicialismo implica una cosmovisión -conjunto de principios de acuerdo a los cuales se forma el sentido de la vida y se vive- que le da fondo y altura a su pensamiento y a la acción política. Esta cosmovisión le viene del cristianismo católico con su sentido trascendente del hombre y de la vida -no un ser pura materia y animal evolucionado-. El hombre y su dignidad esencial, miembro de la raza humana, como medida de todas las cosas, alrededor del cual gira toda la visión y el proyecto político. Hombre que se realiza dentro de una comunidad a partir de su dimensión personal y social -ni hombre aislado ni diluido; ni individualista ni clasista-. Hombre de necesidades y anhelos -necesidades básicas y de orden superior-. Un hombre enraizado, solidario y trabajador. El Justicialismo, a diferencia del liberalismo y el marxismo, no piensa la realidad en términos absolutos sino desde un sentido histórico y situado (historicismo), de justa medida, armonía y equilibrio. Sentido de comunidad de destino y cultura de la solidaridad a partir de la aplicación de la justicia social, la concepción de la libertad como ‘libertad para’ (libertad del encuentro) y del pluralismo como virtud humana que permite decidir cursos de acción por la conciencia de pertenencia común a una comunidad de destino -que busca un proyecto común para alcanzar objetivos comunes-. Como el hombre y la realidad se construyen desde lo espiritual y lo material, desde lo particular y desde lo general, todo dentro de un proceso vital que significa “integrado”, donde lo espontáneo y lo institucionalizado se complementan; su conciencia está articulada a la conciencia de la comunidad -memoria, subjetividad, imaginario y conciencia colectiva-, el Justicialismo no fue sólo popular o sólo nacional sino fue y es un movimiento político nacional y popular…”.
Juan Carlos Córica
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 107.
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 152-153.
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 150.
“Homeostasis” es un término griego que alude a la tendencia del cuerpo humano a mantener el equilibrio fisiológico compensando su química.
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 112-113.
Cuando se habla de justa medida se debe tomar en cuenta que en este concepto se pone en crisis los absolutismos. Este enfoque de orden “tercerista” sustentado en el concepto de la justa medida, es lo opuesto tanto al fundamentalismo como al absolutismo. Lo que no quiere decir que sea “relativismo radical”, que se forma a partir de un relativismo fundamentalista que lleva al nihilismo y su mirada escéptica. Es un criterio vitalista por el que se advierte que la validez de ciertos conceptos o cuestiones o planteos se da dentro de ciertos rangos o bandas de valor los que al ser excedidos en más o en menos se convierten en un disvalor. cuantía zonas o franjas está determinada por dentro de ciertos rangos o zonas de nivel funcional. Por eso, justa medida, significa que por defecto o por exceso, lo bueno puede ser malo y lo malo en pequeñas dosis (vacuna) resulta bueno.
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 152-153.
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 150.
“Homeostasis” es un término griego que alude a la tendencia del cuerpo humano a mantener el equilibrio fisiológico compensando su química.
Michel Albert, (1991) Capitalismo contra capitalismo, Editorial Paidos 1992, pág. 112-113.
Cuando se habla de justa medida se debe tomar en cuenta que en este concepto se pone en crisis los absolutismos. Este enfoque de orden “tercerista” sustentado en el concepto de la justa medida, es lo opuesto tanto al fundamentalismo como al absolutismo. Lo que no quiere decir que sea “relativismo radical”, que se forma a partir de un relativismo fundamentalista que lleva al nihilismo y su mirada escéptica. Es un criterio vitalista por el que se advierte que la validez de ciertos conceptos o cuestiones o planteos se da dentro de ciertos rangos o bandas de valor los que al ser excedidos en más o en menos se convierten en un disvalor. cuantía zonas o franjas está determinada por dentro de ciertos rangos o zonas de nivel funcional. Por eso, justa medida, significa que por defecto o por exceso, lo bueno puede ser malo y lo malo en pequeñas dosis (vacuna) resulta bueno.
GB
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