Sin embargo, el mismo programa también sostiene que la empresa Ecopetrol será protagonista de la transición. Es la primera empresa petrolera de Colombia, la compañía más grande del país y la responsable del 60% de la producción nacional de hidrocarburos. “Ecopetrol permanecerá como patrimonio de los colombianos para garantizar los combustibles que el país requiere por los próximos 15 años, hacer aportes en insumos y derivados para la petroquímica, apoyar integralmente la investigación, ciencia y desarrollo de tecnologías para la transición hacia energías limpias y contribuirá con impuestos, regalías y dividendos al Estado”. Respecto de los otros sectores, se dice que se buscará: - La recuperación productiva de las empresas Monómeros y Ferticol y el desarrollo de una industria nacional de fertilizantes e insumos.
- Ampliar el conocimiento sobre las reservas mineras y fortalecer el control sobre la exploración y explotación de minerales y materiales esenciales para la transición energética.
- Pactos de productividad entre empresas privadas, sectores de la economía popular, sociedad civil y Estado para orquestar la coordinación de los diversos actores en búsqueda de un crecimiento más dinámico, democrático y respetuoso de la naturaleza que asegure la igualdad y el buen vivir.
- Potenciar el turismo de naturaleza, comunitario, cultural, de salud, científico, para convertirlo en protagonista de la transición económica.
De esta manera, en el programa aparece muy mezclado el corto con el mediano y largo plazo, y los pasos de la transición. Técnicamente, prohibir el glifosato se puede hacer de un día para otro, reactivar la producción de una empresa es un reto que demora algo más de tiempo. En el mismo sentido son contrapuestos prohibir la minería a gran escala pero seguir explorando y explotando con estrictos controles los minerales claves para la transición. Esta confusión no es solo mía o del programa, sino que dependiendo a qué funcionario se escuche esa gradualidad aparece con más o menos fuerza. Por ejemplo, en una entrevista en la televisión colombiana, la ministra de Energía y Minas, Irene Vélez-Torres, sostuvo que trabajarán para construir “una visión que no sea extractivista, que no sea desarrollista” y que “se trata de decir no más concesiones, vamos a buscar que con las concesiones existentes podamos garantizarla seguridad energética del país, de manera que mientras tanto robustezcamos la producción de energías alternativas. Vamos a respetar las concesiones otorgadas, esperamos que esas concesiones tengan suficiente gas que nos sirva para hacer la transición”. En cambio, cuando en El País le preguntaron a José Antonio Ocampo, el ministro de Hacienda, por la propuesta de cesar los contratos de exploración petrolera y por las proyecciones que muestran que para 2026 habría que importar gas y para 2028, petróleo, él respondió: “hay 180 contratos de exploración firmados. Varios de esos contratos tienen potencialidades. Las reservas de petróleo son más duraderas, pero en gas solo tenemos tres años. Ahí hay una prioridad absoluta. Obviamente las exploraciones son de todo. Una vez se revisen esos contratos se verá si se necesitan nuevos contratos o no. Hay diferentes opiniones sobre eso”. En síntesis -y en mi opinión-, en lo discursivo es un programa extremadamente audaz y muchos de los objetivos que se plantean deberían ser cumplidos por todos los países para aspirar a reducir la crisis climática. Ahora, también es muy arriesgado. ¿Es factible descarbonizar toda la economía para 2030 de manera tal de poder con seguridad hablar hoy de no habilitar nuevas concesiones hidrocarburíferas? Gran parte de las exportaciones colombianas dependen del petróleo, ¿cuánto de eso puede ser reemplazado por otras actividades como el turismo? ¿Habrá alternativa tecnológica consolidada al uso del gas para 2030? ¿Se puede industrializar un país a base de energías renovables? Estas y tantas otras preguntas deberán ser tenidas en cuenta por los hacedores de política y veremos respondidas con el correr del tiempo. Metiendo el cambio climático por la ventanaSumemos, brevemente, un caso más: el plan de Estados Unidos. La semana pasada se aprobó la Ley de Reducción de la Inflación (IRA). Después del fracaso de Biden para lanzar su ambicioso plan climático, los demócratas lograron meter de prepo un enorme paquete de financiamiento verde en esta ley. La norma adjudica 369 mil millones de dólares en inversión climática con el objetivo de reducir un 40% las emisiones de Estados Unidos para el 2030, comparado con los niveles de 2005. Esto se pretende lograr a través de dos mecanismos, inversiones directas y exenciones fiscales, para fomentar las energías renovables, la construcción sostenible, la electromovilidad, la eficiencia energética y la protección de comunidades vulnerables, entre otros. Especialistas consultados por Bloomberg ven en esta ley una gran oportunidad de arraigar la economía verde estructuralmente. “El crecimiento económico nacional y las inversiones cambian fundamentalmente la política del clima y la energía limpia en los EE. UU. porque hay un conjunto amplio y diverso de partes interesadas con equidad en esa transición”. Este punto es importantísimo para evitar que lo ambiental se vuelva una bandera solo de los demócratas: si ya tenés demasiados actores comprometidos económicamente con la transición, puede venir Trump mil veces a deshacer las regulaciones pero va a tener cada vez menos apoyo y efectividad. Si te interesa este tema y la acción climática en el mayor emisor de la historia, te recomiendo seguir a Leah Stokes, una académica de allá que además siempre suele tener una mirada optimista, lo cual considero muy necesario en estos tiempos. ResumiendoA partir de la observación de la agenda ambiental en nuestro gran continente, van dos generalizaciones descriptivas y una preocupación. En primer lugar, volviendo a la pregunta inicial que tomamos del news de Facu si es a través del movimiento o del partido, en América Latina siempre es a través de la organización social que se logra impulsar la agenda dentro de los partidos. Segundo, sumando otros ejemplos como el de Gabriel Boric en Chile, al menos en lo discursivo, lo ambiental parece ser agenda de los progresismos. Personalmente creo que los partidos verdes no tienen mucho sentido, un gobierno tiene que atender múltiples temas, no puede tener una monoagenda; de hecho, esto es de las principales falencias incluso en los partidos establecidos como los verdes alemanes. Pero es importante que lo ambiental no se partidice, al menos no demasiado. La transición a la sostenibilidad es un proceso de largo plazo que va a cambiar profundamente las estructuras económicas globales y nacionales y que puede ser una gran oportunidad, pero en primer lugar es un enorme desafío para América Latina. Por eso, atravesarla, buscar el modelo propio requiere de ciertos debates y consensos que puedan establecer políticas de estado que reduzcan o al menos no incrementen la alta vulnerabilidad de nuestra región. Siguen los incendios en el DeltaTras varios días consecutivos en los que en la ciudad de Rosario sólo podía respirarse humo, se produjo una movilización en el Monumento Nacional a la Bandera, exigiendo respuestas frente a los incendios. Lo que sucede ya lo sabemos, la mayoría de los fuegos son intencionales, suceden en el lado entrerriano y son ilegales, pero pese a las denuncias la justicia no actúa. Así, las quemas siguen y en Rosario la calidad de vida se deteriora. Para resolver, controles y castigos. Para profundizar, esta entrevista a Julián Monkes en Gelatina y esta nota de Pasaron Cosas. Gracias por llegar hasta acá, para mí es un honor enorme que leas este newsletter. Te mando un abrazo grande y te recuerdo que Cenital es posible -y puede garantizar el acceso libre al contenido- gracias al aporte de lectores como vos. Si aún no sos parte de la comunidad, te invito a hacerlo a través de este link. Eli |
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