Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. La “guerra contra la inflación” lanzada al pasar por el Presidente y convertida, quizás de forma involuntaria, en ordenador de la acción del gobierno tuvo su primer capítulo comprensible en la disputa de los alimentos. El rubro registró una inflación mensual del 7,5% y las presiones adicionales causadas por la guerra en Ucrania hacen prever un escenario que podría ser muy complejo para el gobierno nacional -y para la población en general. La acción del gobierno se dirigió a atacar varios frentes, en línea con la “multicausalidad” de la inflación señalada en la Carta de Intención remitida a las autoridades del Fondo Monetario Internacional. El secretario de Comercio Interior, Roberto Felletti, fue el encargado de confrontar a supermercadistas y alimenticias en un encuentro que incluyó a la COPAL y la Asociación de Supermercados. Según pudo saber #OffTheRecord, las críticas de Feletti fueron dirigidas a firmas como Molinos, Procter & Gamble, La Serenísima, Unilever y Arcor por haber intentado forzar subas que -en el listado de 900 productos que monitorea la Secretaría- acumularon en tres días consecutivos más de cuatro puntos de aumentos. Como estos no fueron convalidados por las cadenas de supermercados, desde la Secretaría imputan a las empresas por forzar la presión inflacionaria a través de los mayoristas y las cadenas de proximidad. Feletti, que tuvo el respaldo del ministro Matías Kulfas, les dio 24 horas a las empresas para explicar los motivos de los aumentos y, además, deberán retrotraer precios al 10 de marzo. Apenas Aceitera General Deheza dio motivos para el incremento de la mayonesa: el aceite de girasol para insumo industrial registró subas muy considerables. Por la aceleración del precio del trigo se creará un fideicomiso para compensar a los productores y, a su vez, habrá un precio fijo de la tonelada en 25 mil pesos para los molinos. Así, quedará en 1100 pesos el precio de la bolsa de harina industrial de 25kg que se destina, según cálculos oficiales, para pan en un 65% y pastas frescas, pizzas, empanadas y galletitas en otro 35%. Esto permitiría compensar a los productores que no deberán soportar reducción en sus ganancias. El precio lo pagarán los derivados industrializados de la soja, al menos mientras dure la guerra en Ucrania. En la consideración de Feletti, la medida es un sustituto imperfecto de una suba de retenciones móviles, flexibles al alza y a la baja, que permitiría aumentar más la recaudación y apropiarse de un excedente extraordinario, al tiempo que otorgaría cierta estabilidad cambiaria. Las consideraciones sobre la viabilidad de instrumentarlas diverge entre las tribus del Frente de Todos, pero el presupuesto prorrogado, la postura irreductible de la oposición ante cualquier aumento de impuestos y la belicosidad de los productores auguran problemas en el porvenir para una decisión de esa índole. La reciente denuncia penal del lego Ricardo López Murphy contra el presidente oficia de botón. “A Julián le pidieron que mejore la relación con el campo”, dicen en el entorno del Presidente como un reconocimiento al desfiladero por el que se tuvo que mover el ministro de Agricultura la última semana. “El productor de trigo va a vender a 35 mil pesos la tonelada lo que costaba 23 mil hace treinta días y se va a forrar”, resumen ante #OffTheRecord. La diferencia vale: los recursos para el fondo del trigo saldrán de la soja y su diferencial que son, en criollo, las siete cerealeras. Ante las críticas de algunos representantes del sector por la gravitación del trigo en el precio del pan, en el gobierno responden: “Suprimimos la volatilidad de la harina como insumo, por ende el justificativo para aumentos ante esa volatilidad. Y el otro tema de fondo no era el precio sino el abastecimiento del mercado por acaparamiento a la espera de la suba constante”. En el kirchnerismo, preocupa un eventual escenario de estanflación. No ven riesgo de hiperinflación en un contexto en el que el Banco Central va a subir nuevamente la tasa de referencia, pero imputan a la tasa real positiva efectos nocivos sobre la actividad. La disyuntiva para ese reparo es la suba de la brecha si el peso sigue remunerando a los ahorristas menos que la suba del dólar paralelo, la inflación o cualquier ancla de referencia. Como se señaló en la entrega anterior, la guerra en Ucrania corre el riesgo muy cierto de desestabilizar el acuerdo que el Fondo Monetario recién aprobará formalmente el viernes. Desde el Ministerio de Economía, sin embargo, señalan que el Memorando aclara la existencia de un entorno incierto y esperan cierta flexibilidad. De todos modos, se preparan para negociar “mes a mes”. En este contexto, Martín Guzmán buscará extender el entendimiento vigente con el Club de París para evitar un default el 31 de marzo y obtener reaseguros del grupo acreedor para el momento de la votación del acuerdo con el FMI, que permitirá prorrogar vencimientos. Tanto Guzmán como su homólogo de Desarrollo Productivo salieron del país con el objetivo de atender cuestiones vinculadas a la situación externa. El titular de la cartera de Hacienda participará de la reunión ministerial de la Agencia Internacional de Energía, donde se abordará la situación de los mercados energéticos, buscando soluciones a la crisis de precios y suministro causada por la invasión de Ucrania; Kulfas, por su parte, se reunirá en Estados Unidos con el número dos del Departamento de Comercio, Don Graves, en busca de fortalecer las exportaciones argentinas al país del norte y darle a Washington una versión diferente de lo que escuchan de sus habituales interlocutores locales. Fuera del lenguaje bélico, la última semana estuvo atravesada por la diferencia de gestualidades en on y en off. Mientras públicamente desde ambos espacios se proponían señales de deshielo, en privado -y en la cima del Poder Ejecutivo- especulaban con una ruptura del kirchnerismo después de la movilización del 24 de marzo. “Lo único que vamos a romper son las zapatillas caminando”, respondía ante la consulta de #OffTheRecord un jefe camporista en relación a la clásica caravana de la organización juvenil desde la ex ESMA hasta Plaza de Mayo. La primera versión, que se fue desinflando con los días, decía que Alberto Fernández iba a convocar al resto de la coalición para suturar las diferencias. Tenía lógica. Es una maniobra que solo puede hacer el Presidente. Al cierre de esta entrega, el convite no había llegado. La segunda tuvo que ver con una nota que publicó el canciller, Santiago Cafiero, en El cohete a la luna -el medio que dirige Horacio Verbitsky- en la que reconocía a Cristina Kirchner y a Fernández como jefes de la coalición y reclamaba la sutura de las diferencias. En el entorno del Presidente juran que es algo que Cafiero también propone en privado. Las señales también mutan en presencialidad: ayer iba a celebrarse un encuentro entre Gabriel Katopodis, Juan Zabaleta, Andrés “Cuervo” Larroque y Eduardo “Wado” de Pedro que no se materializó por problemas de agenda, pero se hará, casi con seguridad, en los próximos días. Fue el propio Fernández el que se encargó de disipar las versiones rupturistas. Lo hizo en un diálogo con Roberto Navarro en el que le aseguró que “es imprescindible la unidad del FdT para enfrentar los problemas de la Argentina” y compartió con el director de El Destape que coincidía “en un 90%” con el editorial que el periodista había hecho en la radio unas horas antes. Sería importante saber con qué parte: Navarro criticó muy duramente las expectativas generadas por el anuncio contra la inflación, apuntó por insuficientes contra los anuncios, se quejó de la falta de explicaciones por parte del Presidente, dijo que Fernández se transformó en un meme y señaló que no tiene ninguna posibilidad electoral sin los votos de Cristina. En el kirchnerismo valoraron “el contenido y el lugar” del artículo de Cafiero, pero sostienen que la única manera de cortar con la inercia internista es una convocatoria de Alberto a la mesa constitutiva del Frente de Todos. Es difícil determinar si hay expectativas de que eso ocurra. En el entorno de CFK todavía recuerdan aquella respuesta del Presidente a Jorge Fontevecchia: “El mundo en el que Cristina gobernó es distinto al que me toca a mí. Sus experiencias me sirven de poco en muchos casos”. Esa hipersensibilidad encuentra cauce en las apariciones públicas del primer mandatario, pero tiene como antecedente lo que el kirchnerismo define como la inconsulta en la toma de decisiones y, señalan, eso derivó en una mala gestión de gobierno que culminó con la derrota electoral. El diagnóstico, correcto o no, no exime al accionista mayoritario de su responsabilidad de cara al electorado. Un dato pasó desapercibido: Máximo no habló desde su renuncia a la presidencia de bloque. Eso ocurrió hace 50 días. En su entorno sostienen que, de hacerlo, agudizaría las diferencias y por eso lo evita. Esas señales de recomposición en el albertismo las lleva adelante el mencionado Katopodis con alguna resistencia de Juan Manzur que le insiste al Presidente que “tiene que mostrar gestos de autoridad”. Un error sistemático de este artefacto disfuncional que es el Frente de Todos: al Presidente la autoridad se la dan los resultados, no los nombres en el gabinete. Y, para esos resultados, al oficialismo no le quedan muchas más herramientas que la político-institucional. Al no edificarse esa síntesis, en Juntos por el Cambio juegan con la idea de partido liquidado. Tal vez por eso, Macri reapareció e igualó a Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Cerca del jefe de Gobierno miran con atención esa posibilidad. Saben que hoy Larreta se impone en cualquier escenario de elección general o ballotage, pero esa certeza se disipa a la hora de pensar una PASO contra la presidenta del PRO. Esa es una preocupación que alcanza al santillismo. Con Jorge Macri perfilado para ser el sucesor de Hache en la Ciudad de Buenos Aires, la posibilidad de que Larreta negocie que la titular del partido compita por la provincia de Buenos Aires es una alquimia cada vez menos improbable de cara a 2023 y eso relegaría al Colo de sus aspiraciones bonaerenses. Los debates no se dan solo en Argentina. En una interesante entrevista reciente con Ayelén Oliva, el ex vicepresidente boliviano Álvaro García Linera se embarcó en reflexiones sobre América Latina que bien podrían aplicarse a calmar ánimos en otras latitudes. En la mirada de Linera, esta etapa no sería de profundización y “cambio de disposición social” sino de búsqueda de consolidación y estabilización de los pisos alcanzados en la primera oleada progresista tras un breve ciclo derechista. En esa caracterización, el espacio para reformas sería “reducido” y “moderado”. Linera puede encontrar aquella tónica en el oficialismo que él mismo integra en Bolivia y que encabeza hoy Luis Arce en el lugar que supo ocupar Evo Morales. Del mismo modo, las profesiones de fe en favor de la austeridad por parte de un gobernante en muchos otros aspectos disruptivo como Andrés Manuel López Obrador, la inhabilidad de Pedro Castillo -aún acorralado- para impulsar reformas de calado en la economía de un Perú inestable social y políticamente. Incluso Chile, donde la asunción de Gabriel Boric corona un proceso histórico de movilizaciones y rompe con el bi-coalicionismo que había caracterizado la política desde el regreso de la democracia, decidió otorgar el control de hacienda al ex-presidente del Banco Central, un referente del modelo económico que simbolizó la vieja Concertación. Hacia adelante, las elecciones brasileñas posiblemente devuelvan al gobierno a un Lula que, lejos de una radicalización anticipada por muchos, casi con seguridad llevará como compañero de fórmula a su ex rival de centroderecha Geraldo Alckmin, un representante directo de la burguesía de San Pablo. Lula enfrentó la furia desatada del establishment brasileño y pagó con su libertad. Álvaro García Linera sufrió un golpe de Estado y un intento de asesinato. No cabe pensar que sus lecturas estén motivadas en una vocación por bajar ninguna bandera sino por una lectura de las demandas y deseos de las sociedades que hoy no buscan lo mismo que veinte años atrás. Una lectura que, quizás mejor que nadie, hizo Cristina Fernández de Kirchner cuando decidió no ser ella misma candidata a la presidencia. Quizás sea momento de retomar aquellas lecturas, sin olvidar otra parte de la reflexión de quien durante quince años acompañó en el gobierno a Evo Morales: “Si el progresismo detiene sus bríos igualitarios se convertirá en un jugador de segunda”. Para los usuarios de Twitter: habrán notado que aparecieron en las últimas 48 horas centenares de cuentas hablando de fútbol que parecían estar suspendidas desde fines de 2018. No es para preocuparse. Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio. Iván |
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