Antes de la sentencia del megajuicio por los crímenes de La Perla, la Casa de la Identidad de las Abuelas de Plaza de Mayo organizó en la ex ESMA un encuentro que mostró uno de los datos centrales de este juicio: la represión sobre uno de los sectores más simbólicos del movimiento obrero clasista y combativo. De las 720 víctimas abarcadas en la causa, 198 eran trabajadores. “La Perla se llevó a los obreros que hicieron el Cordobazo y las gestas de lucha que hoy son los grandes hitos de la clase trabajadora argentina”, dijo Agustín Di Toffino, integrante de la agrupación Hijos e hijo, a su vez, de Tomás Di Toffino, quien fue secretario adjunto de Luz y Fuerza y una de las víctimas del centro clandestino donde también estuvo René Salamanca, del Smata, como muchos otros militantes gremiales.
“La articulación entre las organizaciones revolucionarias y el movimiento de trabajadores es fundamental para entender nuestra historia. El golpe fue dado contra esa generación de dirigentes y ese debate está pendiente: las centrales sindicales del movimiento obrero deben asumir que las víctimas tienen que ver con su propia historia”, dijo en el encuentro Victorio Paulón, secretario de Derechos Humanos de la CTA.
En las últimas semanas, ante la cercanía de la sentencia en el juicio que comenzó hace cuatro años, distintas centrales obreras, sobre todo de Córdoba, comenzaron a contactar a actores de la causa para obtener información sobre el expediente, y también a pedir datos para convocar a la audiencia de hoy.
“La Perla se llevó a los trabajadores que hicieron el Cordobazo y el Viborazo del 71”, dijo Di Toffino a Página/12. “Que eran los obreros que llevaban adelante las grandes reivindicaciones de la época, los gremios que enfrentaron dictaduras, la clase trabajadora que se hizo fuerte en el desarrollo de la Córdoba industrial. Ese que hizo las grandes páginas de la historia del movimiento obrero fue desaparecido en La Perla. Eran la imagen fuerte de la Córdoba de los 60 y 70, obreros y trabajadores que fueron las principales víctimas de Luciano Benjamín Menéndez en La Perla, donde decían que los obreros no se podían recuperar.”
Entre las víctimas hubo integrantes de los Sindicatos de Luz y Fuerza, del Smata, Perkins, Unión de Educadores, Sindicato del Caucho, de Lecheros y Sitrac Sitram, así como trabajadores judiciales, de prensa, empleados públicos, obreros y empleados municipales, trabajadores de frigoríficos, de la salud, de las bases de la UOM y de la mesa de resistencia de gremios en lucha organizada en 1975 cuando los sindicatos oficiales fueron intervenidos.
Además de Di Toffino y Paulón, del encuentro en la ex ESMA participó Teresa Meschiatti, secuestrada durante dos años, tres meses y tres días –como dijo– en el centro clandestino, exiliada más tarde. “Ellos eran los dioses”, contó. “Yo me decía: ¿cómo puede ser que después de 2 mil años logramos tener un sólo dios y ahora vemos que todos los demás estaban ahí, porque todos eran dioses, decidían sobre la vida y la muerte.” Durante el exilio, fue una de las que reconstruyó a semana listados de las personas vistas en el centro clandestino. Listas que iba enviando de a cuatro páginas a Buenos Aires, por si les ocurría algo. Ya de vuelta en el país desde 2004, dio varias veces testimonio. “Pero siempre lo digo, si somos necesarios yo sigo yendo a donde sea, porque esta es nuestra tarea.”
Di Toffino planteó un recorrido por la causa. Los años de “luchas muy desiguales” en los 90, cuando Menéndez obtuvo el indulto de Carlos Menem luego del procesamiento. El comienzo de los escraches, como “una herramienta de lucha para mantener la visibilidad” en momentos de impunidad judicial. Las discusiones al interior de Hijos ante la opción de los juicios por la verdad: una etapa, dijo, “muy importante, porque nos ayudó a contar lo que había pasado y por los menos los represores tenían que pasar dos o tres días detenidos”. Uno de los detenidos de pocos días fue el propio Menéndez, a quien una de las juezas había citado y ordenado quedar en prisión hasta que recuperara la memoria. Pero las cosas eran tan complicadas que el entonces presidente, Fernando de la Rúa, mandó inmediatamente al secretario general del Ejército, general Eduardo Alfonso –ahora detenido–, a solidarizarse y argumentar que todo eso era una farsa. Luego llegó el pedido de nulidad de las leyes de impunidad, que a los actores del sistema de judicial les parecía absurdo, dijo. Pero en 2005, la Cámara Federal de Córdoba declaró la nulidad de las leyes. “Este juicio ahora lleva cuatro años de debate –explicó Di Toffino–. Pero para llevarlo adelante fue fundamental el rol del Estado. Incluso el 24 de marzo de 2007, Néstor Kirchner decide entregar La Perla a los sobrevivientes. Y lo que quiero decir es que estos son logros que tenemos como pueblo, resultados de políticas públicas que tenemos que preservar entre todos. Esto tiene que ver con la construcción de valores y la idea de la democracia. Tiene que ver con los valores de los 30 mil compañeros que querían un mundo mejor”.
En ese vínculo entre pasado y presente, también se instaló Paulón. Recordó el momento en el que él estuvo detenido en la cárcel de Rawson. La noticia de una ronda de las Madres en la Plaza de Mayo. La sensación, en ese mismo momento, dijo, de que se abría un espacio de fisura. “Hoy el 50 por ciento de los trabajadores activos ingresaron a sus espacios de trabajo durante el kirchnerismo –dijo más tarde–. El 80 por ciento de los dirigentes pertenecen, en cambio, al siglo pasado. Este desfasaje refleja la cantidad de cuentas pendientes y los nuevos desafíos de los jóvenes. Nosotros los vemos un poco como a nuestros hijos, pero cuando los vemos ocupando lugares, nos hacen creer que la historia no se detuvo”. También dijo que esa generación de jóvenes que entró en el mundo del trabajo en la última década no había tenido dos experiencias: la derrota y la desocupación. En ese escenario, transmitió su experiencia. Que hay salidas, dijo. Que no había visto antes tanto daño en tan poco tiempo pero, a la vez, tampoco tanta reacción. Que durante el menemismo les llevó seis años llenar la Plaza de Mayo. Y que este febrero las calles ya estaban llenas.
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