Alerta máxima en Francia. Un camión atropella a unos cuantos compradores navideños en Berlín. Ese día, torpe, inconciente, me quise colar en el Metro. Y me salió mal, paso el molinete pero la puertita que hay detrás (impedidora de coladores novatos) no. Quedo atrapado unos segundos, evidenciando lo torpe de mi movimiento, y cayendo en cuenta de la enorme estupidez de un acto de cierta irregularidad, con cámaras por todos lados, para un imposibilitado en la lengua, con cierto aire de vagabundo (impregnado de Abasto), en un día como este. Temores inéditos me paralizan, momentos luego de la fallida acción. No tengo monedas para viajar, estoy cansado y hace frío para emprender larga caminata. Entro a un bar por un vaso de vino a 1 euro. Bar de franceses derrotados, clasemedieros ebrios y con lo justo, inmigrantes celular en mano que andan en alguna. Recupero la calma. Pero el molinete no me la hará fácil. Desde toda su inhumanidad también (y por ello) vigila.
París es un monstruo. Es como un monstruo, pero también lo es. Inmensa, de bordes infinitos. Geográficos, históricos, literarios, de migraciones incontables, entrelazadas, imposible de ser reconstruidas. La idea de pureza es tan absurda como eficaz (en su brutal arbitrio). Cosmopolita, se repite. Un cosmos que fascina, tanto como entumece al visitante. Sobre todo al visitante mirado con recelo, que no tiene armas para comunicarse, que está expuesto al micro maltrato cotidiano de un Qua?!. Paris es bella, de belleza agobiante, aristocratica, cliche. Lo contiene todo, y el todo está aquí esbozado.
Los negros fueron y son, siguen siendo, aquí, objetos exóticos, atracción estética (además de trabajadores a destajo y potenciales delincuentes, claro). Están en casi todas las publicidades de ropa cara. Sobre todo en las que hay más de una persona, y en tales caso, el otro es blanco, preferentemente, sino mestizo, chino. El discurso multiculturalista benettoniano is not dead.
La vieja fortaleza de la Isla de la Ciudad, donde nació París, hoy ya no se protege como antaño. Tal como dice la guía que me pasaron (Guías American Express), y que en plan de historizar la ciudad enumera las permanentes batallas por conquistas y reconquistas que sufrió la isla y la ciudad toda (al único proceso que ésta guía denomina de Terror, claro, es al de la Revolución Francesa, casi el único anti monárquico, de todos los que enuncia, sangrientos todos, pero el terror, solo parece asignado a aquel que vaya contra el “gran poder”). Hoy ya todo aquí está entregado al turismo. Las guerras se hacen lejos, a kilómetros de distancia. Los muertos se ven por televisión, facebook. Y a los sirios que los refugien las calles donde tirados piden. La expansión y fortalecimiento de posiciones aun no acaba para el espíritu del capitalismo imperial.
El terrorismo sí es la inquietante e infiltrada guerra en el propio territorio. Y se lo enuncia como lo que es, un ente abstracto, aunque no se lo enuncia por lo que también es, y amparado consolidado en lo anterior, una útil excusa (conocemos en nuestro Cono sur las enunciaciones a virus expandidos invisibles dentro de la sociedad, y que hay que extirpar, cueste lo que cueste). Desde 2001, dice un artículo de Le Monde del 22 de diciembre, hubo más de 2000 muertos por ataques terroristas. En su mayoría islamistas (así lo indica un gráfico que acompaña la nota), pero también chechenos, kurdos, extremistas de derecha, y por desconocidos (en un número importante, tercer “grupo” luego de los islamistas y chechenos) ahora. Nada dice de la cantidad de muertos que Francia y la coalición blanca generó en nombre de la lucha contra el terrorismo (incluso hasta si se lo quiere considerar como “consecuencias no deseadas”, “daños colaterales”). Nada tampoco dice del arbitrio de tal conteo. Ni de qué es considerado “acto terrorista”. En principio no necesariamente hechos por “grupos terroristas” ya que el alto número hecho por “desconocidos” complicaría tal definición. Que es de una tautología terminológica contundente: acto terrorista es aquel hecho por un grupo terrorista, que se lo adjudique (ni hablar de la credibilidad de tales “adjudicaciones”), tomada como prueba irrefutable. Aun se recuerda a Collin Powell, como consecuencia del 2001, fundando en acto lo que vendrá, señalando un mapa (?) mostrando el indiscutible certificado de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, comienzo del fin.
De los denominados “desconocidos”, ¿cual habrá sido el criterio para considerarlos terroristas, a ellos, a sus actos? Siendo incluso que no se reconocieron dentro de grupo alguno. Aunque hay, se ha inventado sí una categoría: lobo solitario. Y según los define Wikipedia, “son individuos que realizan acciones terroristas sin el apoyo de un grupo, un movimiento o una ideología”. La cursiva no es mía, parece una toma de posicion de wikipedia (!). Pero lo que sigue es aun más inquietante: “sin ideología”. Puede actuar solo, como los anarquistas individualistas. ¿Pero sin ideología? Hasta lo hecho por un “desconocido” demente, o un angustiado y colapsado ultra consumista, por un nerd, o un fascistoide revirado, por un samurai, un karateca, o un gasista al que le explotó todo, todos estos casos pueden ser terroristas, y en todos, incluso, habría “ideología” -como no puede no haber-. La enciclopedia chino-borgiana-foucaltiana se queda corta en tal indeterminación “heteoclita”. Tampoco dice nada este articulo (en su afán objetivo de informar, analizar, con cuadros, gráficos) qué diferencia, qué acerca la causa chechena, con la kurda, con la neo nazi y la de los “islamistas” (en un agrupamiento igual de inaudito) Bueno, sí, son todos terroristas, sumados los inclasificables.
Tales arbitrios serían apenas graciosos sino implicarían y configurarían de modo feroz e intencionado los discursos mediáticos, los callejeros, los de los candidatos (en una tríada inefable: medios, calle, políticos usureros), afectando hasta la tragedia a propios y a extraños. Sobre todo a esa multitud extraña (de exotismo ya no erotizado) que vaga por las calles de Paris y de la Europa “no-terrorista”. Las fronteras de las fortalezas, más activas que nunca, en su invisibilidad tecnológica, virtual y brutal.
El frío agrieta el alma. La internet miente cercanía. Las sirenas no paran de sonar, mientras el consumismo navideño no cesa. Estado de incertidumbre. Un Estado que se consolida de facto en/por la incertidumbre, autoengendrada, bronceada, aburrida. Sirenas, formas de vigilancia encubierta. El vigilar aquí deviene naturaleza celebrada de las cosas. El vigilante vigila. La señora también. El negro también. La autopreservación conduce a prácticas aberrantes.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: Sebastián Russo
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