Violencia en el fútbol
Los séquitos de la familia Moyano
El trapo en contra de Pablo Moyano, uno de los hombres más fuertes en Independiente. // Cedoc.
Quiénes manejan los paravalanchas en Independiente, Barracas, Alvarado y Camioneros, donde Hugo y sus hijos tienen injerencia. El modus operandi.
Escribe
Pablo Carrozza
Pablo Carrozza
Es imposible alejar el flagelo de la violencia en el fútbol del lado más oscuro de la política y el sindicalismo. Los barras no sólo son protagonistas de sangrientas batallas en diferentes tribunas del país, sino que, en la mayoría de los casos, responden a punteros a los que poco les interesa lo que pueda suceder dentro de un campo de juego.
El arribo de la familia Moyano al fútbol argentino rompió el paradigma tradicional sobre la relación de dirigentes y barras. Si bien el desembarco de Hugo y compañía solucionó inconvenientes económicos en las arcas de los clubes, ha modificado radicalmente la distribución de los ingresos del núcleo violento. Y en ese contexto los inconvenientes no tardaron en llegar.
Facundo Moyano, diputado nacional por el Frente Renovador y vicepresidente segundo del club Alvarado, aprovechó una reunión con militantes del GEN para presentar el flamante cuerpo técnico de la institución marplatense.
Pero en un abrir y cerrar de ojos, lo que era una fiesta se transformó en una película de terror producto de una terrible balacera que terminó con dos heridos en un nuevo capítulo de la interna de la barra. Y así el legislador cercano a Sergio Massaquedó en el ojo de la tormenta.
Cabe destacar que dicha guerra entre la facción de Barrio Centenario, Las Torres de Fonavi y Los Pibes del Pincel en más de una oportunidad terminó en el cementerio. De hecho, en 2013, el propio Facundo Moyano dejó de presidir la institución luego de reiteradas amenazas de un sector violento.
Si bien en aquella oportunidad, allegados al Torito lograron convencerlo para regresar, después de este nuevo tiroteo volvió a poner en duda su continuidad en el cargo: “Espero que las autoridades garanticen la seguridad de los dirigentes que son víctimas de estos delincuentes que ensucian al fútbol”, escribió Moyano en su cuenta de Twitter, quien hace un tiempo mantuvo una charla con un sector de la barra oficial de River en los quinchos del Monumental para conformar una agrupación política que finalmente no tuvo éxito.
Esta relación de amor/odio del clan Moyano con los dueños de los tablones proviene de larga data. Tanto es así que Hugo, presidente de Independiente, decidió quitarle los beneficios a la vieja guardia de la hinchada del Rojo y reemplazarla con su propia fuerza de choque del riñón de Camioneros.
A propósito, Bebote Alvarez, líder de la barra, le reveló en exclusiva a PERFIL: “Estoy arrepentido de haber apoyado a esta gestión; si el socio no reacciona en las próximas elecciones, el club pasará a ser otra fortaleza sindical.”
La disputa de la CD de Independiente con la hinchada generó varios cortocircuitos, sobre todo con Pablo, otro de los hijos de Hugo y a su vez vocal de la institución, a quien en las últimas horas le dedicaron en una bandera algo particular: “Traidor, tenés más mugre que este trapo”.
Días antes del último partido del año circuló una carta con membrete del Sindicato de Choferes de Camiones en la que se invitaba a los afiliados a la reinauguración del estadio tras las obras. En ella se pedía una nómina con nombre, apellido y documento de los asistentes al encuentro ante Banfield, el que no sólo provocó la renuncia de Gabriel Milito sino que además cambió globos rojos por verdes.
Otro de los bastiones de los Moyano es Barracas Central, institución presidida por Claudio Tapia, casado con María Isabel, una de las hijas de Hugo. Aunque el club ubicado a la vera de la Villa 21 no tiene grandes inconvenientes con la barra, la corporación sindical suele apoyar su gestión desde el corazón de la popular del club de Olavarría y Luna.
De hecho existe una relación cotidiana entre un sector de la dirigencia y los grupos de Zavaleta y Anchoris, los más pesados de la popular, a través del Negro Pelé y Pedrito, sus respectivos capos.
Este lazo sindical y deportivo de Moyano con Barracas se ve reflejado en la camiseta del primer equipo, una publicidad de la Mutual de Camioneros y otra de la Asociación Gremial de Obreros y Empleados de la Ceamse.
Hace un tiempo los Trabajadores de los Peajes y Afines tuvieron la posibilidad de jugar la semifinal del Torneo Metropolitano en la cancha de Barracas, que lleva el nombre del mismísimo Chiqui Tapia, hombre fuerte de AFA y referente del fútbol de Ascenso.
“Más que un club, una familia” es el lema que representa al Club Atlético Social y Deportivo Camioneros, otro sueño de Hugo y Pablo Moyano, fundado en agosto de 2009. El plantel profesional actualmente es dirigido por Guillermo Calleri, padre del ex delantero de Boca, y milita en el Torneo Federal B tras haberse consagrado campeón del Torneo del Interior y de la Liga Lujanense.
A diferencia del resto de los clubes convencionales, su hinchada no está compuesta por simpatizantes genuinos, sino por unos tres mil sindicalistas afines a Moyano, que exhiben gigantografías con los rostros de sus fundadores, lucen camisetas de punteros políticos y cuelgan banderas de diferentes gremios con escudos justicialistas.
Hace unos meses, La Banda de San José, el grueso de la barra del equipo verde, sufrió un grave accidente camino a Bragado tras reventarse un neumático del ómnibus que los trasladaba por la ruta 5.
Lo cierto es que la política, parte del sindicalismo y la delincuencia barrabrava es la mezcla ideal para agudizar la crisis del fútbol argentino. Los Moyano forman parte de ese sistema e inevitablemente se encuentran dentro de esa larga lista de responsables.
Fuente: DyN
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