Por Nora Veiras
“De repente se abrió la puerta y él apareció. Me sorprendió. Nos abrazamos un rato largo”. La escena era impensable hace apenas tres años. Hebe de Bonafini y Jorge Bergoglio sólo se habían visto a la distancia y en situaciones más que conflictivas. El cardenal convertido en Papa entabló un diálogo prolongado por correo electrónico con la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo que culminó en dos horas de charla privada en Santa Marta. “Le dije que lo necesitamos por lo que está pasando en la Argentina. El paró un bombardeo de la OTAN, esto es más fácil. Ojalá lo pueda parar”, contó Hebe en rueda de prensa. La descripción detallada del deterioro de la situación social fue el eje que articuló la charla entre dos protagonistas que soslayaron diferencias para coincidir en “la preocupación” por las consecuencias del ajuste económico impulsado por el gobierno de Cambiemos.
La sonrisa del Papa apareció en las fotos para irritar aún más a quienes no logran metabolizar todavía el rictus de incomodidad impreso en su rostro cuando lo recibió al presidente Mauricio Macri. “Le pedí disculpas porque las Madres cuando nos equivocamos, como nos pasó con Néstor Kirchner, pedimos disculpas. El había hecho cosas que nosotros no sabíamos. Pero cuando Bergoglio se transformó en Francisco creció más todavía”, explicó Hebe y dijo que el Papa le respondió: “Dejalo ahí, todos nos equivocamos”.
–¿Que pensás Hebe sobre los que justifican que el Papa te haya recibido por misericordia? –preguntaron en Radio Del Plata.
–A mí no me interesa por qué me recibió. Si es por eso, tuve dos horas de misericordia exclusiva con el Papa, no es poco –ironizó.
La complicidad de la cúpula de la Iglesia durante la dictadura obstaculizó siempre la relación con los organismos defensores de los derechos humanos. Quienes conocen a Bergoglio especulan con que el encuentro con Bonafini se enmarca en la necesidad del Papa de saldar su propia historia como pastor católico.
Desde que recibió la confirmación de la cita, Hebe empezó a sistematizar qué decirle al Papa y, sobre todo, qué proponerle. Sobre la propuesta mantiene el compromiso de reserva. “Le dije que traía una misión muy difícil, que nuestra patria necesitaba de su palabra, que en cinco meses este Gobierno destruyó lo que hicimos en doce años. Vine a hablar de la angustia y el dolor de un pueblo que vivía feliz. Me escuchó con mucha atención las dos horas que hablamos, me dijo que había muchas cosas que las sabía pero había otras que no las sabía”, comentó. Hebe llegó en silla de ruedas acompañada por uno de sus colaboradores más cercanos, Alejandro “Oveja” López; Marta Casacales, la esposa de Guillermo Moreno, y un grupo de compañeros que aunque no estaba previsto pudieron saludar a Francisco en su residencia privada.
Otras violencias
“Ellos están solos aunque los haya votado el 51 por ciento y están solos porque se les fue la mano. Le mienten todo el tiempo a gente desesperada y eso es peligroso porque no se sabe a dónde se puede llegar”, contó Hebe que le dijo a Francisco y describió “la violencia” que implica el aumento del precio del pan, de la leche, el tarifazo, el cierre de fábricas, los despedidos, entre otras consecuencias de las políticas aplicadas por Cambiemos.
Bonafini comentó que el Papa “está muy triste, que (la actual situación del país) le hace acordar al (golpe del) ‘55, estaba muy triste, no esperaba que pase nada de esto”. La procupación por el revanchismo promovido desde distintas áreas de Gobierno es una constante en las charlas que el Papa mantiene con las distintas delegaciones de argentinos que se acercan a las audiencias públicas de los miércoles en la Plaza San Pedro.
“Tal vez aquí en Europa que viven muy pegados al capitalismo les parezca un acierto el gobierno de Macri, depende para quien piensa en el pueblo o para quien piensa en el poder y los billetes. Los pueblos nunca estamos bien con el capitalismo salvaje. En nuestra patria ya hubo mucha violencia, demasiada sangre para que nos quedemos todos quietos, sin denunciar. No estamos dispuestos a quedarnos callados, con los brazos bajos. Tampoco estamos dispuestos a que nos obliguen a la violencia que ellos quieren para justificar lo que hacen. Tenemos mucho miedo a que aparezca algún loquito y produzca un hecho de violencia”. En esa crítica al capitalismo salvaje se funda la confluencia con la concepción de la Iglesia. Hebe llega por el camino de su experiencia en la lucha, en la calle, no por la fe.
Ella siempre se rebeló a los cánones aunque ahora a los 87 años acepta todos los íconos religiosos o talismanes que le acercan para ayudarla. Su escritorio en la casa de Madres es una muestra de ese sincretismo: conviven en la misma repisa el Gauchito Gil, el ojo musulmán y rosarios católicos de distintos orígenes. “Algo debe haber porque sino no estaría viva. Ni los médicos lo entienden”, concedía antes de partir a Roma. La autorización de los médicos fue definitoria para que pudiera viajar.
La visita
“Con mucha calma hablamos dos horas, le dije que lo necesitábamos, que venga, que hable, nos sentimos desprotegidos”, repitió Hebe y el Papa le ratificó que este año no podría visitar el país. En Brasil esperan que Francisco asista al “Jubileo 300 años de bendiciones-2017” en el Santuario Nacional de la Virgen de Aparecida. Las ceremonias de la virgen patrona se realizarán en octubre del año próximo. Se especula que en ese marco el pontífice pueda llegar a la Argentina. Desde Cambiemos tienen una preocupación más inmediata: esperan que el Vaticano invite al presidente el próximo 16 de octubre a la canonización del cura argentino José Gabriel Brochero, el primer santo nacido en el país.
La actitud de los obispos argentinos formó parte también de la prolongada charla con el Papa. La madre de Plaza de Mayo le trasladó a Francisco sus críticas hacia “los obispos, que son muy conservadores”, aunque destacó a “los sacerdotes que trabajan, que son una maravilla”.
Después de casi dos horas, como es habitual se intercambiaron regalos: Hebe le llevó un pañuelo de las Madres esculpido con venecitas y un ladrillo de la casa de las Madres en una base de madera. El Papa le dio un rosario y una plaqueta con la imagen de la Virgen con el Niño Jesús.
Superada la tensión y “la responsabilidad”, Bonafini salió de Santa Marta “contenta y muy conforme”.
Muy atrás en la memoria quedó el día en que en el 2008 las Madres habían tomado la Catedral porque el gobierno porteño no le pagaba a los trabajadores de una cooperativa. “Pensamos: como (Gabriela) Michetti era amiga de Bergoglio (vicejefa de Gobierno en ese momento) si tomamos la Catedral la plata va a aparecer”, razonó Hebe.
–¿Hasta qué hora se van a quedar? –les había dicho aquella vez Bergoglio
–Hasta que les paguen –respondió Hebe
–Sabe señora que es el día de la Catedral y a las 7 de la tarde viene mucha gente
–No sabía, pero se ve que Dios me guió –le retrucó la mujer. A las 6 les pagaron a todos.
Ese había sido el único diálogo cara a cara entre el cardenal y Hebe. Ayer se fraguó el inicio de otra etapa.
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