"En los pueblos perdidos de Tucumán, recuerdo, mucha gente creía que era emisaria de Dios. He oído que también en la pampa y en las aldeas de la costa patagónica los campesinos solían ver su cara dibujada en los cielos.
Temían que muriera, porque con su último suspiro podía acabarse el mundo. Era frecuente que las personas simples trataran de llamar la atención de Evita para alcanzare así alguna fotrma de eternidad. -En el pensamiento de la Señora-, dijo una enferma de polio, -es como tocar a Dios con las manos. ¿Qué mas necesita una?.-
Una chica de diecisiete años que se hacía llamar -la hermosa Evelina- y de la que nadie jamás supo el nombre verdadero, esscribió a Evita dos mil cartas en 1951, a razón de cinco a seis por día. Todas las cartas tenían el mismo texto, por lo que el único trabajo de la hermosa Evelina consistía en copiarlo y echar los sobres a los buzones de Mar del Plata, la ciudad donde vivía, además de conseguir el dinero para las estampillas.
En aquellos tiempos Evita era víctima de frecuentes efusiones epistolares, pero no estaba acostumbrada a cartas que fueran también pequeñas obras de arte:
Mi qerida Evita, no boi a pedirle nada como asen
todos por aqi, pues lo unico qe pretendo es que leas
esta carta y te acordés de mi nombre, yo se qe si vos
te fijás en mi nombre aunqe sea un momentito lla nada
malo me podra pazar y yo sere felis sin enfermedades
ni pobresas. Tengo 17 anio y duermo en los colchones
que la otra nabidad dejastes de regalo en mi casa.
Te qiere mucho, la ermosa Evelina.
Cuando corrió la voz de que Evita podía ser candidata a la vicepresidencia de la república y de que los generales se opondrían, indignados ante la perspectiva que una mujer les diera órdenes, la hermosa Evelina envió una última carta a la que añadió tres palabras.
Qe viban lamujeres.
A partir de allí comenzó a guardar ayuno hasta que los generales depusieran su actitud...."
Martínez, Tomás Eloy, Santa Evita, Biblioteca del Sur, Planeta, Buenos Aires, Argentina ps. 67 y 68.
Prof GB
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