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07/02/2022 ¡Buen día! Calor, guerras y falopa: por suerte el 2022 arrancó tranqui. No es precisamente la combinación que uno elegiría, pero bueno, no siempre se puede. Es un placer darte la bienvenida a la tercera o cuarta temporada de Mundo Propio. Todo depende de si se cuenta o no el tiempo que pasa entre las separaciones, pero hoy no nos vamos a meter ahí. Por el contrario, vamos a hablar de convivencias y alianzas, formas de compartir espacio. Así lo decía la cuenta de Twitter oficial de Ucrania hace unos meses: El clima de las últimas semanas, sin embargo, no se presta mucho al humor. Arranquemos. PUTIN VAS A VENIR O NOEstas son algunas cosas que tenés que saber:
¿Por qué? Hay varias lecturas y no necesariamente excluyentes. Me interesa resumir tres. La primera sostiene que Putin realmente se prepara para una invasión. Que habría que tomarlo en serio. En defensa de esta mirada, ya lo hizo: en 2014, año clave para entender la escalada de hoy, Rusia invadió Crimea y unos meses más tarde comenzó a apoyar a tropas separatistas en el este de Ucrania. La guerra sigue hasta el día de hoy. Los motivos para una nueva intervención serían los mismos: reforzar la presencia rusa y condicionar por la fuerza el futuro vínculo de Ucrania –que, según la visión de Putin, es el mismo pueblo que el ruso– con Occidente, tanto con la OTAN como con la Unión Europea, dos bloques a los que Kiev sigue mirando de lejos. El Kremlin, sostienen los agitadores, quiere aprovechar la división europea y la desatención americana para avanzar. Se trata de una lectura que ha perdido peso con el correr de las semanas, al calor de la diplomacia, y a pesar de que todavía no aparece una solución. La atención, por otro lado, sobra. La segunda argumenta que Putin está desplegando la amenaza para forzar a que la alianza tenga en cuenta sus preocupaciones y lograr algunas concesiones, lo que enviaría un mensaje potente a Kiev respecto a la estatura rusa en el conflicto. Para Putin, además, cualquier oportunidad para ser tomado en cuenta como un igual de las grandes potencias representa una victoria simbólica. Por último, reza el argumento, Putin tiene motivos de sobra para sentirse cercado y amenazado por el anillo de la OTAN: le conviene alejarlo. La tercera suma un grado más de sutileza. Es cuestión de ver los hilos. Con este despliegue, Putin debilita la estrategia militar norteamericana de pivot a Asia –confirmada con la retirada de Afganistán– al arrastrar a Estados Unidos a discutir sobre el espacio de seguridad europeo y su presencia en él. También lo empuja a repetir mensajes que para el Kremlin y sus vecinos son bien relevantes: la Administración Biden puede patalear y sacar pecho, flexear, como dicen los jóvenes. Puede jugar al TEG, mover tropas al Este y hasta donar unas buenas dosis de armas a los ucranianos. Pero a la hora de la verdad, el mensaje sigue siendo el mismo que el de la OTAN: si la invasión llega, ellos harán todo lo posible para detenerla... desde afuera. Siguiendo esta lectura, hay un último efecto deseado y para advertirlo sólo hace falta darse un chapuzón breve en la prensa europea. Y es que no todos los miembros de la OTAN están alineados en cómo responder a la actual amenaza, y se nota. Mientras los vecinos de Rusia y el sector anglosajón aparecen más convencidos de la certeza de la invasión, adoptando en consecuencia un tono más agresivo, Francia y Alemania se inclinan por disolver respuestas apuradas y seguir apostando a la diplomacia. El gobierno alemán, de hecho, se negó a que la alianza suministre armas a Ucrania. La equidistancia de Berlín sigue raíces históricas, más presentes en la socialdemocracia gobernante que en la derecha. Recién ahora, después de años de presión, el gobierno alemán dijo que estaría dispuesto a renunciar al gasoducto Nord Stream 2, que comparte con Rusia, en caso de que esta avance con una invasión. Por otro lado, el presidente francés, que dicho sea de paso se enfrenta a la reelección este año, es un firme convencido de que Europa, en busca de su autonomía perdida, tiene que volver a acercarse a Rusia; por lo demás, no es particularmente fan de la OTAN, a la que decretó de “muerte cerebral” hace un par de años. Esta tercera lectura es relevante porque ayuda a entender las luces y sombras de la ofensiva de Putin. El ruso tiene demasiado en su plato y eso puede ser un problema. La cara de la moneda que hoy consagra su legítima fama de estratega puede girar rápido y el escenario más aguafiestas puede ser el de la invasión. Este implicaría, de base, un paquete de sanciones que profundizaría la debilidad de la economía rusa. Pero sobre todo, una ofensiva de Rusia le daría la unidad que hoy le falta a la OTAN y reforzaría su presencia en el Este, con el visto bueno de Estados Unidos. Precisamente aquello que Putin quiere evitar y por lo que se está rebelando. El ruso podría entonces optar por una “incursión menor”, como dicen los analistas. Un poquito de hackeo sin romper nada, o echar más leña al fuego separatista en el este ucraniano. O también puede jugar con el recurso más valioso de esta trama, que es el tiempo. La posibilidad de que el dilema se extienda. Ya hay voces, por si acaso, que aseguran que esto podría durar más de lo previsto, y que no necesariamente debe haber un desenlace inmediato. Pero la pregunta, otra vez y después de varios años, sigue siendo la misma. Es la novela de Lenin en tercera persona: ¿qué va a hacer? Qué estoy siguiendoPerú, entre la crisis política y el desastre ambiental. La semana pasada, Pedro Castillo emprendió su tercera reforma de gabinete en seis meses de presidencia. Si el primer cambio escenificó la ruptura con el sector mayoritario de su partido –Perú Libre–, Castillo ahora rompió con la izquierda moderada, principalmente Nuevo Perú, que ostentaba, entre otros cargos, el Ministerio de Economía, dirigido por Pedro Francke. La crisis comenzó con la salida del ministro de Interior y se profundizó con la de la primera ministra, Mirtha Vázquez. El gobierno ahora muestra un perfil mucho más conservador. El primer ministro, Héctor Valer, es un abogado de derecha denunciado por agredir a su esposa e hija. El Ministerio de la Mujer, por otro lado, pasó de ser dirigido por una socióloga feminista a estar en manos de una profesora que hace unos meses criticaba la educación con enfoque de género. El gabinete ahora deberá ser aprobado por el Congreso, donde vuelve a flotar la idea de destituir a Castillo, que ya sobrevivió a un primer pedido de vacancia. No están solos: el domingo, una editorial del poderoso medio El Comercio pidió la renuncia del presidente. Una de las tareas del nuevo gabinete –o el que lo suceda–, será lidiar con el desastre ecológico que implicó el megaderrame de petróleo en el Pacífico peruano, por culpa de Repsol. El gobierno pidió una indemnización. Mientras la petrolera española asegura haber avanzado con la limpieza, el sitio Ojo Público publicó dos reportajes que ponen la lupa sobre la petrolera. En el primero, el negocio millonario de la empresa, que acumula decenas de infracciones. En el segundo, la débil fiscalización del Estado en materia ambiental. Para leer en clave regional. Un año de guerra civil en Myanmar. El pasado 1 de febrero se cumplió el primer aniversario del golpe de Estado en Myanmar, que todavía sigue siendo resistido por una activa sociedad civil. Lo fuimos contando acá: la oposición que fue desplazada del Congreso formó un “gobierno en las sombras” que anunció una “guerra defensiva” hace unos meses. A ellas se le agregan un conjunto de milicias, compuestas mayoritariamente por jóvenes nacidos en democracia (tutelada), que están dando la pelea contra la junta militar. La respuesta fue feroz. Según la Asociación birmana de Asistencia para los Presos Políticos, los militares mataron al menos a 1.500 personas y encarcelaron a más de 11.000. Si te interesa saber más del conflicto y su trasfondo, que tiene distintas capas, acá un resumen bien completo. Más golpes, pero en África. Sigue el regreso a puras buenas noticias (?). Hace unas semanas, el Ejército dio un golpe de Estado en Burkina Faso. Dos semanas después, sus colegas de Guinea-Bisáu quisieron imitarlos, pero fallaron. El cuadro de los últimos dos años en la región del África Occidental se completa con dos golpes en Mali y otro frustrado en Níger. Para varios analistas, estamos en presencia de un patrón. Así lo sugieren los investigadores de Eurasia Group, que deslizan tres razones que podrían estar detrás del fenómeno. Se trata, en primer lugar, de golpes populares, apoyados por una población, sobre todo joven, que se encuentra frustrada con la ineficacia y corrupción de sus líderes. Gobiernos azotados, por otro lado, por la amenaza del terrorismo yihadista, al que no han logrado doblegar, y que se ubica como segundo factor. Por último, dicen los analistas, la ola de golpes es el reflejo de la paulatina retirada de Francia en la región, que ha reducido sus operaciones en el Sahel, y aparece como un actor cada vez más impopular. Su pronóstico: se vienen más golpes. PICADITO
Eso fue todo por hoy. Ojalá tengas una buena semana. O que la estés pasando mejor que Alberto Casero, el diputado español del PP que votó por error la reforma laboral del gobierno, otorgándole al PSOE un triunfo agónico: la votación salió 175-174. Casero, que se encontraba en su casa y participó de manera virtual, asegura que él apretó otro botón. La directiva de su partido le cree, aunque la confusión es total. Pero lo que más me gustó es la foto de Casero con la que El País decidió acompañar la nota. Es una pinturita: No me digas que no se parece a la de este meme: Bueno, ahora en serio. No me quiero despedir sin agradecerte por la lectura y la compañía en este nuevo año. Que Mundo Propio haya sobrevivido a estos tiempos vertiginosos me produce mucha alegría. Y que lo haga rodeado de nuevos compañeros de ruta en este gran proyecto que es Cenital lo hace todo más grande, y más lindo. Así que gracias. Nos leemos. Un abrazo, Juan |
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