miércoles, 13 de octubre de 2021

LIVERTÁ

 

PEDAGOGÍA DE LA RESISTENCIA
(Un día como hoy… era fusilado Francisco #FerrerGuardia)
Un telegrama llegaba a Madrid. Venía proveniente de Barcelona y avisaba que la situación ya se encontraba controlada. En otras palabras, la Semana Trágica había terminado. Días atrás, el Gobierno había dispuesto que, para la guerra con Marruecos, debía reclutar soldados urgentemente. Sin embargo, quien pudiera contaba con el beneficio de liberarse del deber pagando una suma de dinero. Como consecuencia, esto generó que los hijos de las familias adineradas lograran eximirse y que quienes tuvieran que combatir fueran los que no contasen con la posibilidad de comprar su destino. Así, una mañana, las calles de Barcelona se fueron colmando de gente y, no mucho tiempo después, comenzaba a pararse la ciudad.
La indignación popular no se hizo esperar y, para el 26 de julio de 1909, se daba inicio a una huelga general. Dos días después, la respuesta ante el creciente movimiento fue clara: toda persona que estuviera en la vía pública, o mismo que se encontrara en balcones o terrazas, sería fusilada. Acto seguido, se abordaba a una supuesta investigación para determinar quiénes instigaron a las masas a salir. Omitiendo los motivos reales por los que se manifestaban, el 5 de julio se concluyó que el artífice de todo era el pedagogo y anarquista Francisco Ferrer Guardia. Así, se ordenaba su automática detención, la incautación de sus bienes y el registro de su domicilio. Pese a que todo el mundo sabía que no había tenido relación alguna con el hecho, el 1º de septiembre por la madrugada era detenido.
Lo que vendría luego sería un simulacro de juicio, una farsa repleta de arbitrariedades y de falsos testimonios, en su gran mayoría de militares o policías. Como contracara, ningún testigo del acusado tuvo el permiso para declarar y muchos familiares y amigos fueron desterrados a otras zonas de España. Además, se lo acusó de hechos ocurridos hasta 20 años atrás, evidenciando cuáles eran las causas reales por las que estaba siendo sometido ante la Justicia. Paralelamente, y para preparar el terreno para el desenlace esperado, una fuerte campaña de prensa sostenida por los medios más conservadores se ponía en marcha.
A gusto y placer del Estado y la Iglesia, el 10 de octubre, se firmaba la sentencia. La pantomima llegaba su fin y, aquel hombre que había puesto la educación como centro de transformación y emancipación social era condenado a muerte. Su proyecto de la Escuela Moderna y su sueño de “educar a la clase trabajadora de una manera racionalista, secular y no coercitiva” le había costado que cayera sobre él todo el peso de la oligarquía. Tres días más tarde, era llevado frente al pelotón. Un silencio reinó justo antes de los disparos y Francisco lo aprovechó: "¡Muchachos, apuntad bien, y disparad sin miedo! ¡Soy inocente! ¡Viva la Escuela Moderna!". Inmediatamente, sus ideas comenzaban a esparcirse por el mundo entero.
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