sábado, 3 de abril de 2021

José Sabino Navarro, "El Negro"/http://www.elortiba.org/old/docmon82.html

 José Sabino Navarro, "El Negro"




Un revolucionario que no era careta

Hacia fines de 1971 julio cae en combate José Sabino Navarro, "El Negro", uno de los fundadores de Montoneros, en medio de un hecho tan espectacular como su relativamente corta existencia.

La fragua de un héroe

Cuenta la crónica que nació en un humilde hogar peronista correntino el 11 de diciembre de 1942, que fue obrero metalúrgico, que militó en la Juvetud Obrera Católica, que luego fue un respetado delegado y líder sindical de Smata y que alguna vez se trenzó a trompadas con el un rompehuelgas llamado José Rodríguez.
A raíz de su paso por la JOC y su adhesión al cristianismo revolucionario se relaciona con Juan García Elorrio y los grupos reunidos en derredor de la mítica revista Cristianismo y Revolución. A través de esos contactos, en distintos plenarios, encuentros y congresos, contacta con quienes en Buenos Aires y otros lugares estaban reuniéndose para dar nacimiento a lo que sería la organización político-militar Montoneros.

La historia de los inicios de Montoneros ha sido contada y analizada por distintos autores, rescatamos al médico, escritor y ex militante fundacional José Amorín; al historiador Lucas Lanusse y al filósofo y escritor José Pablo Feinmann, entre otros.

En general se coincide en la avasalladora personalidad y el ímpetu combatiente de Sabino Navarro. Las características de sus orígenes genuinamente obreros y la militancia sindical explican en parte su forma democrática de consultar a los compañeros en las decisiones fundamentales. Sabino no provenía de padres profesionales de Barrio Norte ni había estudiado en un prestigioso colegio, por el contrario su padre era analfabeto y obviamente muy pobre. Tampoco venía de Tacuara ni era un "cristianuchi" -como dice Feinmann - , o sea un chupacirios convertido en revolucionario, sin que esto signifique en absoluto una afrenta para los chupacirios convertidos en revolucionarios.

Una vez conformada la organización Montoneros, e integrado a ella, Sabino Navarro fue uno de sus principales líderes y referentes. En septiembre de 1970 la incipiente organización se enfrenta con la policía en William Morris, donde caen dos de sus fundadores: Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus. En esa acción Sabino logra escapar milagrosamente. Fue buscado intensamente por la dictadura de Lanusse, es detectado en Villa Ballester donde se enfrenta con una patrulla y caen dos policías a quienes quita sus armas. Para entonces Sabino ya era casi leyenda.

En 1971 es sancionado por la organización y obligado a trasladarse a la Regional Córdoba con la orden de reorganizarla tras su debilitamiento después de la toma de La Calera. Es interesante resaltar el motivo de la sanción disciplinaria que recae sobre Sabino Navarro: no se le perdonó una canita al aire que El Negro se tiró con una mina ajena a la organización. Tampoco se le perdonaría, varios años después, idéntica "inconducta revolucionaria" al poeta Francisco "Paco" Urondo, quien fuera obligado a trasladarse a Mendoza, donde finalmente caería en manos de la represión. Si alguien sostuviera que nos encontramos ante un severo tribunal inquisitorial, que pregona el sagrado orden natural contra las aberraciones modernas, no se equivocaría en absoluto, pero eso es otra historia.

Caída en combate

El julio de 1971 un grupo de compañeros realizan una operación de apoyo de los trabajadores de Fiat en conflicto, sustraen dos vehículos y se dirigen a Córdoba. La policía es alertada y se montan operativos de control en toda la ruta de Río Cuarto a Córdoba y comienzan los enfrentamientos. El grupo logra superar los primeros cercos pero deben abandonar uno de los vehículos, en uno de los tiroteos cae Juan Antonio Díaz, y sin movilidad se internan en el monte, que por características ofrece poca protección. Cecilio Salguero se queda cuidando la retaguardia para que el resto pueda eludir el cerco, es detenido al día siguiente. Sabino y Cottone, acorralados, siguen huyendo y obtienen provisiones en las pocas casas que encuentran. A esa altura son rastreados por helicópteros y la infantería. Se movilizan de noche y en cada intento de salir a la ruta se ven obligados a combatir y regresar al monte. En el camino que conduce al dique Los Molinos roban un Citroen, pero son insistentemente perseguidos, Sabino es herido en el hombro. Para avanzar roban un colectivo que maneja Sabino, mientras continúa la persecución y los tiroteos, chocan y se internan de nuevo en el monte.

Sufren más de una semana de persecución, sin alimentos, con escasas municiones y El Negro, que había perdido mucha sangre por la herida en el hombro, sin atención médica. Entonces Sabino le pide a Cottone que huya e intente salvarse. Ante la negativa de Cottone a abandonarlo, Sabino, superior en el escalafón montonero, lo conmina "¡Es una orden!". A los 200 metros -contaría después Cottone- escuchó un disparo. Según este testimonio, para no caer vivo en manos de los perseguidores Sabino decide quitarse la vida.

La policía lo siguió buscando durante semanas, hasta que lo encuentra muerto en una cueva, escondido entre las piedras y con el arma, un 38, en su mano derecha. Para dificultar su identificación, o quizás como trofeo, le cortan las manos y esconden su cuerpo, enterrándolo debajo de otra sepultura. Tenía 28 años.

En 1974, Oscar Bidegain y Ricardo Obregón Cano, gobernadores de la Tendencia Revolucionaria de las provincias de Buenos Aires y Córdoba, consiguen la información del lugar en el que se encontraban los restos de Sabino Navarro. Arnaldo Lizaso, otro histórico dirigente peronista, colaboró con el traslado de sus restos al cementerio de Olivos, donde se encuentran actualmente.

El Negro no era careta

El rápido crecimiento de Montoneros, la urgencia de los tiempos y la caída en combate de sus principales referentes confluyeron en que la conducción de la organización terminara recayendo en Mario Firmenich, quien al decir de José Amorín tuvo como error principal no tanto la apuesta al militarismo sino su falta de visión política. Aunque es imposible volver atrás el reloj de la historia, se especula con que de haber sobrevivido y estar a cargo de la conducción de Montoneros, tal vez no se hubiera producido el tajante enfrentamiento con Perón y sus nefastas consecuencias; el abandono de lo político en aras del militarismo y el desastroso pase a la clandestinidad, que en definitiva selló la suerte de una organización revolucionaria que supo interpretar los anhelos de un pueblo y el horizonte político de toda una generación.

Tal vez. Lo que es seguro es que Sabino Navarro, como tantos otros, luchó por un mundo mejor. Y que no era para nada careta.

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