Hebe Recalde es secretaria del PJ en Morón, municipio que gobierna el intendente de Cambiemos Ramiro Tagliaferro. Con una bandera del partido apoyada en el hombro y al frente de un grupo de militantes peronistas, quedó atascada a unas cinco cuadras antes de llegar al palco. Los manifestantes ya no podían avanzar, y mucho antes de lo previsto las columnas de adelante giraron sobre sí mismas y comenzaron a desconcentrarse. Por eso no llegó a escuchar los discursos, ni a presenciar el inesperado final del acto. “Paro, paro, paro, o nos desafiliamos”, corearon mientras emprendían el regreso. La consigna había llegado desde más adelante.
La CGT armó el escenario en la Diagonal Sur, frente al Ministerio de Producción, pero por su magnitud, la protesta hizo que las columnas se extendieran por la Avenida de Mayo y varias cuadras de la 9 de Julio.
En el cruce de las dos avenidas, Gonzalo Guido Spano, con una remera del sindicato de Industrias de la Alimentación, contó que en su fábrica, ubicada en zona norte, no sufrieron despidos. “Pero estamos acompañando cada vez a más compañeros de otras empresas por cierres y suspensiones. La semana pasada tuvimos el caso de PROIN, en San Martín. Cerraron y dejaron a todos en la calle, gente que trabajaba desde hacía más de veinte años. Ahora están viendo si pueden recuperar la fábrica. Yo tengo 33 años, si me pasa a mí puedo pelearla, pero el que tiene 55, ¿qué chances tiene de que lo tomen en algún lado?”
Para él, en el clima de la marcha se expresó que la crisis del empleo “es algo palpable. Antes se podía creer que eran palabras de los opositores, pero lamentablemente es algo que existe, que tenemos encima. Nosotros estamos en la alimentación, la gente no va a dejar de comer como deja de comprar autos. Y así todo, nos está afectando”.
Desde los barrios del conurbano llegaron muchos manifestantes de los movimientos sociales. En sus columnas es fácil encontrar personas que saben contar lo que les pasa. Tienen detrás una enorme práctica acumulada en explicarse ante los medios.
“Vinimos, un poco, a apoyar a los trabajadores por el cierre de fábricas”, dijo a este diario Carmen Roldán, del MUP (Movimiento de Unidad Popular) del municipio de Presidente Perón. “Y por lo que estamos pasando nosotros: somos del Panamericana, un barrio con calles de tierra, sin agua potable ni cloacas. Muchos vecinos viven de una cooperativa o del programa Barrios, que nos paga 2 mil 800 pesos para salir a limpiar las cunetas. Nosotros salimos y lo hacemos, no es problema; el problema es que con esa plata no se vive. Algunos perdieron el trabajo, por ejemplo, cuatro compañeros que le cerraron su fábrica recuperada. El que se queda sin nada lo único que tiene ahora es ofrecerse para cortar el pasto”.
“La marcha es porque estamos perdiendo derechos que teníamos adquiridos. Somos personas que queremos trabajar y no podemos. Por eso esto va a seguir; esto recién empieza”.
Pablo Piovano
Otra sobre el cierre de fábricas: “La industria del calzado perdió 5 mil puestos de trabajo. En La Matanza tenemos fábricas que pegaron vacaciones a suspensiones desde fin de año y todavía no pudieron arrancar”, contó Alberto De Luca, del Sindicato del Calzado. Una de las consignas de la protesta fue contra la apertura indiscriminada de las importaciones. El dirigente apuntó que en su actividad, “hoy sale más barato traer un zapato de afuera que hacerlo acá”.
Dio un ejemplo: “En calzados Ferli echaron más de cien personas. Antes la fábrica producía, ahora los dueños se dedican más que nada a importar”.
La izquierda y sus organizaciones sindicales marcharon en una columna propia, con los trabajadores de AGR-Clarín y el sindicato del Neumático en la cabecera. También estuvieron los gremios docentes, que ayer cumplían la segunda jornada del paro de 48 horas. Sobre la Avenida de Mayo se juntó la militancia kirchnerista.
En el cruce de esa avenida con la 9 de Julio, el Movimiento Evita armó un palco propio en el que iban a hablar sus dirigentes luego de terminado el acto de la CGT. Luego de los abucheos al triunvirato y el copamiento del palco por los manifestantes que reclamaban una fecha para el paro, el Evita suspendió su acto.
Algún que otro sindicato -seccionales de Luz y Fuerza, por ejemplo- terminaron la jornada en la Plaza de Mayo, contra las vallas que cierran la llegada a la Casa Rosada.
Sobre el césped, grupos de jóvenes también estiraban la protesta. “Quedó una cosa más popular... me parece que se entendió que vinimos a reclamar comida y trabajo”, dijo Marianela Domenech, estudiante de trabajo social. Contra la reja que bordea los canteros había apoyado un cartel escrito a mano, en el que se leía “Quedan todos despedidos”, con la firma “el pueblo”. “Y pensar que antes a la plaza veníamos de fiesta”, agregó.
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