miércoles, 29 de marzo de 2017

LEOPOLDO MARECHAL DIXIT

Iciar Recalde
e hace imposible la intelección del caso. El error consiste, a mi juicio, en considerar su accesis al poder, en modo simplista, como el triunfo de un “partido político” habitual, alcanzado en elecciones y circunstancias habituales, cuando lo que triunfa entonces y accede al poder es nada menos que una “REVOLUCIÓN DOCTRINAL” encarnada en una mayoría de pueblo que ni siquiera se había organizado aún en “partido.” Lo que tal vez induzca en error a esa crítica es el hecho “despistante” de que una revolución integral, como la justicialista, llegase al poder, no según las vías históricas del asalto y la violencia, sino por las muy amables de la democracia y en la elección más inobjetable que se haya dado en nuestro sistema representativo. Es una primera marca de “benignidad” cuyo significado me reservaré por ahora. Claro está que por ser “multitudinaria”, esa revolución asume la mayoría de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales; y no lo está menos que, por ser “DOCTRINAL”, esa revolución induce a sus gobernantes cierta “UNANIMIDAD” DE PENSAMIENTO Y DE ACCIÓN, que surge de la doctrina misma y no de la obsecuencia general frente a un dictador, según el esquema idiota que suele aplicar el cine yanqui a las revoluciones latinoamericanas. (...) Y eso hace chillar a la “minoría” que no puede o no sabe o no quiere admitir el hecho revolucionario. (...) Es lo que se designó más tarde con el nombre de “oligarquía” y en la cual el justicialismo vio a su antagonista nato desde las primeras escaramuzas." Leopoldo Marechal

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